De la feria del libro antiguo y de ocasión en esta ciudad saco en limpio unos bostezos casi suicidas, y unas ganas irrefrenables de salir corriendo. Aburrimiento contagioso de los libreros, que se sujetan las cabezas con las manos como si les colgase del cuello una sandía pesadísima.
Pero nada. ¿Cómo es posible? Un señor que me encuentro al que le huele el aliento me acerca la boca a la oreja para decirme; todo una mierda, y mueve el brazo señalando las casetas. Cuando se marcha veo que tiene un poco pinta de dictador de país tercermundista.
Sólo me tienta un libro de relatos de Paul Bowles que no tengo (en la Alfaguara de antes), pero no lo compro. Lo dejo donde estaba. Si sigue allí otro día me lo llevo.
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Camacho durante el partido de España: "Lo bueno de Iniesta cuando encara a un defensa es que ni Iniesta sabe por dónde va a salir".
Si España no pasa ni a octavos no habrá mal que por bien no venga; no volveremos a escuchar al cretino histérico. Lo siento, Paco; eres un coñazo, y vete a la mierda.
Hoy, en las crónicas deportivas sobre el partido de ayer, se apela a cosas como estilo, retórica y barroquismo. Incluso acabo de leer el artículo de Enric González en el que compara la supuesta odisea de España y la de Leopold Bloom en el Ulises (ayer, día 16 de junio, Bloomsday). Ya tiene narices. Qué literario se ha vuelto el fútbol últimamente.
Intelectualizar el fútbol demasiado es lo peor que le puede pasar. Incluso mucho peor que que caiga en manos de la mafia rusa o de la yakuza japonesa o de cualquier mafia autóctona o globalizada, si es que está libre de pecado. No me gustaría que en el futuro le saliesen al fútbol unos señores pedantescos con pipa y perilla que se erigen como guardianes de la esencia futbolística. Sólo hay que ver el protagonismo que tienen en el cine y la literatura cuatro insufribles que aparecen en todas partes dando su bendición a auténticos bodrios, o negándola, como si el arte o sus simulacros tuviesen que rendirles pleitesía. Prefiero un fútbol brutote, elemental, sin muchas explicaciones.
Viendo el partido de España no me vino a la cabeza ningún escritor, por supuesto (ya tenía bastante con aguantar a los comentaristas), pero si tuviera que acordarme de alguno pensaría en el ya casi olvidado y nada leído Gabriel Miró. Aunque no sé por qué pienso en éste, al que apenas he leído nada entero, y si acaso hace siglos. Lo suyo, más que estilismo, era puntillismo. Leyendo un libro suyo le entran a uno ganas de estrangular a alguien. De él Umbral suelta alguna cosa de las suyas; "El peligro del estilista es quedarse a solas con el estilo, dejándose querer a la vez por todas las huríes de su harén estilístico. De vez en cuando hay matar a una hurí. Un poco de sangre le viene bien al estilo más preciosista. Miró nunca da la sangre, pero de pronto da la lepra."
Yo digo que si no hay una hurí a mano que se sacrifiqué al cretino histérico, que si es por el bien de la selección tampoco pondrá muchas pegas al sacrificio y nos ahorraremos el mal trago que nos hace pasar al ver un partido. A uno ya casi le da igual que gane o que pierda España, porque soy un estoico y porque el fútbol es fútbol, como bien dijo Boskov, pero que se calle ese tipo. Las más grandes civilizaciones antiguas contemplaban la posibilidad de sacrificar para los dioses vírgenes y otros. Éste entraría en el apartado de otros.
Pues eso; más sangre y menos lepra, si puede ser.
Y si no brindaremos con la final chula que no pudo ser; España- Portugal. Más satisfactoria por lo que queda fuera que por otra cosa.
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Hoy, otra frase de Vujadin Boskov: "El fútbol engancha porque es simple, es bello porque es sencillo. Cuanto más lo complicas, empeora."
3 comentarios:
Sí, lo más jodido del partido fue escuchar al imbécil de Paco González, ayudado por ese otro gran gilipollas que es J.J. Santos.
Era una vergüenza ajena continua. Un martirio permanente. ¿Pero de verdad a alguien le gusta escucharlos?
Muy buena la última frase de Boskov. Podría ser un gran precepto literario.
¡Yo también escuché esa frase de Camacho y tambien me quedé flipado! Pero me gustó, sí, me gusto.
Yo también creo que se ha intelectualizado demasiado el fútbol. Ni insultarlo como antes ni hacer de él una filosofía, como ahora. Habrá un término medio.
Lo que no aguanto de P. González es que diga todo el rato lo que tienen que hacer los jugadores a cada momento, como si fuese una especie de demiurgo del buen fútbol; ¡Xavi, a la banda, a la derecha, mira a la derecha, a Ramos, así, por fin...! ¡Ramos, detrás de ti, te apoya Iniesta, Iniesta por detrás, a ver hombre, levanta la cabeza...! Y así sólo parando para llorar cada vez que el equipo contrario toca el balón.
Un poco de dignidad, hombre.
La final ya se me jodió. Se conoce que no había hecho bien las cuentas. Ahora rectifico, deseo; España- Holanda.
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