Echo un vistazo a El legado de Humboldt. En el sofá, derrumbado, por fin el sol entrando por la ventana. Sí, leo, torrencial, con metáforas maravillosas de vez en cuando. Cosa fina y al mismo tiempo como una cascada que no acaba nunca y que dejamos ya por incansable. Se cansa uno de su perseverancia. Pero tengo lección para rato. Creo.
En el cuaderno, donde anoto cada avistamiento de tierra, escribo; "La lección de Bellow es fundamental; no estamos en una puñetera película. No hay que poner un suelo siempre debajo."
Cosa de novelas.
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La película que he visto es de uno de esos directores que odian a los que van a ver películas, sobre todo si uno elige la suya.
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