28/11/11

Apariciones y desapariciones de Felisberto Hernández

La máquina/ piano de Héctor Q.

Tengo intenciones modestas. La casa está en silencio y por fin ha salido el sol. Supongo que afuera el asfalto deslumbra como un espejo y los canalones gotean unas gotas frías y gordas que muy de vez en cuando se le colarán entre la camisa y el espinazo a un niño. He cogido el Diccionario de autores latinoamericanos de César Aira. Lo hojeo, como se hojea el archivo de una institución psiquiátrica. Es una edición argentina (editado por Emecé y Ada Korn Editora). Antes de que me lo regalaran pensaba que sería un diccionario abiertamente subjetivo, dentro de la sobriedad de tono característica de Aira, y sin llegar por supuesto a la belicosa parcialidad de un Umbral revisando autores. Ese “Azorín escribe cobarde“, por ejemplo, antológico, caprichoso, bastante cabrón. El diccionario de Aira es un diccionario más o menos riguroso, o que pretende serlo, y se detiene sobre todo en autores desconocidos y olvidados del pasado. El diccionario es orden, un niño obediente que se sabe la lección; desfilan por él los autores y sus títulos. Es un diccionario que sólo podría haber escrito Aira, un hombre al que le ha interesado por encima de todo leer, y que por eso mismo quizá no ha dejado de escribir. De vez en cuando una frase se sale del escrupuloso carácter informativo habitual y desliza una maldad, como si un ordenador cascarrabias hubiese perdido la paciencia al reseñar algunos autores que no son tan interesantes como todo el mundo cree. 

Bueno; lo que importan en este diccionario son los desconocidos. Ahí tenemos a Felisberto Hernández, uno de los más interesantes que ha dado la literatura latinoamericana en el siglo pasado. [...]

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