3/7/11

Juicios y homenajes

ANTE determinadas polémicas me parece muy cierto esto que decía Borges [pág. 864 del Borges de Bioy Casares]: "Todo juicio adverso es previo. Aborrecemos a un autor porque no lo hemos leído; no lo hemos leído, porque lo aborrecemos."

Me importa un bledo que se homenajee oficialmente o no a Céline, o que el propio homenaje sea esa defensa o condena airada por parte de unos y otros. Para ser un maldito está ciertamente de actualidad, y hace años que sus libros menos legibles (ya sabéis, exclamaciones, onomatopeyas casi de cómic, puntos suspensivos como toda puntuación, nula narratividad) circulan en ediciones de bolsillo, junto a Isabel Allende, Dostoievski o García Márquez, por citar a algunos autores poco malditos. No creo, por tanto, que se necesite salir en su defensa; está perfectamente asumido como gran autor literario. Ya es un lugar común nombrarlo junto a Proust como la mejor literatura del siglo pasado en francés. Podemos decir que les unía eso que se llama voluntad de estilo, cada uno en el suyo. Y ambos escribieron obras casi inabarcables, oceánicas, y alejadas del lector más perezoso o soplagaitas. Parece que la reputación de muchos autores radica en esa ilegibilidad, en cierto grado de dificultad literaria. Y por lo tanto en una admiración previa a la lectura, o a la lectura de algo completo.

Se podría decir que los grandes autores son mujeres gordísimas a las que no podemos abrazar rodeándolas con nuestros brazos siempre demasiados cortos para ellas. Y me recuerda a algo que escribía Wittgenstein en un diario: "Hay una gran diferencia entre los efectos que produce un escrito que puede leerse fácil & fluidamente & uno que puede escribirse pero no puede descifrarse [leerse] fácilmente. En él se guardan bajo llave ideas, como en un cofre."

Claro que puede que no se guarde nada y que el cofre esté vacío tras un cerrojo de siete llaves. Y a lo que iba; tanto la admiración incondicional como el desprecio visceral suelen ir acompañados de una verdadera ignorancia sobre la obra.

Si el loro supiera...
A Céline lo he leído hace años. No todo, claro. Lo leí cuando necesitaba leerlo. O precisamente cuando menos bien me hacía leerlo. Pero no soy tan pobre de espíritu para que me destrozara la vida una lectura como esa, tan desencantada del género humano. Más desencantado de la vida me parece un ministerio, o una iglesia. La vida se la destroza uno mismo, si acaso. Pocos autores más apegados a la vida que Céline, verdadero tigre que luchó por sobrevivir cuando todo parecía ir en su contra. En su obra el odio está tan repartido que es difícil asignarle el calificativo de racista.

Sólo nos queda preguntarnos, como escribía Savater en su artículo: "¿Cómo podemos apreciarle tanto, sin dejar nunca de detestarle?"

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