2/1/07

Religiones, fanatismos y demás bulerías

Domingo, verano, sol; café y vamos a la playa. Ella conduce. Yo no leo el periódico, porque a veces me niego a leer el periódico; así me creo estar escapando de algo. Me dura dos días la aventura; después vuelvo a la letra fresca y caduca, a hartarme otra vez desde cero.
Leo Plataforma, una novela para leer en la playa, porque es una novela de plástico (impermeable) que se lee también con el rabillo del ojo mientras le miramos las tetas a la vecina de toalla sin que lo detecte la observada ni nuestra mujer (que no pierde el tiempo y se deja acariciar por el sol mientras sueña cosas de provecho, como suelen hacer las mujeres); para disimular es perfecto, este libro. Entre escenas calentorras me topo con un fragmento de filosofía de las religiones, y así, vaya por dios, entre erección y erección, hábilmente disimulada, me regocijo con lo que encuentro (Houellebecq, el autor, se metió en un follón después por haber dicho en una entrevista; “La religión más idiota del mundo es el islam”. Pero ya le tenían ganas después de haber escrito en este libro, sobre todo, esto que copio a continuación, aunque un personaje de ficción puede decir lo que quiera y no pueden acusar de blasfemia al autor):

Un egipcio arenga al protagonista; “Desde la aparición del islam, nada más. La nada intelectual absoluta, el vacío total. Nos convertimos en un país de mendigos piojosos. Sí, mendigos llenos de piojos, eso es lo que somos.” [...] “Tiene que recordar, mi querido señor, que el islam nació en pleno desierto, entre escorpiones, camellos y toda clase de animales feroces.” [...] “El islam sólo podía nacer en un estúpido desierto, entre beduinos mugrientos que no tenían otra cosa que hacer, con perdón, que dar por culo a sus camellos. Cuánto más monoteísta es una religión, piénselo, querido señor, más inhumana y cruel resulta; y de todas las religiones, el islam es la que impone un monoteísmo más radical. Desde que surgió, ha desencadenado una serie ininterrumpida de guerras de invasión y de masacres; mientras exista, la concordia no podrá reinar en el mundo. Ni habrá nunca en tierras musulmanas sitio para la inteligencia y el talento; si han existido matemáticos, poetas y sabios árabes, es solo porque habían perdido la fe. Al leer el Corán se queda uno impresionado por el lamentable aire de tautología que lo caracteriza; “No hay más Dios que el único Dios”, etc. Estará de acuerdo en que no se puede ir muy lejos.”
Ahora me acuerdo del título que, al parecer, el editor le puso a un libro de Baroja, polémico título (menos polémico en su día, después de la guerra civil); hablo de Comunistas, judíos y demás ralea. También dio que discutir este asunto; hay que admitir que Baroja estaría al tanto de que su libro iba vestido con tal título. Se encogería de hombros. Allá él. Cada uno que apechugue con lo que hace o deja hacer.
El caso es que tal como están las cosas es, cuando menos, curioso encontrarse con un texto así; claro, restémosle, si se quiere, el componente provocación que tan bonito queda en plumillas de cierta pose, pero, coño, no se han inventado las universidades, la ilustración y los libros para que al final no se pueda opinar ni hasta fuera de las iglesias.
Es un follón tonto; estamos, parece, deseando rasgarnos las vestiduras, apuntar con el dedo, no tan lejos de los churrascos en la hoguera que tan bien se le daban a los políticamente correctos de la época.
Otro incorrecto; fíjense en la siguiente cita; nada más y nada menos, que de Borges. El libro, Otras inquisiciones (1952):
“Varias razones hay para que yo sea antisemita: la principal es esta: la diferencia entre judíos y no-judíos me parece, en general, insignificante; a veces, ilusoria e imperceptible. Nadie, aquel día, quiso compartir mi opinión, todos juraron que un judío alemán difiere vastamente de un alemán. Vanamente les recordé que no otra cosa dice Adolfo Hitler: vanamente insinué que una asamblea contra el racismo no debe tolerar la doctrina de la Raza Elegida; vanamente alegué la sabia declaración de Mark Twain; ‘Yo no pregunto de qué raza es un hombre; basta que sea un ser humano; nadie puede ser nada peor’.”
Con la cita Twain me quedo; aunque hay seres humanos que no están nada mal. Algunos me gustan, y hasta mucho unos pocos.

4 comentarios:

conde-duque dijo...

Desde que se nos invadió la concepción de la verdad como corrección política todos somos sospechosos de algo. El escándalo es la piedra de toque del imbécil...

Mabalot dijo...

Hay un libro muy interesante de Stephen King, sí, el "satánico", titulado "Mientras escribo" en el que hay un párrafo que resume a la perfección todo lo que quise decir en el post:

"...te aseguro que hoy en día, a las puertas del siglo veintiuno, escribir narrativa no tiene nada que ver con la cobardía intelectual. Los aspirantes a censores son legión, y aunque no coincidan todos con sus prioridades, a grandes rasgos quieren todos lo mismo: que veas el mundo como ellos... o, como mínimo, calles lo que ves diferente".

Miguel Sanfeliu dijo...

Muy interesante este post.
Te mando un afectuoso saludo.

Mabalot dijo...

Gracias, Miguel, se agradece lo de interesante. Es un tema peliagudo que a cualquiera que le interese escribir debería tener en cuenta.
Es un placer tenerle por aquí; un cordial saludo.