24/1/09

Gato por liebre

Puedo entusiasmarme con algo; un libro, una película, una idea. Supongo que si aprendemos algo con el paso del tiempo es a no dejarnos llevar mucho, o nada, por nuestros entusiasmos. Más que a desconfiar, a no hacerles mucho caso. Al final se impone, qué le voy a hacer, el carácter de uno; más inclinado al sí que al no. Más curioso que cerrado. Me quedo con la frase de Torrente Ballester: "No soy doctrinario del arte. Lo admito todo, menos el gato por liebre."

Claro que el gato por liebre me pone del hígado.

4 comentarios:

conde-duque dijo...

Yo creo que siempre hay que denunciar el gato por liebre. Al menos el que uno siente en un momento determinado (puede estar equivocado, o cambiar después de idea; con decirlo ya está).
La curiosidad y el interés (por todo) está muy bien, es un camino abierto e infinito que siempre promete la felicidad (aunque después llegue el desengaño, en mayor o menor medida). Pero tampoco hay que angustiarse por abarcarlo todo. Se trata de disfutar.
Pero yo creo que siempre hay que denunciar esos gatos que nos quieren hacer poasar por liebre, sin miedo a la opinión generalizada o al estado de cosas. Sin ponernos estupendos, es casi una cuestión moral, creo yo. Si uno calla es como seguir la cadena del gato por liebre y estará dejando que otros vayan cayendo en la trampa sin estar al menos un poquito prevenidos... Un poco de equilibrio en la balanza no viene mal.
A mí los prejuicios y las valoraciones establecidas e intocables me ponen malo. Que cad uno se haga su gusto y su valoración,y que lo pueda expresar libremente.
Hay que mojarse, sin miedo, sin cálculos del qué dirán, y no callarse como los del cuento de la túnica transparente. Ya digo, aunque uno esté equivocado. Exactamente igual que cuando uno se entusiasma o disfruta con algo, meparece obligado decirlo, agradecérselo al que nos lo ha hecho pasar tan bien, y compartirlo para que los demás puedan disfrutar también con ello.
El último reducto de libertad es ser sincero con uno mismo. Si no, apaga y vámonos.
FIN DEL SERMóN SABATINO MATINAL...

Miguel Baquero dijo...

No puedo estar más de acuerdo con vosotros, en especial con Conde Duque cuando dice que cada uno debe formarse su propio criterio y definir sus gustos personales. Pero en eso, a qué engañarnos, andamos muy pocos, sobre todo en lo literario. La gente busca mejor el más vendido, el escritor consagrado, el que sale por la tele, porque si críticos y ventas lo alaban es señal indudable de que es bueno. Y con esa filosofia cómoda de cliente poco exigente nos llevan años, decenios, colando liebres que son auténticos gatos. Total, si nadie va a decir nada, piensan los cocineros, y ahí te largan premios planeta, codigos da vinci, harris poteres, el ocho y su esperada continuación... Pero oiga, que esto era gato (protesta alguna vez el lector que, pese a todo, tiene algo de palada). ¿A usted qué más le da?, responde el cocinero. Le ha alimentado, ¿no?, ha estado un rato entretenido, ¿verdad? Pues hale...

Mabalot dijo...

¿Curiosidad por todo? No, no es eso, o dios me libre. Tampoco la barrera infranqueable que parecen crearse algunos, por ejemplo, a todo lo que no suene actual o moderno o posmoderno. O lo contrario, con la escusa del mantenerse fiel a uno mismo evitar cualquier intrusismo que no sea acorde a cierta ortodoxia particular y también superficial. Sabes, conde, que hay mucho de eso.

Claro que estoy de acuerdo contigo ,y con Barquero en eso de formar un criterio porque es la única forma de coger algo de lo inabarcable. El único "pero" sería lo mucho que suele confundirse eso con la bendita coherencia, y una coherencia que más que individual y verdadera suele ser impuesta por lo que se supone que tendría que gustarle a uno. Ya sabéis de qué hablo.

¿El caso Bolaño? que quizá todo venía de ahí: pues tengo que admitir que me sorprendieron para bien algunos relatos de "Llamadas telefónicas" que leo ahora y no me gustó su 2666, que intenté leer hace meses y me pareció un tostón con mucho relleno, y relleno malo. Hace años leí su Putas asesinas, Literatura nazi... y me pareció bueno en la línea de Wilcock etc... borgiano, este último.

Tengo algún conocido que no lee a Murakami, por ejemplo, porque es demasiado famoso. Y precisamente la razón que expone es esa; es que lo lee cualquiera, o lo leen demasiados, muy popular para su gusto exquisito. Es decir, los prejuicios en esto me da la impresión que deciden más que cualquier otro elemento y contra eso deberíamos clamar los que nos gusta la buena literatura. Porque yo escribo aquí porque encuentro algo bueno en lo que leo, y trato de señalarlo, ayudar a salvar lo que merece la pena (un granito de arena, claro), sean los conocidos diarios de Trapiello, los inéditos de Uriarte, o el archiconocido Bolaño cuentista (que todo el mundo parece coincidir en que es peor cuentista que novelista, cosa que no comparto).

Y además, señores: ¿Qué es gato y qué es liebre? Y no hablo ni de Ochos, ni dan bronws ni cosas así. A otro nivel. ¿Thomas Pynchon es gato o es liebre? ¿García Márquez es gato o liebre?

En todo caso hay cuatro o cinco autores que son los que lleva uno siempre encima, como pegados a la piel. Eso nos pasa a todos y eso es lo que somos en parte. Después están los satélites transitorios, que orbitan a nuestro alrededor según el momento.

conde-duque dijo...

El famoseo o antifamoseo no tiene nada que ver en mi caso. Me da igual. Por ejemplo, Hitchcock y Solana.
En 2666, que es un tocho inacabado (no lo olvidemos) y bastante absurdo, yo encontré -extrañamente- algunos pasajes muy buenos. Quizás hay que leerlo a salto de mata, saltándose trozos enteros, como hice yo. No sé, hay algo extraño en ese libro... No lo desecharía.
Pero sí, para mí lo mejor suyo son los relatos, algunos.
No sé si Pynchon o García Márquez son gatos o liebres. Los tendría que leer más y con más atención para decidirme. En principio no me dicen nada.
Por lo que he leído de Murakami no entiendo ni su éxito ni su prestigio. De verdad, no lo entiendo. Si descubro algún día el libro bueno estaré encantado de sumarme a la celebración.