2/7/07

¿A qué dedica el tiempo libre?

Me lo cuenta a la hora de comer. Sigo comiendo, mastico como un robot. La ventana es el refugio perfecto; una visión magnífica del maldito invierno instalado en verano. Dos meses seguidos con nubarrón encima. ¿No dices nada? No digo nada. Me quedo de piedra, pero poco a poco, casi sin darme cuenta. En todo el día no me he quitado de la cabeza a este tipo.

Qué jodíos somos los humanos. Hasta van a ser buenos los chuchos y todo, en comparación.
Se llama Robert King. Bien; lo suyo es la música antigua. Se podría decir que es uno de los más prestigiosos directores del mundo. Bach, Teleman, Handel y todas esas cosas que se inventaron antes del clasicismo, y un poco el agua del aceite romántico. Porque Robert King es uno de los pioneros en tocar, o hacer tocar a sus orquestas, con esa sequedad barroca (agua destilada, de la que se echa en las baterías de los coches, pero en música, échenle imaginación, o un vermú seco, que eso se imagina mejor) que quiere imitar el sonido de las orquestas de época. Incluso tocan con instrumentos antiguos. Sólo falta que el público se vista de paje.

Hace un par de años iba mucho a los conciertos que daba la orquesta de la ciudad. Allí me juntaba con los perfumes y los abrigos de bicho y los catedráticos, y a pesar de todo ello me aficioné un poco. Las entradas me las regalaban, lo que estaba bien, y además salteadas por el gallinero había algunas mozas muy dignas de observar detenidamente, lo cual estaba muy bien. El arte, ya se sabe, atrae la belleza, como esas tiras pegajosas se acaban llenando siempre de moscas. Robert King estuvo alguna vez dirigiendo la orquesta, siempre con programas barrocos, de buena música. Yo lo vi dos veces, que fueron ambas de lo mejor que haya oído en mi vida en directo. Eso y una vez que vi a unos italianos vestidos casi de payasos tocando las cuatro estaciones de Vivaldi también con instrumentos de época. Es un misterio que sin entender nada de todo esto pueda uno maravillarse así.

Robert King, recuerdo, es alto y delgado, de mediana edad, pero de aspecto joven. Sorprende la edad, cuarenta y tantos. Salía siempre muy sonriente, se subía a su pequeño estrado y se quedaba con las rodillas dobladas, como el que va a tirar un tiro libre en baloncesto. Hacia un gesto (lanzaba el tiro libre) y empezaba la música, que se abría y cerraba como amortiguada por unos muelles, botando por los aires, todos a una. El muelle era él, que se movía siempre sobre las rodillas de unas piernas largas, como si bailase alguna danza macabra. Pero la sonrisa permanente del rostro le quitaba toda pedantería a una obras y a una música por lo demás tan fresca y desnuda como es la música antigua. Nada de tormentas de pasión y tempestades estropeando olas contra acantilados. Cosa tenue, cosa fina, cosa alegre. Y uno acaba sonriendo de entusiasmo al escuchar un concierto interpretado por este señor.

No siempre cae bien esa música entre las urracas, que menean sus joyas y tosen sus pulmones cuando la música no está hecha para encoger corazones, pero de vez en cuando nos daba esa alegría Robert King, que venía a traernos buena música a este quinto culo. Ya no va a poder ser, al menos por un buen tiempo. Estoy más que nada confuso, no me trabaja la imaginación. Pienso lo que todo el mundo piensa en un caso así, claro, pero reconozco que me es difícil conjugar la imagen que tenía de este maestro (conozco algunos músicos que trabajaron con él y todos hablan de alguien extraordinario en lo humano y en lo musical) con lo ocurrido. El humor negro me lo guardo, que me duele la cabeza.

Ya no va a poder ser Sir. Y que nadie me hable, por dios, de Michael Jackson.

8 comentarios:

Daniel Pelegrín dijo...

Una observación detenida del escorzo de la batuta ya delata esa tendencia al toqueteo de infantiles sacabuches y chirimías. No somos nadie. Salud

Daniel Pelegrín dijo...

y no digamos la mano zurda

Mabalot dijo...

La mano zurda... en fin, ya lo había pensado, pero ponga la foto que ponga vamos a ver algo en ella.

SaLUD.

Sebastián Puig dijo...

Sin ánimo de caer en el chiste fácil dada la gravedad del asunto, estamos ante la materialización del "Lado Oscuro de la Fuerza" sobre el que nos prevenía Obi-Wan Kenobi. Nadie conoce lo que puede yacer en las catacumbas de cada ser humano.

Un abrazo.

Mabalot dijo...

Si lo mejor va a ser buscarle el lado gracioso a todo, pese a los perjudicados. No quise ponerme tremendo, pero estas cosas...

Teoría para el que le interese; K, mi mujer, me dice que este hombre lleva desde crío metido en coros y de aquí para allá, con poco contacto con el mundo real; de mayor es poco menos que un genio (en el submundo musical clásico, apartado música antigua), muy admirado y tal, que apenas duerme tres días en el mismo lugar, siempre de aquí para allá recibiendo aplausos y condecoraciones. Algo así como Fraga, que llevaba cincuenta años montado en coches oficiales, pero en artista, y sin coches oficiales, sobre tarimas de escenario. No justifica nada, pero es posible que esa falta de contacto con el planeta tierra le llevara por esos cerros de úbeda (vaya eufemismo)...

Bueno, la teoría es de mi mujer, después de haberlo puesto a parir.
Ese fulano era el Woody Allen de la música...

conde-duque dijo...

Tu mujer es muy sabia. ¡Viva K!

Portarosa dijo...

Pues eso iba a decir yo, más o menos, que tu mujer es muy sabia. Y aun encima, seguro que eso te lo ha dicho mirando impasible por la ventana, al infinito, con un ligero deje oriental. Por supuesto, vestida con un kimono y el pelo negrísimo recogido en una bola enorme con unos palillos. Y sin sacar las manos de las mangas. Así cualquiera, hombre.

Bueno, que manda carallo. Pero, volviendo la cabeza a la cultura occidental por un segundo, pienso en lo de que nada de lo humano me es ajeno.
Y para evitar malentendidos aclaro que todo, aunque esté mal, suele tener una explicación. Aunque esté mal.

Un abrazo. A los dos, por favor.

Mabalot dijo...

Siempre tan razonable, Porto; así da gusto. Un abrazo.

Conde; lo de K suena tan... kafkiano. Aunque más interesante y anónimo; no habrá muchos nombres como el suyo por aquí. Es más interesante ser Mabalot que ser el otro, el que se afeita y le duele la cabeza y tiene pelos en la nariz.