"En un principio el tiempo era bueno y apacible. Piaban los zorzales y en los alrededores, en los pantanos, algo vivo zumbaba tristemente, como si soplara dentro de una botella vacía. Una chocha inició el vuelo y una bala surcó con alegría y estrépito el aire primaveral en su busca. Pero cuando en el bosque cayó la noche y empezó a soplar un intempestivo viento frío del este, todo quedó en silencio. En las charcas aparecieron agujas de hielo y el bosque adoptó un aspecto desapacible, solitario y recóndito. Olía a invierno."
(Antón Chéjov, El estudiante, extraído de Cuentos, traducción de Víctor Gallego, editorial Pre-textos, 2001.)
No hay ni una sola palabra que sea palabra, aquí. Incluso la triada "desapacible, solitario y recóndito" desaparecen como adjetivos para levantar el lugar, el momento. Tan difícil, porque las triadas adjetivas son un vicio para algunos, una artesanía complicadísima y solo a veces algo más. Se siente uno al releer estos cuentos como un manazas con las manos embadurnadas de pintura, o de grasa, como si antes de coger el libro tuviese un zanco de pollo asado en la mano. Y no es solo por ese lenguaje transparente que se encuentra en cada cuento y novela, sino quizá porque pocas veces debe tener más sentido esa máxima de Cervantes que puede servir también para separar el grano de la paja en cosa de libros y escritores; "Quien sabe sentir sabe decir."
8 comentarios:
Me gustaria mostrarte un corto que hice basado en un cuento del Chejov, nada mas pueda lo subire a mi blog
http://7potosi.blogspot.com/
Ahora mismo puedes ver uno basado en un texto de Charles Baudelaire
Son cortos amateurs hechos con muy pocos medios pero me gustaria que les pegaras un vistazo
Gracias.
El de las ventanas me gustó, y esas viñetas están muy chulas. Espero el de Chéjov.
Gracias, un saludo.
Menos las chochas y los zorzales, a los que no identifico, sí, es un lenguaje transparente y evocador. ¡Viva Chejov! Habrá que hacerle un homenaje en las Barrancas...
Sí señor, y tú lo has expresado muy bien. Compartimos la pasión por este autor, maestro absoluto en el dificilísmo arte del cuento. Y también hay que agradecer, en este caso, el excelente trabajo del traductor (tantas veces olvidado). Un abrazo. Cada vez me gusta más entrar en esta casa y leer tus entradas, por la afinidad que siento.
Reconocer esa palabra esencial (tan opuesta a la cohetería y a la prosa sonajero) es un mérito tuyo como lector, así que enhorabuena por la elección del texto y por tu glosa.
Un abrazo.
Gracias, señores. Un abrazo.
Olé. A los dos.
Yo también soy de Chejov. Desde Pabellón número 6, que creo que es la novela corta o relato largo mejor que he leído. La sensibilidad de Chéjov ante la impostura y su admiración por el entusiasmo revolucionario (aunque su carácter no fuera con él), la melancolía del fracaso, el autoengaño de los situados que se sienten filántropos y no cumplen con su deber, la cultura como coartada, la apatía de los acomodados, todo está ahí...
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