21/1/11

Mujer empanada y mujer niña

Me interesa y me molesta la política, como un vicio repugnante.

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No encuentro el detalle. A ver que lo pienso. Quizá aparece el detalle evanescente, el detalle voluta de humo. Es tan francés este libro: "El alba la tarde o la noche", de Yasmina Reza. Tiene la tontería francesa, o que se da mucho entre escritores mediocres de ese país, de no decir nada directamente. Lo observa todo de reojo, y lo pinta todo a la acuarela, como una guarrería del que mira más allá del más allá. Hasta el título es así rarito, sin comas. Lo leo creyendo encontrar un retrato de Sarkozy, no por Sarkozy, claro, sino por el libro/ retrato, que me interesa. Pero Sarko, antes de ser presidente, ya ministro de interior, es el paleto de hierro que hemos conocido por los periódicos, más de lo mismo, con ese toque infantiloide que suele aplicarse a todos los hombres desde el observatorio de hembra madre superiora.

La política es un juego de niños. Ya lo sabemos, mujer. Hasta vivir es un juego de niños. Etcétera.

Sarkozy en el avión, conversando con dos o tres periodistas: "¡Soy al fin y al cabo una fuente inagotable para vuestros artículos de mierda!". Me parece que no es para tanto.

Sigo con el Boswell, que ya tiene el aspecto ligeramente arruinado de los libros muy queridos.

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Librería. El nuevo de Mercedes Cebrián: "La nueva taxidermia", en Mondadori. Dos novelas cortas con dos títulos buenísimos: "Qué inmortal he sido", y "Voz de dar malas noticias".

Mercedes Cebrián lo tiene todo para triunfar. Es moderna, cae bien, pone buenos títulos y tiene sentido del humor. Y sobre todo, parece una niña agigantada. Es lo que la hace especial frente a ese batallón de artistillas modernas, siempre cabreadas y siempre inanes, como obsesionadas con su menstruación, piedra filosofal de la sociedad. Si la Cebrián escribiera a mano me la imagino con varios bolígrafos o rotuladores de muchos colores, haciendo una coreografía de letras de distintos colores. Una persona feliz y una lámpara con forma de seta. Puede que hasta con la punta de lengua entre los labios mientras hace frases. Su libro de relatos "El malestar al alcance de todos" me gustó y me aburrió. El relato te hace chiste al principio pero después te aburre y pasas a otro y así hasta que vuelves a la fotografía de la contraportada y te dices; simpática ella. Pero dejas el libro y te olvidas.

En cambio, tiene muy buena pinta este último. Dos novelas cortas. Al menos puedo pensar al hojearlo; está desordenado. Y eso es bueno.

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