Hay que llegar a la página 848 (de la manera que sea, saltando mucha paja) para encontrar la clave de este diario monotemático: "Vos y yo nos estamos pareciendo a Bouvard y Pécuchet."
Puede que el modelo de Bioy Casares para retratar a su amigo Borges a lo largo de mil seiscientas páginas sea el Johnson de Boswell, o el Goethe de Eckermann, pero más que nada se queda la cosa en el compadreo de un Bouvard y Pécuchet argentinos y argentinistas, que ponen a parir a todo aquel que se mueva. El desfile de idiotas (palabra muy recurrida en sus conversaciones) y fracasados literarios ocupa la mayor parte del libro. Es en ese sentido un libro penoso; la literatura, y la poesía sobre todo, como una ciencia exacta asaltada por gorilas analfabetos. Borges y Bioy dan la impresión de estar rodeados por una pandilla de oligofrénicos que cometen errores de bulto nada más abrir la boca o publicar algo. No se salva nadie (y lo peor es que muchas veces razón parece que no les falta), y no sólo de la caterva de escritores argentinos del momento; de la literatura española no encuentran a uno que aporte algo desde Cervantes y Góngora, y aún así con reparos hacia estos dos. A Borges Cervantes, en realidad, no le acaba de convencer; le parece un poco chapucero para su gusto, o si acaso poco inglés. Claro que le emociona El Quijote, pero odia demasiado lo español para admirarlo sin reservas. Y con el tiempo prefiere a Góngora antes que a Quevedo, que le parece un tipo sin corazón, incapaz de sentir nada. Baroja y Unamuno son los únicos potables del momento para ellos (Azorín fue un pecado de juventud de Bioy), pero tampoco pueden tomarlos en serio. En el país de los ciegos los cojos etcétera. Nada. Resulta, no sorprendente, pero sí llamativo, por lo insistente, por lo presente a lo largo del libro, ese desprecio absoluto por la literatura española, y en general por todo lo español. Se me dirá; tiene razón. Puede ser, hay gustos para todo. Pero cagarse en Cervantes y Baroja para después sacar cada dos por tres al Martín Fierro o a Evaristo Carriego, pues resulta cuanto menos extraño. Se le nota a Borges, aun con su anti-freudismo, su gusto por acuchillar al padre, o a la madre. Como el hijo que al hacerse mayor ve a sus padres un poco demasiado brutos para su nariz refinada.
Ya digo, este diario es un pedrusco un tanto absurdo. Demasiadas páginas para hablar mal de nombres que por lo menos ahora ya no nos dicen nada ni nos importan. Ni siquiera hay retratos memorables, negativos o positivos. Cada entrada es un telegrama al que sólo le faltan los stops, como si en lugar de escrito estuviera dictado a una grabadora. Encontramos desprecios más o menos avinagrados, más o menos ingeniosos, más o menos aburridos. Bioy anota lo más importante o destacable de cada conversación con Borges, o sobre Borges. Hay frases y comentarios interesantes, sobre todo cuando habla de la buena literatura, pero tan perdidos entre la maraña de localismos, política y odios personales que no salva al libro. El objetivo primero de este diario, además, parece uno; consignar todas las veces a lo largo de la vida que Borges come en su casa. "Come en casa Borges" es la primera frase de la mayoría de las entradas del diario. Y no pocas veces la única. Es como si todo lo demás, las conversaciones y resúmenes de las jornadas con Borges, fueran añadidos casuales al objetivo primero del diario, inexcusable, que sería saber con exactitud cuántas veces come de gorra en su casa el ilustre colega.
Borges tenía curiosidad, lo dice, creo, varias veces, por saber si el doctor Johnson estaba al tanto del libro que Boswell estaba escribiendo sobre él, y si eso sería un factor que determinaría que en sus últimos años bajase mucho su producción literaria. ¿Sabría Borges que Bioy escribía un diario minucioso sobre cada conversación que tenían?
Pensaba copiar aquí un fragmento que para mí es uno de los más graciosos y poéticos; una conversación breve sobre las veces que se levantan a mear por la noche y lo felices o infelices que se sienten en ese momento. Tenía su gracia, si no recuerdo mal, si acaso por lo inocente que resultaba entre tantas conversaciones insustanciales sobre grandes temas. Cuando lo encuentre, si lo encuentro lo pongo en una próxima entrada.
PD: Gracias al índice he dado con el fragmento que comento arriba:
"Hablamos de lo que uno siente al despertarse, en medio de la noche o por la mañana. Borges dice que él despierta por la mañana, feliz; Peyrou, que despierta a las seis, a orinar -con mucho sueño, sin otra idea que el sueño, pero con tantas ganas de orinar que se levanta- y que luego, cuando despierta pour de bon, tiene una sensación de frustración y de tristeza. <
13 comentarios:
Pues a Cervantes no sé, pero a Quevedo y a Unamuno los plagió que da gusto el bueno de Borges, sin decirlo.
A ver si nos pones esa anécdota de los pises, parece graciosa.
Este tocho lo cogí el año pasado en la biblioteca y no lle´gué más allá de las perimeras páginas. Habrá que darle otra oportunidad. Por cierto, ¿por qué habla en 3ª persona? ¿Por qué no dice "Como (he comido, o comí) en casa Borges"?
No he leído Bouvard y Pécuchet. ¿Debo?
Un saludo,
las PERIMERAS páginas. Suena bien, a Calimero
En fin, no creo que merezca mucho la pena este tomazo, aunque sólo sea por cargarlo de la biblioteca a casa (este libro sí justifica el lector digital ese). Para encontrar alguna cosa interesante hay que ver a Borges comer en casa de Bioy cuarenta veces. Y lo que dice, cuando habla de literatura, ya lo tienes en sus libros de ensayos y conferencias. No es un diario humano, tampoco, en el sentido de conocer a un Borges íntimo. Se ve a un Borges malediciente y poco más. Un Borges cabreado, sabedor de ser Borges y de ser tan superior a sus contemporáneos. O al menos yo no he visto mucho al ser humano. En eso la culpa la tiene, claro, Bioy, que miraba, o anotaba, sólo eso.
Bouvard y Pécuchet, la verdad, no vale la pena. A mí no me gustó. Es mecánica y absurda esta novela.
No entiendo muy bien por qué señalas lo de la frase "Come en casa Borges". Al final del día, se supone, anota en su diario; Borges come en mi casa, hoy = Come en casa Borges. No es "él come en casa Manolo". No sé, no te entiendo. Podría ponerlo en pasado, pero yo lo veo bien tal como lo pone.
Bueno, saludos. Parece esto la vuelta al cole.
Salve, amigo. Para buscar lo de los pises, y saltear lo que quieras saltear, puedes ver el índice analítico completo en www.borgesdebioycasares.com.ar.
Gracias, anónimo, ni me había dado cuenta que tenía el índice, que es lo que le falta al libro, claro que menudo extra para el ya tocho...
Acabo de comprobar algunas cosas. Por ejemplo, Onetti, que hasta ahora no salía:
Borges: "Es una idiotez ese cuento" [Sobre El infierno tan temido, después de que le expliquen el argumento]. Hasta me empieza a caer simpático el viejo cascarrabias.
Y he encontrado lo de los meos nocturnos.
Salve amigo, para los meos o pises en general te recomiendo consultes la entrada ORINAR del índice. De paso, ¿te has fijado el menudo trabajo se ha tomado este hombre para hacer ese indice? No entiendo por qué no lo publicaron ni lo dan a conocer para que podamos servirnos de él e ir a ver lo que nos interesa, directamente. Honestamente, un índice así lo he visto pocas veces.
Sí, sí, ya he ido al ORINAR y a otras cosas. El índice es de sacarse el sombrero. En un libro así el índice es fundamental. Dejarlo fuera me parece un error, pues ya que estamos da igual sumarle a las mil largas ciento y pico más.
Sigo leyendo y sigo encontrando cosas interesantes, sobre todo en cuanto a poesía.
No dejan de citar a Boswell y Eckermann con sus respectivos retratados. A Goethe no lo soportan, sobre todo Borges. NO le gusta a éste el libro de Eckermann. Dice sobre él:
"Bueno, quizá la literatura alemana sea tan abstracta, que éste sea el libro más concreto, en que se ve a dos hombres conversando; un encanto irresistible. Es claro que un libro así nunca puede condenarse del todo, porque puede verse como un punto de partida para reflexiones."
Cuando Bioy recoge esto sabe que esa es una opinión sobre lo que él está haciendo, sobre este libro, si es que ya en esos años esperaba hacer algo así con su diario. Me pregunto si le gustaría a Borges este libro sobre él. Seguramente no. Nunca nos vemos todo lo guapos que creemos ser en las fotos, y menos, supongo, en una cosa así.
En realidad hay cosa admirable por encima o por debajo de toda opinión sobre este libro; vaya trabajo y constancia; toda una vida escribiendo cada día, o casi, las conversaciones con alguien. A veces es hasta sospechoso; se transcribe cómo Borges desmenuza un poema y aparecen los comentarios que le inspira cada verso. Poemas largos. Qué memoria, qué exactitud, aunque no hayan pasado ni unas horas desde ello. Está claro que siempre tenemos a un Borges filtrado por Bioy, por supuesto.
Última conclusión; Borges era un tipo muy ingenioso en su vida diaria. Hay frases muy graciosas sobre situaciones cotidianas.
Un saludo, y gracias anónimo por recordarme lo del índice que con las prisas no lo había visto.
Jajaja, pues sí que se me había ido la pelota con lo de "Casa Borges". Se nota que volvía del taller con nocturnidad y un litro de cerveza en el cuerpo...
De todas formas, yo soy más de sujeto-verbo-predicado: a saber, "Borges come (mejor, ha comido) en casa".
Los índices analíticos, temáticos, onomásticos... son básicos en este tipo de libros-escombrera.
Sí que estabas fino.
"Libros-escombrera"... jajajaja... Con esa denominación tiras por el váter las mil seiscientas páginas. Qué bueno; libros-vertedero, libros-contenedor, libros-bolsa de la basura.
Bueno, espero que todo haya ido bien por haya arriba, en los fiordos. A ver cuando pones las fotos en el picassa.
En breve las pondre, espero. Por cierto, estoy en visita relampago por las galicias (mañano vuelvo a casa) porque he tenido sobrinita por parte de hermano y ha venido a nacer por aqui.
(No funcionan las tildes en este ciber)
Estoy seguro de que, después de salir de sus comidas, Borges criticaría a Bioy y Bioy a Borges.
Me ha gustado lo de libros escombrera
Hola MIguel. En el libro se alude a los silencios de Borges sobre alguno de los libros publicados de Bioy. Indicativo lógico y elegante de lo poco que le gustaba el tal libro, pero Bioy no parece tomárselo muy a mal y llega a decir que su amistad sale reforzada.
Después apareció la Kodama y me parece que se distanciaron, y no sólo en kilómteros. La Kodama es como la Yoko Ono para los Beatles.
No sé por qué me cayó siempre tan
mal Borges. Soy una ferviente
creyente en que la humildad hace
al genio. Acá no pasa eso...
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