15/5/07

Las palabras de la tribu


La amistad es algo muy bueno, que hace felices a las personas y a todos los animales en general...

Tenía un compañero de facultad que robaba libros y después los vendía. Solía robar, por lo que recuerdo, éxitos y tronadas del momento, que eran los que más salida tenían, aunque trabajaba mucho por encargo. Digamos que era un intermediario entre el librero y el lector; un intermediario más. Aunque en lugar de subir el precio del producto lo abarataba. Qué buen tipo, y además se reía con mis maldades, lo que lo hacía mejor tipo aún.

A mí me traía libros de Umbral y algún otro así "literario" y me los regalaba, con dedicatoria incluida. Uno de mis libros favoritos, que disfruté como un enano drogado, era "Las palabras de la tribu". Yo creo que uno de los libros mejor escritos por este gorgorito de las letras hispanas; es decir, uno de sus libros menos "hermosos", poéticos y tal. Un libro barojiano. Toma ya.

(Ahora, al escribir esto, si eso del aleteo de la mariposa y la tormenta que tal cosa provoca en el otro lado del mundo tuviesen alguna lógica, don Paco tendría que sentir una punzada telepática en el pecho que le interrumpiese el artículo de hoy, o la meada).

Pues sí, un libro buenísimo, con el que apenas coincido en gustos. Supongo que acierta siempre, menudo ojo tiene (será por el culo de botella, que le beneficia el análisis), solo que lo que él señala como carencias o defectos literarios a mí me parecen cualidades, y viceversa. Ese apenas en el que coincidimos son Ramón, JRJ, Plá, Cunqueiro, pero casi todo lo que pone a caldo a mí me gusta mucho (Galdós, Baroja, Azorín..), y aún así sigo sonriendo con las maledicencias de este libro y de este señor que se pasó la vida escribiendo y del que poca cosa se salva, que quiso ser novelista y vale menos casi como novelista que como luchador de Sumo (y él lo sabe, aunque no se resigne a ello), y que hace tiempo que debería estar cobrando por no escribir artículos para El Mundo, más que nada para no dejar su nombre a la altura del betún.

Me pasa con Umbral algo parecido a lo que me pasó con este amiguete intermediario. Nos llevábamos bien, pero la vida pone a todos en su sitio, y a mi compañero, que era un aventurero, la vida lo puso en Estonia, o Letonia, y se hizo fotógrafo, y de la peor clase, artístico, así que no he vuelto a verlo. Ya antes de irse se había ido a Letonia, como Umbral, que para mí estuvo un poco siempre en la Letonia o Estonia de la literatura, sin ánimo de ofender a estos países.

Cualquier día entraremos en un museo contemporáneo, por ejemplo a refugiarnos de la lluvia, o por ir al baño, y nos encontraremos con unas fotos, y mientras aguantamos la ganas de hacer pis nos ganará la melancolía que nos dará más ganas de mear y quizá acabemos meándonos allí, a los pies de una foto lluviosa de un charco oscuro de una calle de Estonia, o Letonia, donde vemos reflejada la sombra de un tipo con la cara tapada por una cámara.

Y seguro que casi veremos como esa sombra desde el charco nos sonríe.

8 comentarios:

conde-duque dijo...

Lo cogí hace muchos años en la biblioteca y supongo que lo leí (no sé si entero). Tendré que volver a verlo (los gustos de Mabalot son buena guía), porque no lo recuerdo.

Mabalot dijo...

Bueno, léelo, pero no te dejes convencer mucho. Está escrito con muy mala uva, que es el mejor Umbral. El Umbral que quiere ser poético es una parodia de sí mismo. Una parodia mala.

El Umbral seco y malediciente ya es bastante poético, y tiene mucha gracia. Hay perlas fenomenales:

"Se ha dicho que Ramón era un gordo con alma de fino. Yo creo que no, que Ramón tiene alma de gordo, satisfacción y apetito de gordo, y su literatura es la literatura del buen apetito por el mundo, que hasta llega a encontrar comestibles los relieves de los edificios históricos, en París"

Con Galdós se ceba a lo bestia; "no le perdona la prosa", y dice de él:

"Tuvo desde muy pronto cara verde de billete de mil pesetas, avaricia literaria de solterón putañero, alma de portera y una grandeza de indiano enriquecido que se explica por su origen canario, casi americano."

No coment.

De Azorín;

"Un escritor limitado y cobarde. Pero no solo cobarde en la vida, sino cobarde en la escritura (y esto me parece más importante y definitorio). Azorín no escribe mal ni bien, largo ni corto, claro ni oscuro, superficial ni profundo.
Azorín escribe cobarde."

Y con Baroja pierde los papeles, se le hincha la vena del cuello.

En un momento se le escapa; "Siempre denunciamos al que hace lo que no sabemos hacer."

En su momento leí bastante a este señor, sobre todo ensayo. Además de este libro recomiendo su "Ramón y las vanguardias"; este sí con menos insultos por barba. Es uno de los que mejor entendieron a Ramón.

Gracias, Conde, un saludo.

Portarosa dijo...

Sé de buena (creo recordar) tinta que Umbral no escribe sus artículos de El Mundo. Lo cual no sé si lo deja mejor o peor.

Muy bien todo, Mabalot.

Anónimo dijo...

Es una confidencia jugosa la que nos desvela Portorosa.
Cuando andaba por el bachiller, incluso en los primeros años de Universidad, leí con entusiasmo a Umbral. Recuerdo haber gozado mucho de libros como La noche que llegué al café Gijón o Las ninfas. Por entonces escribía Umbral en EL PAÍS e iba forjando un estilo muy original como articulista. Eran otros tiempos. Los de Umbral, que no recurría aún al pilóto automático -ni, creo, a negro alguno, como parece que ahora hace, véase Porto-, los míos, mucho más cándidos, e incluso los de EL PAÍS, quién iba a suponer cómo acabaría nuestro periódico.
Y aquí retomo la cita de tu entrada anterior sobre Renard: "El talento es cuestión de cantidad. El talento no se demuestra escribiendo una página, sino escribiendo trescientas.". Pues no. Debe procurarse, creo, la constancia, pero no debe perseguirse a cualquier precio la volumetría. Ejemplo: Umbral.
Para terminar -me parece que me he extendido mucho-, una entrada magnífica.
Saludos cordiales.

M. dijo...

Hay un detalle que a mí me ha llamado la atención: la irregularidad con la que escribe en El Mundo. Todos los días, sí, pero a veces mucho y otras veces poco. Eso es bastante sospechoso, porque un articulista que lleve años ocupando el mismo espacio sabe perfectamente cuántas son las palabras que tiene que escribir. Otra cosa es que el genio haga su pieza y El Mundo la ajuste. Ya la ha ajustado muchísimas veces. ¿Cómo? Es evidente: aumentando el cuerpo de la letra. Yo pensaba: Umbral está vago o piensa que a su columna no le falta una sola palabra. Pero el columnista escribe en la columna, no puede quedarse diez líneas atrás: eso ya es otra cosa, no una columna. Yo pensaba entonces: Umbral está enfermo. Y me daba la razón de vez en cuando, faltando a clase. Hasta que hoy Portorosa desliza esta suave confidencia. Desde luego, Porto, toda la pinta tiene. Además, el estilo de Umbral es fácilmente imitable, aunque siempre con varios puntos por debajo del original. A mí me gusta cómo escribe: y como cronista es fantástico. Luego, en el día a día, como todos, tiene sus días mejores y sus días peores. Y desde hoy, sus días de 'negro'.

M. dijo...

Hay un detalle que a mí me ha llamado la atención: la irregularidad con la que escribe en El Mundo. Todos los días, sí, pero a veces mucho y otras veces poco. Eso es bastante sospechoso, porque un articulista que lleve años ocupando el mismo espacio sabe perfectamente cuántas son las palabras que tiene que escribir. Otra cosa es que el genio haga su pieza y El Mundo la ajuste. Ya la ha ajustado muchísimas veces. ¿Cómo? Es evidente: aumentando el cuerpo de la letra. Yo pensaba: Umbral está vago o piensa que a su columna no le falta una sola palabra. Pero el columnista escribe en la columna, no puede quedarse diez líneas atrás: eso ya es otra cosa, no una columna. Yo pensaba entonces: Umbral está enfermo. Y me daba la razón de vez en cuando, faltando a clase. Hasta que hoy Portorosa desliza esta suave confidencia. Desde luego, Porto, toda la pinta tiene. Además, el estilo de Umbral es fácilmente imitable, aunque siempre con varios puntos por debajo del original. A mí me gusta cómo escribe: y como cronista es fantástico. Luego, en el día a día, como todos, tiene sus días mejores y sus días peores. Y desde hoy, sus días de 'negro'.

Mabalot dijo...

"el estilo de Umbral es fácilmente imitable", yo creo que sí, y también creo que Umbral no deja de copiarse a si mismo, también varios puntos por debajo del "original".

Qué tiene negros me lo puedo creer, a esas alturas el mundo de las letras se convierte en el mundo de las letrinas (Veáse los escándalos de Bryce Echenique, ese pollo), pero no deja de ser un poco raro que el carcamal deje a otras manos escribirles esos artículos muy malos (porque son ilegibles ahora, de pedorreta hueca...) que él considera la gloria del columnismo.

El problema de Umbral es que tiene menos cerebro que cualquier mono del zoo de Madrid.

¡¡¡El estilo!!!...

Un saludo, amigos.

Anónimo dijo...

No me extrañaría lo del negro, aunque lo que sí que tiene es un jefe del que me ahorro los calificativos. También me gustó mucho "Ramón y ..." y creo que es de los que mejor lo entendieron en la literatura, tal vez por parecérsele en varias cosas: narcisismo, poligrafía... Y "Trilogía de Madrid", "mortal y rosa" o "La noche que llegué al café Gijón" le auguran una parcelita en el Parnaso. Luego ya él, sus opiniones o su personaje..., pues como Cela.
Julionarrow