La Trilogía de Apu es; Pather Panchali (La canción del camino, 1955), Aparajito (El invencible, 1956) y Apu Sansar (El mundo de Apu, 1959).
El director es Satyajit Ray, el de la foto de abajo.
Nació en Calcuta en 1921, estudió Bellas Artes en la universidad y pronto pasó de la pintura a la música y de esta al cine. Su primera película es Pather Panchali; antes había vivido en Londres trabajando para una agencia de publicidad y había visto mucho cine, según saco de la reseñas biográficas.
Admiraba el cine de Jean Renoir y Ladrón de bicicletas de Vittorio De Sica. Incluso parece que fue Vittorio de Sica quién le animó a pasar de la crítica cinematográfica a la creación. Otros nombres que suenan cuando se habla de Ray: bueno, el neorrealismo italiano en general, Renoir, como dije, Chejov, Cartier-Bresson, Flaherty y su Nanuk, se habla de Pierre Bonnard. Y los maestros indios: el pintor Binode Behari Mukherjee (“mínimas pinceladas aplicadas con la máxima disciplina" y"calma por fuera, fuego por dentro") y Acharya Nandalal Bose que lo introdujo en la estética y tradiciones China y Japonesa.
Estos son los antecedentes teóricos, pero el arte no es una ciencia exacta. A Jess Franco le encantaba el buen cine, pero no practicó con el ejemplo, por lo que se ve. El cine de Ray yo lo veo cercano a Ozu, y tan grande uno como otro.
La primera película de la trilogía posiblemente sea la más atrevida, la más sorprendente; está más cerca de la exposición documental que las otras dos, ese valor antropológico que se le quiere (y puede) dar. Pero así como las novelas de Galdós no se quedan en meras aportaciones de valor histórico el cine de este tío sobrepasa toda explicación antropológica, filosófica, ideológica (que las hay, con el rollo de te-acuso-de-burgués, que es lo que se dicen los hijos a los padres ya desde la época de Adán y Eva), y va mucho más allá, a un lugar casi deshabitado dónde no hace falta ser leído para saber ver, y dónde todos los aparatos del cuerpo disfrutan, desde los ojos corriendo por la pantalla y nunca deteniéndose, siempre muy abiertos, hasta las orejas recogiendo la música maravillosa de Ravi Shankar, pasando por el estómago que también se queda en suspenso, emocionado y atento a los vaivenes del corazón que bombea al ritmo del sitar de Shankar y los gestos y miradas y dolores de los protagonistas.
Está esta película en ese lugar dónde no existen las explicaciones cinéfilas, o dónde sobran, y por eso no sé qué escribir de esta película, cómo explicar que ya forma parte de mi como las lorzas que me van saliendo de parachoques en los riñones y que no me atrevo a fundir. El arte es un buen invento, y lo hay bueno, malo, regular y después hay otra cosa; una cosa viva, que nos habla de tu a tu, de vivo a vivo. Es una cosa asimétrica, defectuosa, perfecta, con esa perfección imperfecta que sólo lo vivo tiene; una gota que baja por una mejilla no tiene el camino escrito, y sí, su ruta es la única después de ocurrir; una paradoja. Y está viva, además, digo, porque el que la ve está vivo, normalmente, y el que la ve no la olvida.
La historia es muy simple; una familia; abuela, madre, padre, hija, hijo; y de cómo sobreviven, viven. El exotismo está en segundo plano; sorprende que una película india basada en la vida familiar en una aldea bengalí de esa época sea tan cercana a lo que conocemos. Al paleto que llevamos dentro y que nos obliga a dormir con la boca abierta (como un paleto de los sueños, que decía Ramón) le sorprende también que los indios anden descalzos por esos caminos abruptos pero en cambio no olviden nunca el paraguas. Hace gracia verlos tan preocupados por el paraguas.
Apu es el personaje protagonista; lo conocemos desde que nace hasta que ya ronda los treinta y tantos, sino recuerdo mal. La niñez en la primera película, la adolescencia en la segunda y juventud y adultez en la tercera.
La mirada de Apu, descubrimos el mundo que le rodea con él, recuerda al personaje de Ana Torrent, la niña de El espíritu de la colmena, de Erice. Se ve que a Erice no se le escapaba el buen cine; es una pena que no sea más echado para adelante y menos puntilloso, este Erice; nos haría un favor a todos los que nos gusta el buen cine.
Estas tres películas indias me reconciliaron con el cine cuando apenas tenía ganas de ver nada. Las encontré por casualidad.
Kurosawa la puso por las nubes. Es famosa su cita. También es fácil deducir que otro Apu, el tendero indio de Los Simpsons, se llamaba así por estas películas y es verdad; Matt Groening lo deja muy claro; “Saqué el nombre de Apu de la película Satyajit Ray Pather Panchali (una de mis pelis favoritas de todos los tiempos)”.
Solo con lo nombres propios que aparecen en este post yo ya me iría tranquilo a la luna, a una isla desierta o al sitio ese dónde a cojones se tiene que ir uno con unas pocas cosas, libros, películas, etc... a elegir. Galdós, Ray, Ozu, Ladrón de bicicletas, Chejov, Los Simpsons...
4 comentarios:
¡Feliz año a todos! Por si no nos "vemos" antes.
Muchas gracias por el post. Me ha gustado mucho.
Totalmente de acuerdo con lo de Erice, es un tiquismiquis de mucho cuidado (aunque a mí el Membrillo me parece eso, un membrillo).
Creo que voy a disfrutar viendo a Apu...
¡Feliz año, Mabalot!
Viviendo como vivo en una ciudad pequeña, dónde encuentro yo la trilogía de Apu. La tendrán en la Biblioteca o me tendré que ir directamente al Carremule.
A mí Erice me gusta así como es.
¡Feliz año!
Gracias conde-duque... la disfrutarás...
Alexandrós; en el Carremule la hay, creo, y los subtítulos también. Y sino los del corte inglés la tendrán casi seguro, que siempre hay uno a tiro. El fnac me imagino que ya no está tan a tiro. Pero ya te digo; desde el emule se puede bajar.
Lo de Erice, a mi me fastidia que no haga más cine; casi todo lo que ha hecho me ha gustado, incluyendo el Membrillo, en su día, con presentación de Antonio López, incluso, en el CGAC de Santiago, y contó alguna cosa de Erice, de lo maniático (un "hombre de libro") que era etc...
Y no es que me encante lo que hace López, pero tiene detalles la película que están muy bien.
Feliz año!
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