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Es tan alto que se mira los pies como si no fueran suyos. Y al andar confirma, efectivamente, que no son suyos. Parece que esté deseando quitárselos de encima, como la que en una fiesta lanza los tacones al aire.
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Leemos el periódico cada día como para no olvidarnos de darles de comer a los peces. De todas formas nos olvidamos y cuando nos acordamos se les ve muy agitados. Se mueven como insultándonos. Y con razón.
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El perro, en brazos de su dueña, nos mira desconfiado, como si le fuésemos a morder una oreja. La dueña, lo mismo. Y vuelvo a la perra.
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Si fuese pintor me pasaría la vida dibujando manos. Seguro que necesitaría varias vidas para hacer una que estuviese bien. Lo mismo que al escribir; me paso la vida dibujando manos.
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Cuando se encuentra mal me pide consejo, como si en cuestión de enfermedades y medicamentos le llevase dos vueltas de ventaja. Entonces me hago el interesante. Y digo; Lupus. Pero sólo tiene la garganta irritada y dolor de cabeza.
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