24/1/09

Si B odia a A…

Sigamos con el gato por liebre de ayer. Sigamos un poco más con Bolaño; hay un relato suyo que viene al caso. Empieza así: "B escribe un libro en donde se burla, bajo máscaras diversas, de ciertos escritores […]. En uno de los relatos aborda la figura de A, un autor de su misma edad pero que a diferencia de él es famoso, tiene dinero, es leído, las mayores ambiciones (y en ese orden) a las que puede aspirar un hombre de letras. […] Para B, en resumen, A se ha convertido en un meapilas."

En fin; B se burla de A, entre otros. El libro pasa desapercibido al principio, pero A publica una reseña muy elogiosa en uno de los principales periódicos del país. Eso hace que otros críticos se fijen en el libro de B y lo reseñen. El libro de B tiene un relativo éxito. El escritor A, al que, recordemos, B odia porque le parece un meapilas y odia sus artículos, vuelve a hablar de su libro en alguna entrevista y da a entender, subrepticiamente, que sabe que se burla de él y de su obra, pero aún así parece ponerlo por las nubes. Lo que hace A no es, a todas luces, normal. El protagonista, B, se tira de los pelos y ve fantasmas en cada frase de las reseñas de A, en cada palabra, el fantasma misterioso de A burlado que planea una venganza cruel, pero en lugar de eso parece suceder lo contrario, o la venganza se aplaza cruelmente: A incide en su buena acogida a todo lo publicado por B, y es tan profunda y elogiosa que eso no hace más que perturbar a B, que creía hacerse un enemigo con A, al que sigue despreciando como escritor. B quiere ponerse en contacto con A pero no lo logra. Para B que A reciba así sus libros después de la sátira y el desprecio le parece extraño y angustioso casi. El relato es mucho la aventura de esos avatares. B finalmente está en la ciudad de A. Intenta quedar y la cosa se demora, el misterio no se acaba de resolver. ¿Está A esquivando a B? ¿Prepara A una venganza terrible? Todo tiene un aire de pesadilla paranoica. Mientras espera el momento de la cita con A, B se compra el último libro de A. Lo lee en un parque: "El libro es fascinante, aunque cada página rezuma tristeza. Qué buen escritor es A, piensa B. Considera su propia obra, maculada por la sátira y por la rabia y la compara desfavorablemente con la obra de A." Hay que joderse, el A que conocíamos se nos cae de las manos como un puñado de arena. Porque el relato es también la construcción de ese personaje A, escritor gazmoño y despreciable según el canon de la buena literatura de B, y resulta que A también era eso, otra cosa. A lo recibe en su casa, en el rellano, junto a la puerta, "sonríe con algo de timidez". Y "B siente por un momento que toda la fuerza que le ha servido para llegar a casa de A se evapora en un segundo. Se repone, intenta una sonrisa, alarga la mano. Sobre todo, piensa, evitar escenas violentas, sobre todo evitar el melodrama. Por fin, dice A, cómo estas. Muy bien, dice B."

Y sanseacabó. Es muy carveriano el final, ese terror contenido en el gesto cotidiano, en la nada. Me gustó el final. Una de las cosas más interesantes del relato es la posible historia o raíz de ese rencor por parte de B, como si A fuese en parte todo lo que B siempre quiso para sí mismo y no pudo tener. Como si en ese odio se definiese a sí mismo, y todo se tambalea al final. La historia del desconcierto ante uno mismo, podríamos decir, es el relato. Muy pessoano todo. Las confusas fronteras del yo y de todos los que caben dentro.

9 comentarios:

condonumbilical dijo...

"ese terror contenido en el gesto cotidiano, en la nada."

Explica eso por favor

Mabalot dijo...

Con mucho gusto. Quizá la frase parece de pega. Pero es tan simple y perturbador como el cruce de piernas de Sharon Stone en Instinto Básico. Recuerdo estar leyendo algún relato de Carver y quedar en suspenso, porque algo había pasado, un acojonamiento subterráneo que compartías con los personajes. Pero después le contabas a alguien el relato y quedabas como un gilipollas, pues en realidad no había pasado nada. Nada externo, nada visible.

Miguel Baquero dijo...

A mí, para empezar, me aburren mucho los escritores cuyos personajes son a la vez escritores y las intrigas que les ocurren tienen que ver con la escritura y en medio de un ambiente escriturable. Salvo raras excepciones, todo eso me aburre profundamente.

Luego: pienso que el relato de Bolaño (que no me ha gustado, la verdad) es algo así como una especie de justificación por su éxito creciente, el de Bolaño, del que en cierto modo se puede sentir culpable. Una sublimación previa de su camino hacia el éxito, algo así como ponerse la venda antes de la herida. "Yo soy A, parece decir, y seguramente pronto vendrá B, sedicente guardián de la buena literatura, a criticame. Pues que sepa B, de antemano, lo que le espera y como va a acabar rendido en cuanto se disipe su odio y capte lo bueno de mis libros".

Y lo que digo yo es: en vez de emplear su talento (Bolaño escribía muy bien) en esas mediocridades y batallitas literarias, ¿por qué no escribir una historia "real", con personajes "reales" en un mundo "real"? Creo que sabéis a lo que me refiero con ese "real" entre comillas.

Mabalot dijo...

Te entiendo, Miguel, pero yo no le doy tanta importancia a si los personajes son esto u lo otro. Creo que de alguna forma es muy natural que alguien cuyas amistades y mundo es el literario (Bolaño comía libros y respiraba literatura) escriba de fontaneros o porteros de ministerio. No sé, es cosa de lo que ves cada día. A mí me personalmente me daría un poco de repelús escribir con personajes escritores; para eso preferiría que fuesen espías, o magos, que tampoco son el pan de cada día en mi vida.

Y me parece otra vuelta de tuerca tu interpretación, también posible, claro, pero no lo había mirado por ahí. Yo la verdad me había fijado mucho menos en que ambos sean escritores y se trate de libros. A mí me interesaba más ese pensamiento sobre los demás, como cambia, etc...

Feliz domingo.

conde-duque dijo...

Según la Wikipedia, Bolaño tuvo en España muchos oficios: vendimiador en verano, vigilante nocturno de un camping en Castelldefels, vendedor en un almacén de barrio...
Imagínate la de historias que pudo ver y contar, la de personajes y vidas que debió de presenciar, en vez de tanta literaturitis.
Un poco de mitología literaria no está mal, pero todo girando en torno a "quiero ser escritor" resulta muy muy cansino. Si eso ya se presupone, coño.

Mabalot dijo...

Pues sí, no estaría mal que contara alguna batallita de "proletario", y es verdad que es un poco cansino en sus temas. Lo digo porque esta tarde seguí con el libro (Llamadas telefónicas) y encontré relatos bastante más flojos, o que ya me cansan...

Lo que sí noto es que Bolaño no acaba de gustar mucho por los alrededores de este blog. O más que eso, parece como si cayera un poco antipático el personaje.

conde-duque dijo...

Pobre hombre, a mí me cae bien...

Mabalot dijo...

Sí, da una pena...

condonumbilical dijo...

Pensaba que me ibas a hablar de la muerte.