Ahí va la lista de lo que he leído con más gusto este año, fuera o no publicado este año:
1. "Luz de agosto", William Faulkner, Alfaguara.
2. "Un país mundano", John Ashbery, Lumen.
3. "Autorretrato", Édouard Levé, 451 editores.
4. "Jerusalén", Gonçalo M. Tavares, Mondadori.
5. "Troppo vero", Andrés Trapiello, Pre-textos.
6. "Las palabras", J-P Sartre, Losada.
7. "Diario", Iñaki Uriarte, editorial Pepitas de Calabaza.
8. "Verano", John Coetzee, Mondadori.
9. "Retrato de Shunkin", Junichiro Tanizaki, Siruela.
10. "Tiempo vivido", Marcos Giralt Torrente, Anagrama.
Por ejemplo, este último, Tiempo vivido lo leí en tan poco tiempo que pensé que no me había gustado. Pensé; acabo de leer el periódico. Pensé; lo acabo de leer como queriéndomelo quitar de encima. Lo leyó el cotilla. Pero ahora lo recuerdo como algo muy importante. No tan importante. Bastante importante. Eso ya es mucho. Las cosas en literatura suelen ser más simples de lo que parece; un buen libro es un buen libro. Quizá tenga una buena historia, esté bien contado, sobre todo eso, puede que hasta bien escrito, etcétera. El final; el final siempre es malo, pero a veces es menos malo. Otra cosa es un libro necesario. Es decir, que lo parezca al menos. Para el autor. Y de paso al lector. Un libro necesario, que dé esa impresión, es otro territorio. No sé; como una urgencia por contar, una fatalidad y casi un odio, un odio pero también una resignación ante lo inevitable, teclear palabras ante el ordenador. Y nada menos necesario en la vida que esto. Uno necesita comer, fumar, y dormir, más o menos. Bueno, alguna cosa más se necesita, aunque también hay mucho vicio. Escribir es un poco de desesperados. Yo lo veo así, por eso es tan fácil no escribir. Siempre hay algo mejor que hacer que escribir. Vivir sin escribir es facilísimo, pero vivir sin escribir es jodidísimo. Es como irte de viaje y cuando ya estás cansado de andar por ahí no tener una casa a la que volver.
Por cierto; lo autobiográfico es accesorio. Ni siquiera creo en lo autobiográfico. Género literario fantasmagórico, lo autobiográfico no existe. Existe la escritura, existe el momento de la escritura, existe uno mismo como ficción, presente o pasado. Lo otro es currículum, historial médico, desfile de fechas, santos, cumpleaños, aniversarios. Datos cronológicos entre nacimiento y defunción.
Ejemplo de cómo convertir la supuesta propia vida de uno en gran literatura, en algo necesario; "Autorretrato", de Eduard Levé. Es como un juego que se convierte en algo muy serio, sin perder nunca la chispa del juego. Ya se sabe; nada hay más serio que jugar. Parece la carta de un suicida sin la amargura desgarrada del suicida; la carta de un suicida que no sabe que se va a suicidar.
Por lo demás, este año he mirado mucho relato. Le he cogido el gusto pero también estoy saturado. No incluyo arriba ninguno porque los únicos que no me han cansado son los relatos de Faulkner y no voy a repetir el mismo autor. Faulkner que estás en los cielos; lo he negado cien veces y siempre he vuelto a él. También he vuelto a Méndez Ferrín. Tan cerca y tan transparente. La Dinesen está bien. Si hubiera dedicado más horas a escribir habría matado menos leones, menos elefantes, menos de todo. Los relatos de Fogwill unos días están bien y otros días me parecen muy malos. Pero eso ya es más de lo que opino de otros autores, que casi siempre están regular. O ni bien ni mal ni regular.
Me pareció bien la famosa lista de Granta. Quizá porque casi no he leído a ninguno. Lo de Patricio Pron no me interesa. Lo de Andrés Barba me da como pereza. En uno de sus libros el nene se hace una paja en la primera página. Empezar haciéndose una paja me dio mala espina; qué puede venir después. El mundo después de una paja. O quizá otra paja. Pola Olaixoac está demasiado buena para no pensar que está buena mientras la leemos. Y así no hay quien lea. Pero sobre todo es tan lista que ya casi da más bajón que el mundo postpaja de la literatura de Barba. A Alejandro Zambra hay que leerlo. Yes muy feo; tiene que ser bueno de verdad, y eso parece. Lo de Pablo Gutiérrez, Nada es crucial, me gustó. Ojalá tenga carrete para mucho tiempo. Alberto Olmos es como las cucarachas y las ratas; sobrevivirá a una explosión nuclear, por mucho que presuma de lo contrario. Mientras los demás corran a él la bomba lo pillará en el váter leyéndose a sí mismo. Tengo fe en Manuel Vilas, Julián Rodríguez y en Francisco Umbral, que volverá de donde quiera que se haya ido, aunque solo sea para apartar a codazos a Raúl del Pozo.
4 comentarios:
Joder, qué buena crónica de lectura o lo que sea. A sus pies, Dr Mabalotti.
Te cojo la palabra en cuanto a la lista de 10, porque sólo he leído el de Uriarte. Luz de agosto lo leí hace tiempo y ya no me acuerdo.
Qué buena pinta Levé.
Te haces de rogar pero sigues escribiendo lo mejor.
Un abrazo.
Qué curioso, amigo Mabalot, que los dos hemos hecho casi al mismo tiempo una lista de lecturas (aunque la mía de solo tres meses).
No compartimos ningún título, pero esto es bueno. En la variedad está el gusto (al menos esto se dice). Tomo nota de tus sugerentes recomendaciones para futuras lecturas.
Saludos.
Tomo nora de Iriarte. Cuando oigo hablar mucho de un libro no puedo parar hasta que lo leo. Me encantan los diarios. Un cordial saludo
Apunto el de Tanizaki. Lo descubrí el año pasado y será, la que mencionas, la tercera novela suya que me lea.
Gracias.
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