24/1/07

La vida como abeja: Amelie-san en la colmena


“El señor Haneda era el superior del señor Omochi, que era el superior del señor Saito, que era el superior de la señorita Mori, que era mi superiora. Y yo no era superiora de nadie.
Podríamos decirlo de otro modo. Yo estaba a las órdenes de la señorita Mori, que estaba a las órdenes del señor Saito, y así sucesivamente, con tal precisión que, siguiendo el escalafón, las órdenes podían ir saltando de niveles jerárquicos.
Así pues, en la compañía Yumimoto yo estaba a las órdenes de todo el mundo.”
La vida es un infierno, o un purgatorio; el infierno son los otros, que decía el filósofo, o el purgatorio son los otros. Los otros es una empresa japonesa, en este caso; el infierno es un infierno que tiene sus cosas malas, muy malas y regulares, como todos los infiernos; pero Amelie-san se toma la vida con filosofía. Sabe que después de pasarlas putas en una compañía japonesa escribirá una novela que se titula Higiene del asesino y que se hará mundialmente famosa, sus libros se venderán como rosquillas en la fiesta de San Benito, y los malpagados que escriben en las revistas de cultura tampoco la despreciarán demasiado; será una estrella de la literatura.
Y se lo pasará bomba recordando otros tiempos, cuando cambiaba los rollos de papel higiénico (ella, hija de un diplomático, licenciada en la Sorbona, o por ahí....), en su puesto de trabajo, al lado de un japonés meando. La vida, qué marea con sus vueltas; hoy eres un miserable al que los niños escupen por la calle y mañana todos los reyes vienen a comer de tu mano, o viceversa.
El infierno se convierte en purgatorio cuando es agua pasada; o cuando uno no se toma las cosas a la tremenda, y se agradece que su tono sea ese, ligero, irónico, modesto (la modestia japonesa), con un humor siempre a mano, sobre todo en las situaciones más dramáticas.
¿Es una novela? Será novela; pero basada en hechos reales, como esos telefilmes malos hasta el dolor y las lágrimas que echaban (¿echan?) por las tardes en la tele. La novela, o autobiografía novelada, es buena, sencilla, se deja querer y cabe en cualquier bolsillo, incluso casi en el de la camisa; son 143 páginas en la edición de bolsillo, en Quinteto.
Es el segundo libro que cato de la Nothomb; ; en Metafísica de los tubos es una criatura de pocos años, recién llegada al universo, por la parte de Japón. Papi es diplomático y a la niña le toca nacer allí; decir que la pequeña aprende el japonés y decide que en adelante Japón será su paraíso infantil, al lugar al que volver una vez que haya recorrido el ancho mundo tras los pasos diplomáticos de su familia. Una vez acabada la carrera. ¿Qué hacer? Nada la retiene; 22 años, vuelve al paraíso. Trabaja de traductora; después entra en una empresa que no sé qué empresa es; en la novela es la compañía Yumimoto.
El 8 de enero de 1990, el ascensor me escupió en el último piso del edificio Yumimoto.” Y bien; hasta la página 122 no salimos del edificio Yumimoto, y en adelante tampoco; es un amago; “Estas páginas podrían dar a entender que, fuera de Yumimoto, la vida no existía para mí. Eso no sería exacto. Fuera de la empresa, llevaba una vida que distaba mucho de ser insignificante o vacía. No obstante, he decidido no hablar de ella aquí. En primer lugar porque no viene a cuento. Y luego porque, teniendo en cuenta mi horario de trabajo, esa vida estaba, cuando menos, limitada en el tiempo.”
Sus libros pueden ser, este lo es al menos, como una película de Bresson, despojada de todo menos de lo qué ES la película; una fuga, el robo, el juicio a una santa... Sí; Estupor y temblores es “Yumimoto Company y yo”. Nada más, una gozada. Un tema, un libro.
Se permite opinar sobre la vida japonesa (al fin de al cabo la vida interna de una empresa es extrapolable hasta cierto punto a la sociedad en la que está inmersa); la describe y llega a conclusiones no muy halagüeñas para el que viva o se quiera mudar al Japón; “Como todo el mundo sabe, Japón es el país con la mayor tasa de suicidios. Personalmente, lo que me sorprende es que no sea todavía más frecuente.”
Pero Japón es la punta del iceberg; uno llamado capitalismo salvaje, ese que se pinta la cara y lleva plumas y da saltitos alrededor del fuego gritándole a la luna; un capitalismo de monte que se va a vivir a la ciudad y la monta, desmontando el monte, valga la chorrada. Un capitalismo del copón mezclado con ancestrales costumbres malas para la espalda. Los japos son de monte, de oler flores con nombre (todos los árboles y flores tienen nombre en Japón, en occidente sólo hay cuatro con nombre; los demás son árboles en general, o bosque), de orar a nadie en concreto, de no matar a nadie en concreto por no orar a alguien concreto.
Amelie-san termina su contrato en Yumimoto; deja los lavabos masculinos del piso 42 y regresa a Europa. Escribe su primera novela.

2 comentarios:

conde-duque dijo...

Pues yo de esta chica de ojos grandes como los míos no he leído nada. Lo bueno que tiene es que son eso, de tamaño bolsillo, ¿no? Supongo que son buena terapia para pasar el rato de metro o autobús yendo al trabajo y cagándose en el cabrón del jefe y su capitalismo salvaje o su salvajismo capital, que para el caso es lo mismo.
En cuanto al Proyecto en ciernes (así, con, mayúscula, tiene un aire más interesante, más kafkiano), me he dado cuenta de que adelantar por escrito un argumento de novela no escrita es casi tan jodido como escribirla. De todas formas, espero cumplir en breve, y ya se verá si sirve para algo...
Un saludo, Mabalot.

Mabalot dijo...

Tarde, pero aquí estoy. El Proyecto, Conde-Duque, suena bien; me tienes en vilo...
La chica esta es una cachonda, sobre todo en el sentido más simpático de la palabra, y escribe muy bien. Su última novela es una cosa así como de ciencia ficción rara... el título no me acuerdo.
Los libros autobiográficos en general me interesan bastante, depende quién sea el elemento, claro está, pero sí, son interesantes, sobre todo si no cuentan con detalle minucioso y aburrido las inclemencias de su estado emocional desde que nacen hasta que cumplen setenta años, pasando por las pajillas, la primera comunión y los plantones de las mozas...
En fin; un libro, un tema, bien escrito. Vale la pena. Y además yo es que soy un poco "japonés"...