*
De la palabra CLUB; efectivamente, en esa palabra la primera letra en fundirse solo podría haber sido la U.
*
No sé por qué Umbral ha salido últimamente en varias conversaciones. Algo de culpa tendré, aunque ya hace siglos que no puedo leerlo. Y en cambio, de esa niñez de adolescente tumbado en la cama como un romano con el libro atrapado por dos dedos, a Umbral le debo mucho. A sus libros de literatura les debo haber leído a Galdós, Azorín, Baroja, tres de los escritores que él no soportaba y de los que ha repetido hasta el delirio una serie de tópicos que todavía perduran; a saber, que Galdós poco tenía que ver con la literatura y más con la historia, siendo además un escritor muy vulgar según él; también que Azorín era un escritor incapaz ante la metáfora, con una escritura cobarde que solo se atrevía a jugar con los adjetivos; a Baroja no lo soportaba por el poco interés que parecía tener el vasco por labrarse un estilo literario, y también por unos diálogos de novela que Baroja acaba transformando en teatro (el nombre del personaje antecediendo a los diálogos) por ahorrarse explicaciones de quien hablaba o dejaba de hablar. Esto, a Umbral, le parecía el colmo de la chapucería. A Baroja y a Galdós es obvio que les envidiaba la facilidad para escribir novelas, y novelas con vida, no esas cosas de cartón piedra que le salían al ilustre columnista. Claro que como columnista era de la poca literatura que llegaba a los periódicos, y ya nos daba igual que defendiese una cosa y su contraria, incluso en el mismo artículo, o en la misma frase, lo que era bastante habitual. Umbral se nos ha ido cayendo por el barranco, como una lavadora vieja en un vertedero.
No hay comentarios:
Publicar un comentario