Hay que aprovechar los días de buena letra para quedarnos mirando al techo y fumando.
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Siempre hay algún niño al que no le gusta el chocolate. De estos desconfiamos como si nos fueran a apuñalar por la espalda en cualquier momento.
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Hay días en los que por mucho que se caliente el café nunca se da calentado.
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La gran pregunta es: ¿Está de verdad seco lo seco?
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Pensaba la mosca que era vino y era café.
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Cuando no tengo de qué hablar desaparezco, pero sin dejar una estela de humo.
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Sosegado, y sobre todo despejado, me paso el rato cayéndome de la silla y rodando hasta el baño.
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Después de cantar el gallo; ¿se vuelve a dormir?
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El café sabe a calambre.
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Antes nunca bostezaba. Ese es el principio del fin.
3 comentarios:
Creo que nunca te había leído aforismos.
¡Más, más!
¡Yo también quiero más!
Eso te pasa por haber escrito tan bien.
Gracias. No sé. Se me dio por ahí ahora, lo de copiarlos en word, y de paso sacar algunos de casa, a ver qué os parecen.
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