Dicho sea esto sin ánimo de opinar, ni de tantear las razones de unos y otros, que, la verdad, me importan un bledo. Mis razones son, digamos, razones poéticas. En un mundo en el que la economía es una actividad histérica y bastante irracional en el fondo (nadie la acaba de entender, o cada cual la entiende a su manera) la razón poética es tan legítima como cualquier otra. O más. El chulesco Sarkozy y la petarda Merkel pueden meterse el dinero por el culo.
Y continuando con el argumento, Álvaro de Campos, al que últimamente releo:
Nâo: nâo quero nada.Ja disse que nâo quero nada.
[...]
Queriam-me casado, fútil, quotidiano e tributável?Queriam-me o contrário disto, o contrário de qualquier coisa?Se eu fosse outra pessoa, fazia-lhes, a todos, a vontade.Assim, como sou, tenham paciência!Vâo para o diabo sem mim,Ou deixem-me ir sozinho para o diabo!Para que havemos de ir juntos?
[...]
Deixem-me em paz! Nâo tardo, que eu nunca tardo...
***
Hablando de su vecina dijo: Es un poco triste; vive sola, ya sólo grita cuando folla...
***
No hay comentarios:
Publicar un comentario