15/3/11

Nostalgia de cuando no se acababa el mundo

La vida se complica más y más. Antes aparecía Fraga en bañador y se arreglaba todo.


LA VIDA SIGUE, pero no del todo. Uno se queda encallado (y encanallado) en la noticia de última hora, en el último minuto, como si en un descuido de atención pudiera ocurrir lo peor. Y a pesar de todo ocurre. Esto no es como el fútbol. Uno ve los partidos de su equipo, no ya porque le guste el fútbol (el fútbol quizá no le gusta a nadie), sino porque cuando se levanta uno al baño a mear la cerveza el contrario siempre mete un gol. No digamos ya si no vemos el partido. Así que me quedo hasta las dos de la mañana pendiente de si esa central nuclear va a dejar escapar su veneno o no. Los expertos y los políticos de aquí, a miles de kilómetros de Japón, repiten el rollo: Eso nunca será Chernobyl. Tranquilizador, señores. Podríamos ponerle el bañador a Fraga y lanzarlo desde un helicóptero al mar, frente a Fukushima, aunque sólo sea para demostrar al mundo que la centrales nucleares son seguras, porque a Fraga, indudablemente, no le pasaría nada. Fraga es a la contaminación nuclear como esos canarios que se llevaban a las minas y al que no se le quitaba ojo por si se desmayaban. Pero Fraga está pachucho. Que se lleven a Esperanza Aguirre.

EL ALCALDE DE TOKIO tiene una teoría: Lo que le ha pasado a Japón es “un castigo divino”. Demasiado egoísmo, dice. Todos esos barcos clavados en los tejados de los edificios y en alguna colina le han recordado el diluvio universal. Eso lo dijo ayer. Se conoce que ha dormido mal esta noche y hoy pide disculpas. No todas las víctimas se merecían la ira divina. Es un nazi, me dice K, cabreada. Y no es que sea exagerado: es famoso por sus paridas escandalosas contra inmigrantes, homosexuales. Curioso, por cierto, que el alcalde de una ciudad de doce millones de supuestos ateos hable de castigo divino. Claro que los japoneses no son ateos, como asegura el bueno de Arcadi Espada. Son algo menos que ateos, diría yo. Ateo ya sería algo, algo divino. Ateo es el mínimo porcentaje de religioso que puede ser uno. Ser ateo implica haberte codeado alguna vez con dios, y negarlo; los japoneses, en cambio, a dios, no le han mirado a la cara en su vida. Así que el quiera rezar que rece; y el que quiera creer que al pagano no le afectan los rezos del creyente que lo crea. Ridículo de todas formas.

LOS NIPONES NO son perfectos. Es verdad que son educados, amables, silenciosos, no escupen en la calle, saben mucho de ordenadores y hasta les gusta el flamenco. Son sensibles y su arte no suele ser charlatán, o retórico. Si algo está demostrando esta desgracia al mundo es lo admirable que es el pueblo japonés. Como defecto podemos decir que son un poco sádicos. La prueba irrefutable, por supuesto; Humor amarillo. Pero lo peor no es eso; lo peor es que son bastante masoquistas. Véase la clase gobernante de sus últimos treinta años. Corrupción, militarismo, incapacidad para sacar al país de la crisis económica en veinte años. Y no será porque no son resultones en I+D. Japón es su pueblo, esa es la fuerza; políticamente no pasa de república bananera.

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