3/6/12

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Así que llevo unos días enterándome de que viene siendo Juego de tronos, la serie. Es un gran culebrón, con su épica hermosa, sus nombres legendarios y sus antepasados grandiosos, en una tierra/ continente en la que cabe un poco de todo, desde los paisajes norteños, nevados, un tanto inhóspitos, y colinas, valles verdes, bosques poblados por fieras y fulanos salvajes, hasta el sur más polvoriento y bullicioso. También desiertos; es un mundo plano o reducido, una variación fantástica de una Europa medieval. Los nombres, tanto de los lugares como de los personajes, no son cualquier cosa; nombres que dejan una estela de títulos grandiosos, eufónicos. Hasta en español.

Así, en ese mundo siempre un poco embarrado, con las capas llenas tiesas de arrastrarlas por el fango, y unas cabelleras grasientas y guarras que no conocen el champú, como debe ser en esos lares, se presentan unos personajes con nombres muy dignos: Lord Eddard Stark, Guardián del Norte y señor de Invernalia; Renly Baratheon, Señor del Bastión de Tormentas; Daenerys Targaryen, hermana menor de Viserys Targaryen, de la Dinastía de los antiguos reyes Targaryen; Robert Baratheon, Rey de los Siete Reinos. Están bien todos. Sin nombres no se va a ninguna parte.

Le hubiera gustado a Faulkner toda esta retahíla de ambiciosos en un mundo cerrado, en el que las historias se remontan a varios siglos atrás y el presente se fosiliza inmediatamente en leyenda y canto para el pueblo. Se habla de siglos, de generaciones. Los personajes se ven hablando para la historia, actuando para los siglos venideros. A Cunqueiro, por ejemplo, le hubiera gustado por otras razones; lo fantástico y lo cotidiano tan unidos, más realista que nunca. Lo grotesco, casi surrealista, hasta paródico. El misterio es una sombra.

Por lo demás, sangre y tetas. Un maquiavelismo con cuervos y vagas amenazas sobrenaturales.

Se acerca el invierno... dicen una y otra vez. Pero el invierno dura años.

No será casualidad que esto tengan tanta interés hoy, ahora. Debe ser algo más que puro escapismo. En el capítulo que vi ayer (segunda temporada) un tal Lord Barys, que forma parte del Consejo Privado que asesora al Rey, decía: "El poder reside donde los hombres creen que reside."

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