Cuando era un inocente era feliz. Ser feliz es más importante que cualquier otra cosa, porque dentro de esa palabra está todo lo demás; es una palabra que lo contiene todo, como el cocido gallego. Al hacerme mayor mi madre no dejaba de decirme; de pequeño siempre estabas riendo y ahora pareces un amargado.
Y sería verdad, pero no era culpa mía ni quería parecer un bicho malencarado; la culpa la tenía mi educación, que tanto insistieron en que tuviera. La culpa de todo la tenía la puñetera culebra del Antiguo Testamento, y Yoko Ono. Yoko Ono es la culebra cabrona del Antiguo Testamento convertida en mujer posmoderna, una cerda. ¿O es Paul McCartney la cerda?
Pero el Antiguo Testamento, no, eso es remontarse muy atrás, digamos que es trampa. Echémosle la culpa a la educación, la escuela, los libros, el arte. A la sensibilidad que solo sirve para hacerte un débil y amariconarte, y acongojarte. Cuando uno se da un voltio por determinados barrios del espíritu y después vuelve al mundo de siempre, dónde tan normalmente conviven ratas peludas (¿Paul McCartney?) y personas, corre el riesgo de que se le quede cara de mamón amargado.
Un amigo mío, por cierto muy cinéfilo, decía de las donas, como pudiera decir del cine; A mí me gusta todo lo que tenga falda y respire, y si no respira ya veríamos. El caso es que el cine era bueno, respirase o no, y lo veíamos todo, todo el bueno, y el muy malo, pero no hay felicidad que dure cien años. Un día, al despertarnos, en lugar de vernos convertidos en una cucaracha nos encontramos con un panorama harto peor; no podemos aguantar la última película de Kubrick, la que hizo antes de morir (haberse muerto antes); es más, todo el cine español menos Berlanga y Buñuel es una mierda de mierda. Nooooooo... no hay forma de ir al cine con una cachonda a ver una película sin que; 1) ella se duerma de asco y aburrimiento y al despertarse nos odie por repugnantes, o 2) que se nos revuelvan las tripas y nos durmamos de asco y aburrimiento y al despertarnos nos odiemos por repugnantes.
Pero esto no es lo peor; lo peor es cuando casi todos lo actores nos repatean el hígado, cuando ves ópera en todas partes, cuando al ver a un llorón en la pantalla te dan ganas de entrar en la película y secarle las lágrimas artificiales a bofetadas... Ah, decía Salinger en El guardián entre el centeno; “Los actores me revientan. Nunca actúan como gente de verdad, aunque ellos se creen que sí” Y más adelante; “Lo que tengo que hacer es leer Hamlet. Es un rollo tenerse que leer las obras uno mismo, pero es que en cuánto un actor empieza a representar ya no puedo ni escucharlo. Me obsesiona la idea de que de pronto va a salir con un gesto falsísimo”.
Cuando leí esas palabras en su día me identifiqué plenamente; me dije, este de neuras también va servido. Ya solo por eso ese libro vale la pena, que alguien diga eso.
Y hubo una época en la que apenas vi nada de cine, casi nada. Todo me aburría; estaba en crisis y no era por falta de sexo, pues al menos tenía dos manos y a veces hasta cuatro. El mundo tenía forma de zurullo, olía mal, siempre era como de noche y respirar cansaba. Necesitaba unas vacaciones en Canarias, pero no tenía presupuesto.
Pero como tampoco llueve que no escampe un día obró el milagro; apareció ante mis gafas una película india, de un tal Satyajit Ray, Pather Panchali, y después la otras dos películas de la Trilogía de Apu, así llamada. Y me curé, sin necesidad de tomar Prozac ni ir a un gimnasio o meterme en una secta; y le di las gracias a los indios por haber parido a aquel tipo, el que hizo aquellas películas, y salí a la calle a besar a todos, saltando y saludando hasta a los municipales y a los de Caixa Galicia, y fui a ver a mi madre antes de que se me pusiese otra vez cara de amargado.
Nota aclaratoria; Esta historia de felices y amargados que puede ser la mía y la de todos es también la historia de Apu, el protagonista de la Trilogía. Niñez, adolescencia y juventud/adultez. El próximo post lo dedico a estas películas.
4 comentarios:
Siempre he pensado eso mismo sobre los actores. Por eso odio el teatro; me ponen nerviosos; simplemente no me lo creo.
Creo recordar que en "El guardián entre el centeno" también dice que le gusta "Treinta y nueve escalones", de Hitchcock, una de mis preferidas...
PD: Tengo que ver la trilogía de Apu.
Pather Panchali está hecha con actores no profesionales, y tiene más de documental que de ficción, aunque es ficción.
La entrada es de matrícula de honor, tío. Nos vemos el año que viene, que ahora me toca currar como un perro...
Gracias, Lugrumante, se te echaba de menos. A ver cuando quedamos para tomar unas birras...
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