25/2/07

Azorín va al rastro

"Vamos hacia abajo, junto al Botánico, en busca de la feria de los libros. [...] La feria de los libros la componen quince o veinte barracones de madera. Toda la anodinidad, toda la grisura, toda la vulgaridad de los libros inútiles está aquí. Es enorme la cantidad de libros absurdos que han sido publicados.

En montones, revueltos, sobre tableros, podemos contemplarlos. Todos estos libros vulgares representan, por lo menos, un momento en una vida humana. Lo que ahora nos parece insignificante, ha animado durante un instante un espíritu. ¿Qué sabemos las manos que han vuelto las páginas de este pobre libro? Nosotros mismos, en la soledad del campo, sin nuestros libros dilectos, hambrientos de lectura, ¿no encontraríamos también placer en la lectura de este volumen anodino? En parte, en gran parte, el libro es nuestro propio pensamiento. Muchos de estos volúmenes de la feria nos serán inútiles. Acaso, sobre basto papel, con borrosos tipos, veremos estampado pensamiento sencillo, natural, de un hombre ignorado que un día se puso a escribir sin saber nada. En los pueblecitos de Castilla -como en otras partes- ha habido de estos hombres que escribieron un día y que nadie sabe que han escrito. En ellos, el pensamiento puede quedar expresado en forma afectada y laberíntica -sugestión de grandes autores-; pero puede también estarlo sencilla y limpiamente, con la sencilllez y la limpieza de una fuente en la montaña. Una mañana de otoño, curioseando en la feria de los libros, hemos encontrado uno de estos volúmenes."

Sí, de mayor daba un poco de miedo
Los libros de ensayos de Azorín son un gustazo; quizá demasiado puros para nuestras narices habituadas a tubos de escape y otras cochinerías. Es un colador; filtra la literatura castellana a través de su pluma. Inventa un castellano (el castellano francés, de frase corta) y limpia de rastrojos y estupideces los clásicos, quiero decir, lo que se dijo de algunos clásicos.

Pero; ¿alguién lee hoy a Azorín? ¿Será Azorín uno de estos hombres que escribieron un día y que nadie sabe que han escrito?

8 comentarios:

conde-duque dijo...

Pues yo no lo leo mucho, la verdad es que cuando lo he intentado me aburre un poco. Seguramente no he dado con los libros buenos. En su día me gustaron mucho las "Confesiones de un pequeño filósofo".
Otro que está hablando de la Cuesta de Moyano ¿no? Como ves, Mabalot, pese a los tubos de escape la vida no ha cambiado tanto... Hay hilos invisibles que nos conectan a algunos con el pasado.

Mabalot dijo...

Sí, lo de hilos es cierto; casi se ven. ¿Azorín? De las novelas... ya dejaron el purgatorio; ahora están en el olvido, y con razón quizá. Sus ensayos están ahí, aún, pendientes de que los nuevos escritores les den coba o no. Lo que lo pierde quizá es su carácter, de zombi, un poco estático, pero vaya libros qué tiene; son artículos de página y media, uno tras otro, a medio camino entre la poesía y el ensayo.

Se merece menos purgatorio, creo.

Anónimo dijo...

Azorín, a quien comencé a leer en una etapa de la vida en la que uno está ya de vuelta de los ‘saltimbanquis’ del idioma, me parece un escritor fundamental. En los últimos años he leído unos cuantos libros suyos: ‘Los clásicos redivivos. Los clásicos futuros’, ‘Castilla’, ‘La ruta de don Quijote’, Una hora de España (entre 1560 y 1570)’, ‘Ejercicios de castellano’, ‘Posdata’, ‘Los pueblos’ y tengo a mano para devorar en cuanto pueda ‘El pasado’, donde reincide en algunas de sus pasiones más queridas: El Arcipreste, El ‘Lazarillo’, Juan de Valdés, Valdés, Santa Teresa, Fray Luis, Quevedo como traductor…
Azorín es una maravilla. En ‘Una hora de España’, que fue su discurso de ingreso en la Academia, en 1924, Azorín reivindica el espíritu español y por sus páginas desfilan, a modo de estampas o escenas, Cervantes, Felipe II, Gracián, Santa Teresa, Fray Luis de León, Quevedo, San Juan de la Cruz, la Celestina, junto a personajes anónimos y ‘esenciales’ en esa hora española: los pastores de la Mesta y los trashumantes, los autores de teatro, el espadero, el hidalgo, los eremitas, el labrador. Azorín conduce al lector con naturalidad, sin artificios, a través de un discurso sazonado de inteligencia y ponderación. En ‘Castilla’ o en ‘La ruta de don Quijote’, Azorín coloniza una nueva sentimentalidad, una mirada nueva a un paisaje hundido por entonces en el fango de lo obvio, en el arenal de lo cotidiano, de lo inapreciable. Y otra cosa deliciosa: su riqueza léxica, a veces creo que deliberadamente anacrónica, con términos que ya debían ser ‘añejos’ en la primera década del siglo XX. La prosa de Azorín me parece muy elocuente, muy certera, aunque pueda parecer sarmentosa. Acaso me guste tanto porque me parezca un barroco a la inversa.
Bueno, me he extendido demasiado. Pero en fin, yo soy uno de esos que todavía leen a Azorín. Un abrazo.

Mabalot dijo...

"Un barroco a la inversa". La mejor definición que haya oído o leído de Azorín, y algo sobre él he leído.

Don Juan; el libro es suyo; "Azorín, un barroco a la inversa"

El comentario es para enmarcar, amigo. Sí, los "saltimbanquis del idioma"; la verdad es que le salen en ese comentario unos cuántos términos que son la leche.

Bueno, los libros que comentan son los que a mi me gustan; ya digo, los ensayos, o así llamados. Las novelas no valen tanto. Azorín es necesario, su visión es muy clara, secilla; nos ayuda a leer. Pla sale de él, como se sabe. Pla escribe en azoriniano.

Un gustazo leer esos comentarios. Un abrazo.

Portarosa dijo...

"...un hombre ignorado que un día se puso a escribir sin saber nada."
Ése soy yo.

"...estos hombres que escribieron un día y que nadie sabe que han escrito. En ellos, el pensamiento puede quedar expresado en forma afectada y laberíntica -sugestión de grandes autores..."
Y éstos, muchos bloggers (también yo, claro), ¿no creen?

Muy buen post, y magnífico comentario de Juan, desde luego.

Un abrazo. Sí que es un gustazo, sí.

Mabalot dijo...

Nadie sabe quién es usted en realidad, nadie sabe su nombre real, pero le lee mucha más gente que a uno de esos prodigios que se sacaba Azorín de la manga.

Esto de los blogs está claro que no es un medio para quedar, como dicen, para que nos lean los lectores de dentro de cien años. ¿Pero nos importa que nos lean dentro de cien años?

Qué va, o si nos importa no es este el medio adecuado para gastar nuestro tiempo y energías.
Esto me parece algo así como una tertulia; una tertulia leída.
Saludos.

Portarosa dijo...

Yo lo tengo claro: los blogs no sustituyen a la lectura (aunque le roben tiempo), sustituyen conversaciones, que es lo que son.

Saludos.

momo dijo...

Sé que es una entrad de hace tiempo, pero hoy se la he enviado a un amigo.
http://angelessobreberlin.blogspot.com/
y además estoy encntada de haberte encontrado.
un saludo