QUIERO ACOSTARME temprano, pero voy de periódico en periódico, esperando que aparezca la noticia que me salve.
LEYENDO UNA revista de libros. Hay un diarista sensible que escribe entradas en su diario como si defecara perlas. Cada entrada brilla, o difumina el aire a su alrededor, como le pasa a la cara de Sara Montiel. Es tan sensible que, de vomitar, vomitaría gladiolos. Si ve una ventana mojada se baba de tristeza.
EL MUNDO es, sobre todo, ridículo. Pero a veces me olvido. Entonces el ridículo soy yo, pues no hay cosa más ridícula que olvidarse de eso, como hace todo dios.
YO HE VENIDO a este mundo a perder el tiempo. Es lo único que hago sin darme cuenta. Para todo lo demás tengo que hacer esfuerzos considerables.
CUANDO LE PREGUNTÉ a esa conocida un poco pija por el concierto de Jonsi (el cantante de Sigur Ros, en solitario), y que tocó antes que Muse (a los que todo el mundo había ido a ver al Gozo), farfulló unas cuantas maldiciones que resumió en dos palabras: música de iglesia.
Con música de iglesia creo que se refería más bien a algo más cercano a canto gregoriano y órgano de iglesia que a guitarra y cantautor barbudo y sudoroso alabando al Señor.
Me reí mucho. Estaba ofendida al recordarlo. Había dado en el clavo. Era como si le hubiera obligado a hablar de una etapa oscura de su vida. Hablando de Muse volvió en sí. Todas las ofensas fueron perdonadas, o al menos olvidadas por el momento.
Porque su disgusto se podría resumir en esta pregunta: ¿cómo puede alguien que no sea más un cenizo amargado hacer música moderna que no sea absolutamente festiva, alegre, que no sirva para mover el culo y fundirse en un estribillo con veinticinco mil almas?
Cuando se marchó no pude evitar razonar al verla de reojo que sí, que su trasero tenía todo el derecho del mundo a exigir una música que no lo condenase a dormir en una silla escuchando música de iglesia. Aunque sea como esta.
SON DEMASIADAS responsabilidades. Soy tan adulto que ya no voy a poder ni morirme.
3 comentarios:
Es que no veo mucho a Sigur Ros como música de concierto, de diversión. Yo, al menos, no iría a verlos. Es más de casa, a oscuras. Un poco antes de acometer el suicidio, para entrar en calor.
Por lo que dices, me han entrado las ganas del Jerusalén de Tavares. Estoy con Patricio Pron y va muy bien la cosa. También estilo centroeuropeo total. Creo que te puede gustar, en esa línea.
Qué grande el "Yo he venido...".
Y cómo se identifica uno.
No, Conde, no tiene nada que ver Tavares con Patricio Pron. Tavares es un mundo, su prosa sólo es suya, muy especial, pero adulta, llevada con la necesaria sutileza. Pron, la verdad, leído su último libro de relatos, no me parece ni mal ni bien. Es otra cosa, aunque vaya también de "centroeuropeo". En Tavares hay una vuelta de tuerca, como si todos esos nombres alemanes no fuesen sino parodia, dibujos animados, que usa para decir su verdad, y la dice.
En Pron veo artesanía. Son relatos de profesor de taller de relatos. Este chico llegará lejos, si no ha llegado ya, pero a mí no me interesa.
Saludos, Rayuela y Conde.
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