16/9/10


MEDIA CIUDAD está en obras. Esas mismas calles antes pobladas de coches, ahora están vacías. Más que vacías, arruinadas, polvorientas. Sólo vallas amarillas y polvo. El Papá va a tener que subirse un poco los faldones para darse una vuelta por aquí. Los obreros, vestidos con chalecos fosforitos, pican las aceras, destrozan el asfalto. Tienen planes. Y hacen un ruido atronador, pero no están tan cerca de esta terraza y el ruido me llega como el rumor de una guerra que no me incumbe. Ella coge la copa de zumo de melocotón siempre con el arrebato del que tiene demasiada sed y está a punto verter la mitad. Pero no le cae nada, nunca. O quizá sí, pero quedaba bien el nunca en la frase anterior.

Después corre alrededor de la mesa. Me habla y digo que sí a todo. Ya sabe hablar para que la respuesta siempre sea sí. No se juega uno nada por ahora.

Abro el periódico. No encuentro mucho que leer. El periódico es otro rumor lejano. Hace calor.


CON GANAS de leer otra cosa el domingo por la noche cogí un libro de la estantería. En la faja de un libro un comentario de José Saramago: "Una gran obra, que pertenece a la gran literatura occidental. Gonçalo M. Tavares no tiene derecho a escribir un libro tan bueno con apenas treinta y cinco años: ¡dan ganas de pegarle!"

Eso dice Saramago de Jerusalén, la novela de Tavares. Cierto; el libro es muy bueno, acabo de terminarlo. Tavares escribe muy bien. Escribe tan bien que dan ganas de cortarle las manos y echarlas a los perros, para que las entierren. En caso de que Tavares siguiese escribiendo con los codos, haríamos algo con los codos. Saramago sabría qué hacer con esos codos.

Cuando acabo el libro vuelvo a echarle un vistazo a la faja. La voy a tirar, como hago con todas las fajas. El comentario de Saramago me repugna. Siempre le tuve un poco de manía al pobre Saramago, con su cabeza de tortuga malhumorada. Gran obra, gran literatura occidental. Vale, colega. Hasta ahí tú lugar común, lo suficientemente grandilocuente para que nos quedemos tranquilos con lo que leemos. Ya se sabe que leer una novela que no sea un futuro clásico es poco menos que un fraude editorial.

Saramago dice; no tiene derecho.... Es un decir, pero es una tontería que define muy bien al personaje Saramago. ¿Derecho?

Como si la vida tuviera que ver algo con el derecho
o los derechos.


ES LA PRIMERA vez en mi vida que apunto lo que leo. Siempre veo listas de libros al final del año en todas partes. Y soy bastante dado a hacer listas. Admito que es un juego un poco tonto, pero lo tonto abriga, no sólo lo cursi.

Nunca sé de verdad qué libros he leído a lo largo de un año. No tanto el número como los títulos, todos. En enero se me ocurrió que podía apuntar todo lo que leyera este año.

Lo anoto en un cuaderno. Título, autor, editorial si no es demasiado obvia. Cuando termino un libro le pongo al lado una T entre paréntesis.

Ya ha pasado más de medio año. No veo que lea mucho, la verdad. Los libros terminados van por rachas, lo que resulta curioso. Aparecen cuatro o cinco títulos sin la T, y después cuatro o cinco con la T, seguidos. Una racha de libros no terminados y otra racha de libros terminados. Como si me cansara de terminar los libros, o como si leyera cuatro libros buenos y cuatro mierdas, y así todo el rato. Claro que hay libros que nunca se terminan. Es decir, que leeremos toda la vida.


3 comentarios:

conde-duque dijo...

A mí también me caía mal Saramago. Lo has clavado. Una tortuga malhumorada.
Me alegro de que te haya gustado "Jerusalén". No la he leído. Me gustaría que me gustase Tavares. Tendría que haberme convencido ya.
¿Qué tal va el cambio de casa?
Un abrazo.

Mabalot dijo...

"Jerusalén" es lo mejor que he leído, sin duda, de Tavares. Vale la pena. Y está bien escrita... por la traductora. Se me olvidaba decir que el género de esta novela podría llamarse "novela centroeuropea". Y no sólo por los nombres propios.

Me gustó mucho, en definitiva.

El cambio de casa aún no empezó. El papeleo es largo y aburrido. Hasta noviembre o así no viviré en la selva, rodeado de vacas y ancianos con una hoz sobre el hombro.

Me lo voy a pasar en grande.

eutelia dijo...

A mi me encanta Saramago, le voy siguiendo el hilo y seguramente asiento con la cabeza, le he copiado parrafos enteros--Una de las cosas de el que por ahi tengo apuntadas dice: "lo bueno de la ignorancia es que nos defiende de los falsos saberes". Me gustaba su ironia, que dejaba caer en sus pobres personajes, llenos de coherencia.
saludos