Tengo que leer y escribir un comentario sobre quince relatos de personas que no conozco. Me da tanta pereza que dejo pasar el tiempo y al final me veo apurado de tiempo y leo (los que me faltaban) y escribo a toda velocidad, que es cuando mejor se escribe, por cierto. Cualquier cosa que nos lleve mucho tiempo escribirla deberíamos mandarla al cuerno. Otra cosa es volver a lo escrito y repasar y corregir, que es necesario casi siempre, o siempre. De los relatos, en los que hay de todo (algunos realmente buenos), se nota la mano del novato en varias cosas; el lenguaje demasiado almibarado y literario a veces, cuando el asunto presentado tiene incluso mucho interés y eso fastidia como un buen pescado fresco ahogado en salsas. Probar a darle el bolígrafo a alguien que hable bien y sin pedanterías y os sacará una ristra de frases rimbombantes y demasiado formales en un papel sin venir a cuento. Cuanto menos acostumbrado esté alguien (incluso leído) a redactar, más literario será lo que haga. Al principio todo el mundo le escribe al juez, y algunos siguen así toda la vida. Otra cosa que llama la atención es lo poco que se cuida en general la presentación, con fuentes demasiado pequeñas y párrafos demasiado largos, interminables. Uno pincha el ícono del documento y de repente cree estar ante uno de aquellos microgramas de Robert Walser, que sólo podían ser escudriñados con lupa.
El gran pecado de todo principiante, sin duda, es que apenas se separa un ápice de lo que él es en sus escritos. Digamos que en sus primeras cosas todo lo que escribe alguien es autobiográfico. O más bien, íntimo. Pero no por eso es por lo que no tiene interés o no vale (al contrario); sino porque el que narra eso cree estar escribiendo sobre algo inédito para los demás, algo personalísimo que nadie más ha vivido. Y en esa mirada de genio único está el error. Me parece que es cuando uno sabe que todo lo que uno siente o piensa y vive ya lo ha sentido y pensado y vivido alguien antes, cuando puede empezar de cero.
Y decía Faulkner que antes de empezar de cero se necesitan mil rechazos.
Por lo demás el mundo está lleno de buenos escritores desconocidos. Sólo hace falta darse una vuelta de vez en cuando por el planeta blog para ver cosas que no está nada mal. Escribir bien, es decir, escribir algo que se pueda leer es difícil y requiere mucho tecleo. Eso de sentarse ante el ordenador y escribir una obra maestra no pasa ni en la imaginación de los más inocentes. Toda primera novela suele ser una primera novela falsa. Ahora; las razones por las que unos llegan y otros nunca saldrán del cajón me las imagino, aunque vagamente. Kurt Vonnegut, que fue profesor durante años de talleres de escritura dijo: "Tendrán algo más en mente que la propia literatura. Probablemente también serán personas trabajadoras. Quiere decir que no querrán esperar pasivamente a que alguien les descubra. Insistirán en que los lean."
El mundo pertenece a los pesados.
10 comentarios:
Qué cierto es eso de que los novatos pensamos que somos los primeros a los que se nos ha ocurrido una idea, o los únicos que hemos sentido algo de lo que los demás están ya de vuelta... No es fácil, desde luego, y esa etapa es necesaria para llegar a lo otro: conseguir escribir cosas únicas, que seguramente serán las mismas de siempre, pero que suenan como si fuese la primera vez que alguien escribe sobre ellas.
Sí, en esas andamos amiga Teresa. Y lo que está claro es que no se puede empezar por el tejado, y no s epuede por incapacidad, no por ganas.
En fin; brindemos por los mil rechazos, que se queden atrás...
Hay una cita que me encanta de Natalia Ginzburg, en Las pequeñas virtudes (Acantilado) que va un poco sobre esto de ser único, o grandes o pequeños escritores. Ahora no puedo buscarla perio mañana la pongo.
Un abrazo.
Cómo me ha gustado esta reflexión, con la que coincido plenamente. La prueba más difícil y dolorosa consiste en reconocer en uno mismo los defectos que describes. Un abrazo.
Bienvenido amigo. Espero que hayas pasado unas buenas vacaciones.
Un abrazo.
Qué difícil comentar lo que otros escriben...más allá de me gusta o no me gusta. Supongo que habrá técnicas, como para todo, pero como yo no soy una experta, ejem, más bien al contrario, cuando me han dado algo para que opinara, algo que no acababa de funcionar, me ha dado tanto miedo alterar un ecosistema ajeno, con sus propias reglas, que no he sabido por dónde empezar, y he acabado diciendo cosas como: yo quitaría esa coma...
A mí, para escribir, me funciona quitarme toda pretensión, salvo la de tratar de mantener el interés del imaginario lector, que también soy yo.
Saludos.
La presente es para comunicarle que el escrito suyo al que hace referencia esta sección de comentarios me ha sido de grata lectura; sin duda será considerado por muchos como una reflexión de alto interés cultural, señor juez Mabalot.
Le saluda atentamente,
Androide 23
No, no, yo no soy un juez. Por eso me costaba hacer los comentarios, o las reseñas. Me dijeron si quería participar en un concurso etc... y sólo eso.
Tienes razón bárbara; alterar un ecosistema ajeno. Si algo no me gusta prefiero quedarme en silencio, aunque también es fuerte, o más fuerte, las ganas de mejorar la cosa y ayudar con lo que uno sepa, o crea, a ello.
Lo mismo que valoro en los demás. Aquí, por ejemplo.
Un saludo a todos.
Cuánta razón hay en eso de que uno, al principio de todo, se cree un genio y está seguro de que va a escribir algo maravilloso, único, que hará que cualquier editor se caiga de culo según lo lea. Qué tiempos aquellos...
Es ley de vida, Miguel. A cada momento lo suyo. Hay que pasar por todo, sino se estanca uno, como una charca.
El azar me ha regalado hoy tu blog. Todo un descubrimiento. Si me permites, lo enlazo raudo entre mis favoritos. Saludos desde la Puerta Falsa
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