24/6/12

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No me extraña que el fundamentalismo cientificista provenga de personas ajenas a la ciencia. No han visto una probeta en su vida, pero encuentra que a casi todo les falta orden, rigor, método. Es un poco como el patriotismo; siempre se hace destacar el menos legitimado para hablar de esencias. Es una fe posible hoy en día, la ciencia, y a algo hay que agarrarse. Tener un suelo y caminar, hacerse un suelo quiero decir. Yo mismo, que soy de pueblo, no permito que se maldiga a las aspirinas en mi presencia. A mí con hierbas; ¡al jarrón las hierbas! Siempre tengo un testigo de Jehová que echar a la cara del otro, si es que el otro cree en humos mágicos, maldiciones o sanaciones homeopáticas. Puedo ser un aburridor positivista, vaya si me ha calado la lección. Pero, eso no es todo. Hasta yo lo sé. Hay grietas, y en alguna grieta me he quedado. Ah, el lenguaje, que no es comida, pero casi. El lenguaje, una artesanía mágica, eso sí. Y con las palabras se aproxima uno, cala al otro, y se deja rodear de frases. Difícilmente se puede hacer algo más que el ridículo en bata blanca, cogiendo las frases del otro con pinzas para comprobar si la verdad es tan sumisa como un rata de laboratorio. La literatura es todavia tierra virgen. Carrére, por cierto, qué ingenuo. No debería entrevistarse a nadie que escriba, para evitar en lo posible cualquier riesgo.

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Si no fuese porque ganar lo compensa todo, sería difícil olvidar esa misa futbolística que son los partidos de la selección. Pero en los demás partidos es peor. De este fútbol de la Eurocopa ya sólo valen la pena las cervezas que nos tomamos, las exclamaciones tormentosas, la intriga en algunas caras, el pitido final del árbitro.

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Pero la selección española es una versión, digamos, edulcorada, de ese fútbol de posesión asociado al Barça. Cierto, equipo mejor no hay, uno a uno; falta Messi, pero. No, era bueno el cola-cao de esos años, no hay duda. No crecieron mucho, es verdad. De todos modos los altos no se llevan tan bien con el balón. Claro que mientras el Barça se electrifica arriba, funciona con la intención de marcar, la selección sólo parece querer dormir al contrario (ojo, no hipnotizarlo), dormirlo, con zetas y todo saliendo en carrusel de las cabecitas del contrario, gabachas o lo que sea. Y de paso al público. Un fútbol sin levantar mucho la voz, sin la obligación de ver portería. ¿La portería? Es lo de menos.

Tampoco les ha ido tan mal.

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