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Me dice este buen hombre, que hoy se mueve con muletas y suda bajo el abrigo cuando todos vamos en mangas de camisa, que lo importante es tener salud, que no vale la pena vivir amargado. Y yo me pregunto si le estoy poniendo cara de amargado. Los de mi generación, dice, que tanto presumimos de haber matado a Franco a disgustos, al final acabamos casi todos en este invento de la Xunta, por el que nadie daba un duro, todos escépticos, que esto no va para adelante, decían, y al final ahí están, de directores generales. La tropa. Vaya pinta que teníamos, me dice. Qué greñas. Y se va con sus muletas y su buen humor a airearse un poco. Joder, la viñeta de El Roto.

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Lo explica muy bien Cioran. No a los jóvenes fascistillas; no, a los mayores. Los que volvieron de China con el alma rota. Es un decir; no conozco a nadie que ya haya vuelto de China, a no ser de vacaciones. Hoy a China sobre todo se va a fabricar algo, sean ataúdes o bragas. Sobre la fe del converso, que es a lo que iba, encontré este fragmento:

"Por mucho que hayáis desertado de una creencia religiosa o política, conservaréis la tenacidad y la intolerancia que os habían incitado a adoptarla. Seguiréis siendo furibundos, pero vuestro furor se dirigirá contra la creencia abandonada; el fanatismo, inseparable de vuestra esencia, persistirá en ella independientemente de las convicciones que podáis defender o rechazar. El fondo, vuestro fondo, continuará siendo el mismo, y no será cambiando de opiniones como lograréis modificarlo." [Ese maldito yo, página 128, ed. Tusquets]

Por eso lo de Gallardón tiene tanto mérito.

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La leche, la vena, la mandíbula en tensión. El suelo. [Foto de Jeff Wall]