13/1/09

Empezar a vivir

El señor Jabois acaba de publicar su primera novela.


"Ciertos días tenían la impresión de que no habían empezado a vivir", dice Perec en Las cosas. Y eso es lo que parece sucederles a los personajes de A estación violenta, la primera novela de Jabois, que no empezaron a vivir, ni ganas que tienen. Natural. Si lo sé no vengo, como decía la tele, o me hago poeta, o jipi. Pues ahí están estos personajes, estirando al máximo ese paso de joven a señor y agotando todas las posibilidades. Para ello recurren a la mistificación, a la extravagancia, al alcohol, al espejo, a la poesía, al egotismo de la tristeza. Ya saben que los punkis se engañaban; sí, hay futuro, pero es casi peor que si no lo hubiera, o eso creen ver ellos un poco a lo lejos, con la mano de visera y los ojos entrecerrados. Se supone, por suponer algo, que hay una raya en el suelo que separa el limbo de la vida. ¿Qué limbo? ¿Qué vida? Será lo de afeitarse todos los días, aparcar el encandilamiento de la nada (la nada o el techo mirado fijamente y las manos de almohada), hablar con gente que no nos gusta, escuchar lo que no queremos oír; en fin, la vida, hacerse un seguro para la jubilación, lavar el coche, comer lentejas, hacer footing, follar los sábados. Después ya sólo volvemos al limbo, a ese limbo, en sueños, o de forma violenta quizá, despojándonos de todo y todos y corriendo atrás como uno de esos personajes de película bélica que se vuelven locos y corren suicidas hacia el enemigo gritando y bueno, ya se sabe cómo acaban. Unos personajes, los de esta novela, que se mueven en ese terreno fronterizo donde casi todo se decide.

Literariamente, el libro alcanza momentos de gran altura. También es verdad que pertenece al género primeras novelas, pero eso incluso la hace más atractiva, más atrevida, un poco más puta. Bien, no sé si es una obra de inspiración faulkneriana, como decía alguien (Faulkner que estás en los cielos…), si hay ecos más bien de un Marías, de un Fitzgerald y hasta fragancias valleinclanianas, pero lo que sí sé es que hay fragmentos que de por sí valen la lectura de esta novela y de todas las que vengan de la mano de Jabois. Que sean muchas.

En la página 130, que es en la que voy, me encuentro, por ejemplo, esto: "Ademáis dos cheiros, entusiasmábanme certos rostros de xeometría exacta, normalmente de beizos circulares e carnosos, de fazulas anchas e cellas longas e escuras. Atopábaos normalmente en froiteiros e mozas de dezanove anos, e cando daba con algún desatábase unha pequeña euforia no meu interior que lamentaba non compartir con ninguén. Houbo días nos que tamén me aledaba ver semáforos en laranxa, mulleres xa maiores embarazadas, nenos aos que se lles esquecía subir a petrina ao saír dun baño público, olivas negras nunha cunca de barro, a espuma da cervexa aínda pegada a un vaso de tubo, señores con chapeu de á ancha, nenas de menos de cinco años con paraugas e caixas baleiras de peixe amontoadas ás portas dun mercado."

(A estación violenta, Manuel Jabois, Edicións Morgante, 2008)

7 comentarios:

conde-duque dijo...

Deseando que me llegue para leerla. Esa cita pone los dientes largos...
Aunque hace mucho que no leo en gallego, supongo que me pisparé de las cosas ¿no?
De por sí este libro ya es un gran acontecimiento, al menos para nuestra modestísima Generación.
Enhorabuena a don Jabois.

M. dijo...

Jo, Mabalot. Muchísimas gracias.

Por leerla, primero. Por lo que escribes de ella, después. Eres generoso y te lo agradezco. Tiene esa novela tan poco que ver conmigo (tan poco que ver con nosotros, también, y de lo que aquí se habla sobre literatura y demás) que valoro muchísimo tu atención. Esto es lo primero que leo escrito, mi primera crítica, si eso vale en la pluma de un amigo querido.

Y mi agradecimiento es tanto y tanto y tanto y tanto, que el marisco y el vino de la comida en Santiago del día 23 corre por mi cuenta. Qué cojones, esto es Literatura: el crítico pone bien la novela y el escritor se la paga.

PD: En breve espero un intercambio de roles, eso sí. Forte aperta!

PD2: Modestísima Generación, Conde, veremos. Que yo tengo un ego del demonio que no me cabe en el cuerpo :) Abrazo fuerte, espero que os llegue el viernes.

M. dijo...

Hostia, neno, qué foto has puesto. Qué maravilla, qué barbaridad. Y yo de gilipollas leyéndote con ese monumento arriba...

Mabalot dijo...

jajajaja... "esto es Literatura; el crítico pone bien la novela y el escritor se la paga."
Nada, nada, que sean muchas las mariscadas que me pagues. Y yo a ti.

Esto que dices sobre lo mucho o poco que tiene que ver contigo la novela da para algunos comentarios o para pensar en ello; ¿Acaso tiene con ver algo con el autor un libro cuando se publica? ¿No es el plazo de varios meses o años demasiado largo para que uno siga metido en aquello?

Supongo que ya uno después gestiona la literatura de otro, como si fuese el agente de alguien que conoce pero que no es él.

Bueno, un abrazo.

M. dijo...

"Supongo que ya uno después gestiona la literatura de otro, como si fuese el agente de alguien que conoce pero que no es él".

La certeza primera es que hay párrafos de ese libro que pertenecen a una edad muy concreta, 21 o 22 años, en la que estaba viviendo la precuela de lo que luego se cuenta en la novela. No de esa forma ni sujetándome a esos excesos, pero sí en el tiempo de las ambiciones doradas y, como escribo, los "sueños intactos". Se reconstruyó todo años después, con 26/27, y así se quedó hasta que ahora, hace unos meses, quité unos barroquismos que se sumergían, sin escrúpulos, en la cursilada. En la cursilada latinoché, casi te diría, muy del estilo de autores horrendos que ni me vienen ahora a la cabeza, no se vayan a buscar en Google.

Tres años, tú lo sabes bien, dan para mucho. Y uno bascula y sigue leyendo, y gira la cabeza y mira de soslayo otras cosas. Puedo decir que mi idea de la escritura, y del fin literario en suma, apenas tiene que ver con esto que se ha publicado. No me reconozco de la misma manera que tampoco me reconozco besando a tal chica o rechazando tal trabajo a esa edad, o decidiendo cosas que uno creía definitivas porque al fin y al cabo hay juventudes arriesgadas que uno cree inmortales. No hablo de madurez, que es una palabra muy folclórica y habría que alejarse un poco de ella, sino de cambio de régimen.

Mi ritmo era otro, como explicó con lucidez un amigo, y yo por lo tanto era otro. La puntuación, los adjetivos, la atmósfera que uno entiende irrespirable y es sólo el amago de un crochet, el pálido esbozo de un uppercut. Pero era así, hasta el mundo entonces era así, y también creía con diez años que una derrota del Madrid era el fin del mundo, y me sorprendía mirando un cuchillo en la cocina con sabe Dios qué infantiles y criminales pretensiones.

Hay algo que dice la protagonista, que es una frase preciosa de un científico del que ahora no sé el nombre. La frase original viene siendo que tal y como está organizada la Naturaleza, era evidente que el Universo sabía que veníamos. En esa ambición se mueven ellos y, en consecuencia, su inexperto creador, tratándolos como muñecos en el capricho de su primera obra.

Pero aún no queriéndola en exceso, es curioso cómo la tarea de hacerla y más aún, enseñarla (publicarla), desembocó por sorpresa en la primera frase de lo que ahora ando escribiendo: "Nunca se acaba por querer a nadie del todo". Eso, más que el inicio de nada, es el punto final de A estación violenta.

¿Tiene que ver el autor con lo que ha escrito? Desde luego, pero muy a su pesar. Si yo leo este comentario que te he hecho de corrida (y lo leeré, pero con motivaciones no sentimentales sino puramente ortográficas), podría estar remozándolo hasta la muerte. Como Cezanne pintó la montaña, así nosotros con las palabras. Sísifos estúpidos, cada vez tengo más claro que tenemos que despojarnos de las cosas antes de que las estropeemos de verdad, y apechugar luego con lo hecho.

Que es lo que estoy un poco aprendiendo a hacer.

PD: ¿Comemos el viernes 23 entonces en Santiago?

Mabalot dijo...

Gracias por el comentario, una gozada.
"Sísifos estúpidos, cada vez tengo más claro que tenemos que despojarnos de las cosas antes de que las estropeemos de verdad, y apechugar luego con lo hecho.

Que es lo que estoy un poco aprendiendo a hacer."

Sí, sí, yo también estoy aprendiendo eso. A lo hecho pecho.

Lo del 23 te comento por email, pero en principio sí.

toño dijo...

...(...)"porque al fin y al cabo hay juventudes arriesgadas que uno cree inmortales.".
pero creo que acaban terminando ..,o tu con ellas o ellas contigo por eso entiendo que mejor, efectivamente ....despojarnos del efimero disfraz del pasar de los años y edades ....y mudar a otra calidad ..¿?¿?madurar¿?¿?..si sera eso ..rara palabra .

un fuerte abrazo Manuel,mucha suerte con la novela ...