17/7/12

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Dora Diamant (1898-1952)

Empiezo el libro de Citati pero me satura tanta poesía que nunca se olvida de ser poesía. La prosa perfecta siempre la dejamos para mañana. Citati hace lo que uno quisiera hacer con Kafka, y con cualquier cosa, desordenarlo. Personalmente. Pero es que Kafka se me estaba ordenando, lo veo ya mejor y busco las grietas. Así que no sé si me conviene el Kafka de Citati. Exige, veo, que el lector esté a su altura; no es un lector al que asesorar o instruir; es un lector que ya viene enseñado, que ya sabe de que hablamos sin necesidad de explicarlo todo. Citati conoce al dedillo la obra de Kafka y sobre Kafka, y de esa forma lo reescribe. Tiene la gracia de la biografía que está a punto siempre de convertirse en autobiografía, como si el propio Kafka resucitase para escribir el libro definitivo sobre sí mismo.

Releo La condena, ese punto de inflexión entre las prosas de Contemplación y su obra posterior. La condena también es alguna frase de la traducción que se me encalla; si supiera alemán. Ha tenido que ser un alemán de judío rodeado de checo por todas partes la base de la llamada mejor prosa alemana del siglo XX. Curioso.

Dora Diamant, que confiesa haberle quemado algunos papeles delante de sus narices (cuando vivió con ella su último año de vida en Berlín), habla al final de su relato de su vida con el escritor sobre el alemán de Kafka: "Años después he leído a menudo libros de Kafka, siempre con el recuerdo de cómo me los leía él mismo en voz alta. Al hacerlo, sentí hasta qué punto la lengua alemana se interponía en mi camino. El alemán es un idioma demasiado moderno, un idioma demasiado actual. El mundo de Kafka demanda una lengua más antigua. En él hay una conciencia inveterada, viejos asuntos y un viejo temor. Su mente conocía matices más finos que los que en general puede concebir la mentalidad moderna. No es el representante de una época, como tampoco de un pueblo y su destino. Del mismo modo que su realismo no reproduce la vida de todos los días, su lógica es absoluta, comprimida, y en ella sólo se puede vivir durante unos breves instantes."

Hay que decir que Kafka ya tenía un nivel aceptable de hebreo cuando murió. ¿Era esa la lengua que a Diamant le parecía más adecuada para el mundo de Kafka?

Respecto al sionismo de Kafka la cosa no está nada clara. Tan poco clara como para él. Afortunadamente. Están las tabernas llenas de gente que tiene las cosas muy claras. Sin ir más lejos el propio don Hermann Kafka, padre del honorable, lo tenía bastante claro; su hijo era un zángano, su condena. 

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