2/4/08

Corregir; ¿hasta dónde?

Hay que corregir, se dice. Leo a un autor famoso, digamos, por las limpiezas de cutis en sus relatos. “Y que, cuando termine, tendré que elegir, pulir, recortar, cambiar, barnizar cada una de las palabras que configurarán la descripción de esta última imagen.” Eso dice el autor de estos relatos en uno de ellos. El problema, o así lo ve uno, es que en algunos autores (quizá en este también), vemos más la mano que corrige que la que escribe, la mano que tacha y calcula dándose demasiada importancia. Es una mano demasiado lista, o que se cree muy lista, y que deja un olor a reloj suizo en todo. Marca las horas a la perfección y es muy bonito. A su lado la mano que escribe parece la tonta del pueblo. Apenas la entrevemos por debajo de todo el bailoteo de la correctora. Y tenemos la impresión de que es la tonta del pueblo la que nos quería contar alguna cosa y a la que queríamos oír, o más bien, leer.

Vila-Matas en el prologo cita a Monterroso; “yo no escribo, yo corrijo.” Y a Delacroix, que dijo que había dos cosas que debíamos aprender con la experiencia; “la primera es que hay que corregir mucho; la segunda es que no hay que corregir demasiado."

En algunos autores se nota más el truco, porque corregir es un truco necesario, para aligerar de repeticiones y facilitar la lectura y el entendimiento de lo que se cuenta. Para acercar el significante al significado. Pero de tanto ir a la fuente acaba rompiendo el botijo, tengámoslo en cuenta. En algunos autores salta a la vista este demasiado pulido de los suelos; el truco, en ellos, es de mago de verbena; como el que baja la intensidad de las luces en la habitación para que a fuerza de no ver un carajo la cachonda se deje conquistar sin saber muy bien si tienen delante al monstruo de las galletas, a King Kong, o al feo de los hermanos Calatrava.

4 comentarios:

Nodicho dijo...

Yo también había leído lo de la importancia de la corrección, yo nunca he sabido qué corregirles a mis textos, o cómo. Aunque si es verdad que con el tiempo algo (poco) he ido aprendiendo sobre eso.

Un saludo.

Unknown dijo...

¿ Puedo corregirte? jeje no no, es broma; me parece una buena reflexión tu texto. A mi alguna vez gente que pasa por mi blog me sugiere alguna corrección, cosa que no me molesta siempre que no se pase...de mano lista. Como dice Paupablo, es difícil corregirse a uno mismo, quizá el mejor truco es leerlo como si fuera la primera vez y no supieramos nada. No se si eso se puede conseguir al 100%, pero es una ayuda.
Saludos

Mabalot dijo...

Claro que puedes corregirme, faltaría más. Otra cosa es que te haga caso. Si es interesante lo que propones quizá lo tenga en cuenta y si no pues nada. Y si alguien se pasa de lista el que queda como gilipollas es él.
En realidad lo de publicar en un blog algún relato y cosas así venía por eso, a ver qué tal sienta por estos cerros cibernéticos.

De lo que dudaba en este texto es precisamente del exceso de corrección.

Y claro que es jodido corregirse lo de uno. Por eso a veces deberíamos escribir y guardar. Olvidarnos de lo hecho, y cuando ya nos suene a ajeno cogerlo y darle un repaso. Podemos llevarnos sorpresas, tanto para bien como para mal.

Un saludo.

Portarosa dijo...

Muy de acuerdo.

Abundando en el tema, aunque variándolo algo: yo creo que a los escritores no tan buenos se les nota el resultado final (incluso muy bueno) y el camino que les ha llevado a él; a los buenos, esto último no se les ve.
Con respecto a autocorregirse, yo, a mi nivel, si no dejo pasar mucho mucho tiempo antes de releer algo mío no consigo no ver los andamios; no veo el texto, veo todo el proceso, y las decisiones y las alternativas, y sobre todo veo la intención... y así no se puede, porque así no se puede juzgar lo que ven los demás.

Un abrazo, M.