10/5/11

Fracasar de lejos

Publicar un libro y que me dejen en paz de una vez.

A mí lo que me da mucha pereza es escribir. Bueno, escribir no. Pensar en escribir. Hacer los deberes. Si pienso en escribir ya no escribo. Porque tengo muchas cosas que hacer. Tengo que cortarme el pelo, tengo que ducharme, tengo que comer, tengo que hablar y tengo que escuchar. Con tanto hablar y escuchar y hacer que hablo y hacer que escucho ya no me quedan ni cinco minutos para escribir. Hay mucho mito con eso. Que si escribir es muy bonito. Escribir es bonito si te aburre casi todo. Casi todo lo que le divierte a los demás. Uno escribe porque es un muermo. Para no serlo uno se vería obligado a ponerse de drogas hasta arriba. O dejémoslo en gin-tonics, que drogarse también es un coñazo. Uno escribe porque no encuentra nada mejor que hacer. No escribir me pone de mal humor. Escribir casi nunca me deja tranquilo. Me deja como puteado, como el que no acaba de quitarse los hilachos del filete de entre los dientes. Es una sensación fastidiosa, como rascarse sin acabar de rascarse. Me quedo mirando a la pared mientras me hablan. Camino con prisa siempre. Fumo cada vez más aunque no fume. Llevo once años fumando cada día, y eso sin ser fumador. Antes era fumador. Últimamente no escribo nada. No tengo tiempo. No es un drama. La úlcera tampoco es un drama. Ni siquiera el dolor de muelas es un drama. Es la verdad. Tengo mucho que hablar y tengo mucho que escuchar. Tengo mucho que bostezar. Enciendo un cigarro y miro por la ventana. Quizá uno escribe para darle un disgusto a su familia al morir. Se encuentran todos esos cuadernos. Qué pensarán. Pobre cabrón. Le maldecirán a uno con lágrimas en los ojos. O me querrán más, ahora que ya estoy en el otro barrio. No sabrán qué hacer con las flores. Mentira. Uno escribe para comprarse un yate como Pérez-Reverte, aunque uno se maree en barco y acabe vomitando en el váter del yate, que hay que ser tonto teniendo todo el océano para vomitar. Si tuviese pasta me compraría un Hummer, no sé para qué. Ya me irrita conducir un coche normal para meterme en un bicho así. Quizá sería divertido mirar a las conductoras desde arriba. Ver si tienen cojones los taxistas ahora. No; podría escribir y publicar para que me respeten los niños y los segovianos. Si no publicas para un niño no eres nada, no digamos para un segoviano. Si algo no soporto son las comas mal puestas. Para eso mejor escribir sin comas. El objetivo tendría que ser escribir para no ser escritor. Hay una literatura de superdotados que no es la mía. Ahí están los grandes y todos los demás. Una literatura de escritores de verdad en la que no me veo. Yo vivo en otro mundo. Mi literatura es de andar por casa. Un fracasar de lejos, un fracasar sin darse cuenta. No me prometo nada. Escribo cuando escribo.

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