Después de este sueño o pesadilla o sardiñada, que ya ni sé, vuelve la normalidad. O al menos eso me dijo hoy un amigo con una gran sonrisa irónica que dejaba ver todos sus dientes hasta la muela del juicio: "Vuelve la normalidad… después de este paréntesis". ¿Qué paréntesis? Las dos manos encerrando un trozo de… aire, le vi. Un paréntesis hace el tipo. Un paréntesis; cuatro años. Ese paréntesis que ya es historia, y una historia tan aburrida y tan clásica aquí como dos mil jubilados en una orgía de empanada y ribeiro y banderas gallegas con escudo o estrella roja, qué más da (como se vio después). Yo ahora aquí no venía a escribir ideas, ni reflexiones, cada uno tiene las suyas y yo tengo las mías y quedo tan hermoso como el que más con mi voto en la mano y mis razones particulares tal y cual (hay que verse en el espejo como le queda a uno el voto en la mano, así como echándolo en la urna, eso es muy importante lo mono que queda). Aquí lo que pasa es que vuelve la normalidad, pero no me lo puedo creer. Si nunca se ha ido. Eso es lo que dicen las aceras y los que las pasean, que no hemos salido ni por un segundo de la normalidad; nor-ma-li-dad, a ver repite conmigo, xabarín, normalidad, te digo, empanada, te digo, jubilados en autobuses o camiones o trenes o cohetes, y mambo, te digo, mitin y mambo de os rumorosos, de gaita, y ellos y nós, el mismo discurso de siempre aprendido de los cejijuntos curas vascos, y culos en movimiento, culos muy gallegos, caca gallega cien por cien, de vaca e de galego, vivamos como lacones, o/y vivamos como grelos, y viva Castelao, etcétera. Castelao y el Che. Pues no, amigo, no vuelve la normalidad, ahí te equivocas, porque yo no lo veo, como dice mi hija (yo-no-lo-veo), y sólo le creo a ella, y tú no lo ves, o no lo has visto, ni él, ni dios. Han sido cuatro años de perfecta normalidad. O casi perfecta. La parte contratante de los nacionalistas fue abducida por las maneras, la ineficiencia y el caciquismo de los peores años del fraguismo (en una vano intento por hacerse con la piedra filosofal del éxito rural, y perdón por el pareado), mientras que sus socios de la bicefalia fueron unos seres tan suaves y anémicos y consentidores que casi trasparentaban, y ni los chóferes se dieron cuenta del cambio (el Cambio, del Paleofraguismo al Neoprogresismo), pues siguieron paseando bultos blindados (barbudos o no) entre consellerías y restaurantes, entre restaurantes y consellerías, o puticlubs, y tampoco se enteraron los paisanos, los súbditos, que aquí hubo un cambio (y menos el Cambio, que alguien abra las ventanas para que se aireen un poco los despachos, se dijo pero no se hizo), y se vieron las mismas caravanas de audis en fila india atropellando contribuyentes y tirando cigarros por las ventanillas, como los del PP tiraban huesos de churrasco y billetes de quinientos euros que se les caían de las orejas. A fin de cuentas la fatalidad histórica de los gallegos que les lleva a escapar de este Israel musgoso y melancólico y un poco resbaladizo para no convertirse en "eses non-seres, sub-homes cunha leira na cabeza, eses seres mezquinos chamados gallegos […] vermes mutantes que habitades e vos mantedes deste país", definidos así de bien por Suso de Toro allá a mediados de los ochenta. Todo un visionario. Al contrario que los judíos, que creyeron encontrar su tierra prometida en un terrenito de Oriente Medio, los gallegos dejan su casa atrás buscando la tierra prometida en otros pueblos, entre otros pueblos, como si juntos y en su esquina de la península sólo fuesen una especie de herpes que le salió a un monte.
Por eso no creo que haya vuelto la normalidad. La normalidad sigue con nosotros, nunca se ha ido. Al contrario que el Príncipe de Salina en El gatopardo podríamos decir ahora que quizá todo deba seguir igual para que algo cambie.
6 comentarios:
¡Excelente texto!
Jajaja. Podría ser un rap sin rima, o algo así: "A ver repite conmigo, xabarín, normalidad, te digo, empanada, te digo, jubilados en autobuses o camiones o trenes o cohetes, y mambo, te digo, mitin y mambo de os rumorosos, de gaita, y ellos y nós, el mismo discurso de siempre aprendido de los cejijuntos curas vascos, y culos en movimiento, culos muy gallegos, caca gallega cien por cien, de vaca e de galego, vivamos como lacones, o/y vivamos como grelos, y viva Castelao, etcétera. Castelao y el Che".
Menos mal que nos queda Portugal... y Mabalot.
A mí me ha sorprendido el estilo, que no me parece muy tuyo; pero con el contenido estoy bastante de acuerdo.
Un saludo.
Ya no me acuerdo que iba a decir. En fin, la vida sigue. No negaré que me fastidiaron los resultados el domingo, pero también recordé todos los cabreos que cogí durante estos cuatro años.
Algunos amigos me dirán (sobre todo los de fuera) que siempre es mejor cualquier cosa que los que vienen ahora. Puede ser. Pero el enfado que se notaba en la calle y en todas partes era monumental. Más que enfado, una decepción, como si nos hubiese engañado la mujer con el vecino.
Y el resto lo hizo, no la desmovilización, sino la movilización de abstencionistas, que se mantuvieron activamente alejados de los colegios electorales o votaron en blanco aunque siempre, quizá, a punto de arrepentirse.
Un abrazo, señores, y gracias por los comentarios.
Soberbio, Mabalot. Me sorprendí cortando y pegando la segunda mitad del texto para calzarla directamente, sin remite, en una columna :) Es todo un monumento este texto. Guárdalo para las generaciones que han de venir. Estoy hasta por perdonarte el mes que te has tirado sin actualizar. Parabéns, parabéns, parabéns!
Parabéns ti. La campaña yo la viví en tu blog. Y me lo pasé como un enano. No me paseé mucho por los periódicos en busca de los dijos y dijes porque al final consiguieron que se quedase en una campaña de chismes de portería. Para reírse tomando unas cervezas con los colegas dio mucho juego.
Un abrazo.
Publicar un comentario