8/1/12

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Buenos propósitos para el año que empieza: Vestirse de loco y pasear por el parque entre los árboles con las solapas del abrigo levantadas hasta que me paguen una pensión para escribir poemas tranquilamente sobre las diarreas de Lucifer. Es de ese tipo de cosas que al final nunca se cumplen.
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Leyendo algunos artículos en la sección de deportes de El País tiene uno la impresión de que Real Madrid es algo así como Corea del Norte. Uno siente casi pena por los pobres oprimidos; no habrá millones de euros que compense padecer tal dictadura. En El Mundo en cambio los del Barça son esos sucios yanquis que engañan a todos con sus películas de disney y sus falsas oportunidades; ah, la verdadera cara del Barça. Esos catalanes siempre tan falsos.

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Morandi: ¡Ese maravilloso pintor de magdalenas!


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En Galicia, uno de los sectores de población más felices es el de los exconselleiros de la Xunta. Siempre que se me ha cruzado alguno por delante he visto a personas, no ya crispadas, que para nada, sino plenamente satisfechas con su vida, con el mundo y quizá con el universo. Es verdad que esto es poco científico; para confirmar esta hipótesis uno debería hacer un seguimiento. ¡Los datos! Horas, carcajadas, comentarios jocosos, sonrisas, palmadas en la espalda. En fin, los datos, pero esto es literatura y se dice lo que se entiende. Físicamente, el prototipo es ese individuo blancucho de pelo y sonrosado de piel que viste americanas azulonas, de ese azul que ha pasado siglos absorbiendo la oscuridad rancia de un armario. Un decir, esos armarios tendrán ventanas. Pantalón negro, corbata azul Windows, que es otra tonalidad, el pin de la Xunta, quizá una gaviota girando en el cielo portuario de un país idílico. Algún día todos seremos exconselleiros y no hará ni falta volverse loco. Ni siquiera vestirse de loco.

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