12/5/09

“El sabio olvida su cabeza”


Van pasando los libros estas semanas (los que me gustaron y los que no; los que leí hasta el final y los que dejé), pero de fondo yo sigo con el viejo judío (de origen sefardí) que tiene ese aspecto de señor que se toca mucho el pelo, entre atormentado y reflexivo. Me refiero a Canetti, y a sus llamados Apuntes. Este tipo de lectura para vagos me viene perfecta. Se lee como el que da un paseo sin saber a dónde ir, encontrando siempre algo digno de ver, y hasta sorprendente. Son fragmentos breves que abarcan casi cualquier tema. Quizá lo que me menos me interesa de Canetti en estos apuntes es esa retórica de la muerte que me suena tan siglo XX quizá, y que me dice poco. Tan propia, por cierto, de los más interesantes de la época; Cioran, por ejemplo. Aunque Cioran más que pensar en la muerte la tenía de secretaria; le dictaba sus libros, le daba casi todo su tiempo y energías. Parece una especie de síndrome de estocolmo; lo más temido se convierte en lo más respetado, y hasta amado. Pero darle vueltas a la muerte ya no tiene el misterio de antes; te mueres y ya está. No hay más que hablar.

Por lo demás estos tomos de Apuntes (I y II) están llenos de descubrimientos; aforismos geniales, comentarios lúcidos a acontecimientos del momento en el que son escritos (están ordenados cronológicamente), pequeños relatos de género fantástico, extrañísimos, notas sobre literatura, filosofía, y muchas frases aparentemente absurdas y casi surrealistas, maravillosas ("Los perros tienen una especie de impertinente disponibilidad anímica que alivia a la gente que está secándose"). En definitiva, vías de escape a la tarea de escribir Masa y poder (que le llevó veinte años casi), y a sus otros grandes libros planeados, como su autobiografía en cuatro tomos; La lengua absueltaLa antorcha al oídoEl juego de ojos y Fiesta bajo las bombas.

Nunca pensé que leería a Canetti con tanto gusto. Porque sus temas (sus principales obsesiones) no son cosas que en principio me lleguen, sobre todo su disposición a investigar y pensar las religiones. Pero así a todo, lo que escribe me parece cercano, como si uno llevase media vida rumiando esas mismas cosas. Canetti recuerda a Lichtenberg, del que dijo que "había escrito el libro más rico de la literatura universal". Y estos apuntes de Canetti también valen lo suyo, o al menos a mí me lo parece.

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