Yo también puedo ser uno de ellos y anotar en mi agenda el fin del mundo.
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¿Qué harían los leones si lloviese vino tinto? ¿Se darían cuenta?
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El futuro está en el folletín mal hecho, pero bien escrito.
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Los pájaros son los únicos habitantes del mundo, por eso están tan tranquilos.
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Ya sólo fumaba cuando se enfadaba. Fumar, pensó, es el castigo más justo.
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No todas las ideas las sacaba del mismo vertedero.
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Me he equivocado todo el tiempo, menos ahora.
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Ser poeta es no usar para nada al poeta que llevamos enterrado dentro, y que abre los ojos automáticamente cuando ve un buen culo.
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Cada día escribo una regla de oro. Cada día, una diferente.
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Al llorar se aflojan los tornillos. Lo oímos.
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Marear la perdiz, y después comérnosla.
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A todo le pone títulos bonitos. Unos manejan las palabras con palas y otros con pinzas.
Pero títulos intercambiables, que tanto valen para una cosa como para otra. Títulos genéricos.
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La gran duda de su vida fue cómo escribir las emes.
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