Con el sol ya perfectamente instalado la ciudad parece Barrio Sésamo. Los municipales simulan severidad ante esas cucarachas de colores que se paran donde no deben y salen escopeteadas como si un dedo se les posara encima cuando se les recrimina la mala acción. En los semáforos se nos pone moreno el brazo izquierdo y lo admiramos, como si le hubiésemos robado el brazo a alguien más guapo que nosotros. Se acaban las clases de los niños, salen con las chaquetas en la cintura o haciéndolas volar en el aire, y tan contentos que parece que van a explotar de un momento a otro, salpicando de confeti a los que pasan. Hasta esas chicas musulmanas que se cubren todo menos el rostro parecen más guapas e insinuantes (lo son), quizá porque parece que nos jugamos la vida al mirarlas a los ojos, y porque imaginamos todo lo que no se ve, desde las orejas hasta los tobillos. Hay más peregrinos, tostados por el sol, acartonados, silenciosos, con la vieira en alguna parte, como una matrícula. No se inmutan por nada, ya han llegado a La Meca y pueden morirse tranquilos.
20/6/09
Estampa veraniega
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5 comentarios:
Qué bueno...
Algún día se me ocurrirá otro comentario. Mientras, poco más que decir. Siga ud. así.
Entre lo que te leo y la frase de Barthes, pienso en seguirte...sí, sí!
un saludo
Gracias, perfectos comentadores.
Es la primera vez que entro aquí
y en pos de tus palabras, me ido
como quien sigue al Flautista de
Hamelin.
¡Qué hermoso escribes!.
Me he asomado sin permiso.
¿Me lo permites?
Saludos cordiales
BB
Saludos, y muchas gracias, BB. Aquí no hace falta pedir permiso para asomarse. Encantado de que entres.
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