19/6/07

Ayer por la tarde

Tienda de móviles. Cinco y pico de la tarde. Media docena de móviles esparcidos por el mostrador de cristal; todos me parecen bien, o todos me parecen mal. No sé. Me fijo más; hay uno que parece una barrita de chocolate, pero es muy caro. Ese estaba bien. Un Sony Ericsson. Japoneses y suecos. Japosueco. Me quedo mirando, embobado, a todo el rebaño de aparatos. En cualquier momento a algunos les saldrán unas patitas y echarán a correr por el cristal, como cucarachas con bluetooth. Miro afuera, a través del cristal; está diluviando, el agua cae haciendo ruido de latigazos. Ni siquiera pasan coches. La vendedora teclea en el ordenador, muy apurada, manda mensajes, canjea puntos, recibe mensajes, cambia tarjetas, está histérica, aunque no hay nadie más en la tienda. Parece que va a salirle humo de las orejas de un momento a otro. Es pelirroja y las pecas le llegan hasta donde alcanza la vista, allá por el canalillo muy abierto, como una de las Rías Bajas. Habla muy rápido. Mi corazón late muy despacio, y todo sucede muy despacio (a pesar de que veo a cámara rápido a la vendedora) pues apenas he dormido esta noche y acabo de comer hace poco.

De repente, como en uno de esos salones/tabernas del oeste americano, se abre la puerta y entra una señora, que lleva una gabardina enorme, empapada. El rumor de la calle se convierte en escándalo y se cuela en la tienda con la señora. Lleva un paraguas en la mano, como un rifle, que chorrea en el suelo. Bajo el brazo una caja envuelta en una bolsa. Se acerca al mostrador. Mi vendedora le echa un ojo a la señora. Tiene ésta una cara que parece (siguiendo con la película de vaqueros) un indio viejo, incluido la coleta, el pelo gris y el aspecto de haber salido del infierno. Sale una mujer de detrás de una puerta, con una cara de bruta que impresiona. Es esta vendedora grande como un portero de discoteca y los labios pintados y los coloretes le hacen el efecto de ir disfrazada, como esos machotes que se visten una falda en carnavales y se pintan la cara y salen a hacer el putón verbenero por ahí, moviendo mucho el bolso. La señora tira la caja que lleva al cristal del mostrador. Si no fuese porque ya estaba mirando levantaría la cabeza a ver qué pasa. ¿Dónde está la tarjeta? La vendedora no se amilana. ¿La tarjeta? A mí que me dice, yo no le abrí la caja... La señora, más alto, repite; ¿Dónde está la tarjeta? Por el tono apostamos a que se va armar una gorda. La vieja está muy desmejorada por el trato de la vida, que no la tuvo haciendo calcetas, aunque tiene riñones, pero la vendedora/armario parece acostumbrada a lidiar con cosas peores. Nos la imaginamos en uno de esos bares en los que hay que sacar a alguien a hostias, y que conocemos de películas.

La discusión sigue por el mismo camino, que sí, que no, que la tienes tú, que me revisen señora. En cualquier momento la vieja pasará a la acción; sacará una guadaña de debajo de la gabardina, sospechosamente larga, y segará la cabeza de la vendedora/armario. La cabeza rodando por el suelo y dejando un reguero de carmín y sangre, con la cara de paleta decapitada, pues es sabido que a los decapitados se les pone cara de gañán, y más si ya la tenían, que se les acentúa. Después se dará la vuelta e irá a por nosotros. Sólo me quedará tirarle la barrita de chocolate japosueca a la vieja, pero como es una zorra robótica programada para matar escritores fracasados y a fracasados en general ni se inmutará, sonará a metálico el golpe en la sien, y con un movimiento rápido dejará a mi mujer viuda y la vendedora histérica dejará sin chollo a su psiquiatra y al chucho sin comida.

Mi mujer se sentirá culpable por haber perdido su móvil, por mandarme a comprarle uno, y como los genes son los genes se verá obligada a hacerse el harakiri con el cuchillo del pan, y la cadena continuará etcétera etcétera hasta que a alguno de vosotros, sabios lectores, os llegue el dominó de este destino clavándoos alguna de sus garras en vuestro pacífico tejido adiposo. Todo bastante trágico.

Pero fue lo que pasó otra cosa; en ese preciso momento en el que la vieja parecía a punto de sacar la guadaña, de repente, se vino abajo e imploró una solución casi llorando, pues en su casa la iban a matar,
como una voz lastimosa que ponía los pelos de punta, y lo dijo muy rápido como para que la oyéramos sin saber muy bien si habíamos oído bien. Es más, no estoy muy seguro de lo que oí. Impresionaba el cambio de tono, de estrategia, de la amenaza al ruego en unos segundos. Al final, después de hablar mucho más, dijo muchas gracias y se fue. No sé de qué hablaron ni cómo se arregló el asunto porque perdí el hilo al ver que no había sangre ni que estaba en juego mi vida.

Estos días, aguijoneado por algunas referencias muy oportunas de Conde-Duque, me he dejado caer por la prosa de Dickens. Hay un capítulo de Una historia en dos ciudades (traducción de Manuel Vallvé, Círculo de lectores, 1968) que empieza así;
"Es un hecho maravilloso y digno de reflexión que todo ser humano esté constituido de modo que resulte un secreto profundo y también un misterio para los demás. Y se me ocurre la idea solemne, cuando entro por la noche en una gran ciudad, de que cada una de aquellas casas apiñadas encierra su propio secreto, de que cada vivienda también conoce su secreto que le es peculiar; de que cada uno de los corazones que laten en los centenares de millares de pechos que allí habitan es, en alguna de sus imaginaciones, un secreto para el corazón que se halla más cerca de él."
Dickens' Dream - Robert W. Buss (1804-1875)
Y esto no es nada menos que el principio de toda novela, de casi toda escritura. Por do quiera que el hombre vaya lleva consigo su novela, nos dice Galdós en Fortunata y Jacinta, y nos acordamos de la vieja saliendo de la tienda con su novela de terror a cuestas, una Matanza en Texas o por ahí. O a lo mejor no y todo es delirio de uno.

15 comentarios:

conde-duque dijo...

Pues no sé si es delirio o no, pero me atrevo a decir que este es el mejor texto que he leído en este blog, que es como decir en todos los blogs, porque la prosa de aquí no la hay en ningun otro.
Hoy es buen día para repetirlo, amigos visitantes: aunque no seáis conscientes, estáis presenciando el surgimiento del mejor escritor de su generación (y no hablo sólo de la Generación del 2007, que por ahora somos dos, sino de todos los demás en un arco de 15 años, seggún Ortega). En fin, un verdadero Solana del siglo XXI. Los demás nos dedicaremos, básicamente, a leer y disfrutar con sus textos.
He dicho.

PD: ¡¡¡Una japosueca, eso sí sería la perfección!!!

Mabalot dijo...

Repítelo, repítelo, que se sepa: Pena que no trabajes para el Babelia, que vende muchos libros, o mejor aún, para la ministra Calvo, que maneja mucho presupuesto y lo acaba mal repartiendo.

Lo que está claro es que llevado por una verdadera fraternidad virtual, de intercambio de letras casi a diario, con auténtica identificación en gustos literarios, te pasas varios pueblos y dices cosas que no voy creerme ni de coña (aunque anima), sobre todo por mi bien. El entuasiasmo de un amiguete regocija porque vemos que le hemos hecho pasar un buen rato.

Si entretiene está bien, y si emociona, y a cuántos más mejor.
Es un honor, Conde. Muchas gracias.

conde-duque dijo...

Lo repito, lo repito. Y tú, hala, a seguir escribiendo, cuanto más mejor. A ver si pronto nos sorprendes con una novela o lo que sea (quiero decir, un libro), para disfrutar el rato largo... Yo te la vendo por aquí, si hace falta, que en eso no hay problema. Escribe, escribe. Alea jacta est.

Mabalot dijo...

¡Me voy a comprar una mesa camilla!

conde-duque dijo...

Ah, y sigue leyendo a Sir Charles, que te sienta muy bien.

Mabalot dijo...

Of course, que lo disfruto mucho. Estuve leyendo también un libro/diario de viajes sobre Italia de Hyppolite Taine, y aunque no es Dickens tiene su gracia. Quizá conoces algún libro de este tipo, además de sus filosofías.

Portarosa dijo...

Para que esto no se quede en diálogo, intervengo. Y lo hago alegrándome de no ser el único al que este texto le ha parecido magnífico (me suena un poco sobreutilizada, esta palabra, pero bueno). Maba, no sé si es tu mejor post, pero, de verdad, me ha encantado, creo que está muy bien escrito, muy bien. Ese estilo tan personal, siempre con humor, socarrón, riéndose de ti y de todo pero sin pasarse... en fin, que olé.

Ah, eso sí, por tu bien es mejor que no te creas mucho nada de esto. Da igual que sea verdad; no te lo creas, y apunta más alto pero sin perder contacto con el suelo.

Un abrazo.

DIARIOS DE RAYUELA dijo...

No sé si Galdós acertaba en lo de que cada hombre lleva consigo una novela, lo que queda claro es que a muchos se les ve el cuento enseguida. Y tu lo has transcrito de modo impecable y añadiendo las citas al final, lo que no deja de ser una transgresión original e interesante (se opta siempre por la cabecera). Felicidades y un abrazo.

Daniel Pelegrín dijo...

Pues sí, es muy bueno, socarrón desde luego, pero además es que el lector (por lo menos éste) consigue representarse y vivir esa situación en la tienda de móviles, es muy visual. Salud

Alexandrós dijo...

Sigue así Mabalot, sigue así y terminarás en El Corte Inglés firmándole libros a señoras armario de gabardina enorme. A este paso acabarás siendo un escritor. Por cierto, ya quisieran algunos escritores firmar una entrada como esta.
Enhorabuena y un abrazo

Mabalot dijo...

Jejeje... qué comentarios tan interesantes hoy. Los voy a enmarcar.

Tranquilos; no me lo creo. Con que os lo creías vosotros me conformo. Yo soy escritor del género "novelucha", del que hablaba el maestro Castellote; ¿Qué haces? Aquí, leyendo una novelucha. En este caso relatucho.
Cuento le echo yo, Diarios, eso me parece. Porto, tú ya eres como mi papá virtual; ese papá virtual que nunca tuve... no te conozco pero es como si te conociera de toda la vida.
Gracias, un abrazo a todos.

No estaría mal, como dice Alexandrós, acabar en El Corte Inglés firmando libros a señoras. Sería gracioso, y además regalaría ejemplares a las cachondas, porque soy un caballero... Eso debe ser el éxito...

Os dejo una cita de Cela que viene al pelo:
"A mí, lo que me gusta de la literatura es el hecho de escribir; si después me publican una bella edición, muy agradecido; una buena crítica, pues también; si se vende, pues usted verá; pero todo eso no importa; lo que importa es el hecho de escribir."

Pues sí, eso, ni más ni menos. Gracias.

Alfonso dijo...

Joder, Mabalot, eres bueno hasta para las citas. Con todos estos retratos y situaciones que estás poniendo en el blog tiene que salir un libro como los de papá Cunqueiro, por lo menos. Si lo publicas, avisa, que yo me lo compro

Mabalot dijo...

Ojalá. Escribo aquí a la buena de dios, sin ambiciones mayores que pasar un buen rato y mantener el blog más o menos alimentado.

Un saludo, amigo.

Anónimo dijo...

Me añado, me añado a la moción. La situación y las palabras empleadas para describirla son ambas magníficas. Ya podría copiar mucho prosista "sajonizado" ese estilo y ese ojo.
Lo del libro es indispensable, que en los ordenadores se lee muy penosamente, o por utilizar una expresión un poco bruta del padre de un amigo, referida a los condones, que se puede ampliar a leer en ordenador: "joder con preservativo es como lavarse los pies con los calcetines puestos"
Salud.
julionarrow

Anónimo dijo...

La verdad es que yo he llegado a tu blog porque buscaba el retrato de Dickens y he leído el post y me ha encantado:) Con las cosas que se ven en algunos blogs, me ha maravillado tu manera de narrar. No te conozco de nada pero por los comentarios que te han dejado veo que te gustaría ser escritor. Yo no soy experta en literatura pero me gusta leer y si escribes un libro de la misma manera que has escrito este post, no dudes que lo leería. Ahora estoy con "El cuento número 13".