25/1/10

Literatura con brumas

Y punto. Esta foto es una metáfora. El que quiera que la pille.

Cuando Steiner dijo el año pasado que la literatura gallega era poca cosa en comparación con la catalana me hizo gracia y poco más. Era la ocasión ideal para rasgarme las vestiduras. Lo dejé pasar. Me aburría ya pensar en ello antes de que el señorito oráculo terminara de pronunciar su frase despectiva. Uno de los derechos del anciano está precisamente en escandalizar, en decir cosas tremendas. He oído a ancianos decir auténticas barbaridades por el placer mismo de reírse de las formas, de todo, de nuestras caras respetuosas con lo sagrado de estos tiempos. Otras épocas viven en esta época. Es muy conveniente.

No me sentí indignado, a pesar de que esa literatura gallega que Steiner despreciaba era, en parte, mi literatura (la que leí de niño y etcétera, sentimentalmente, y si acaso me ayudó a entender algo de lo que me rodeaba). Me pareció que ninguna persona está libre de decir una gilipollez importante. Pese a dedicar su vida al estudio de la literatura, de las literaturas, eso no le impedía soltar una chorrada de barra de taberna. Con Franco se vivía mejor, los negros no saben hacer sudokus, la literatura gallega es tan insignificante como la hebrea. Mucho más insignificante que la hebrea. Mucho más insignificante que cualquier otro balbuceo escrito convertido en tradicional por unos analfabetos comecerdos. Otra ronda para todos.

Y me di cuenta de una cosa: Steiner se estaba cagando en mi cabeza. El reverenciado Francis George se estaba aliviando sobre mí, o sobre una parte de mi peinado. Y eso es algo que no pensaba permitirle ni a Steiner ni a nadie. Después vi que tantos se escandalizaban, tantos cursis echándose las manos a la cabeza (también cagadas), que pensé que sólo por el gusto de ver a esas gentes ofendidas, esos churrascos poéticos vejados, y esas becas y premios un poco sodomizados (si esto fuera posible), que pensé que no hay mal que por bien no venga. Puede que más cagándonos nos estuviese despertando a bofetadas. Me pareció también que quizá podía tener algo de razón. Es decir, su desconocimiento, y su juicio rápido y despreciativo sobre la literatura gallega, tenían una base, digamos, real. Su ignorancia era la ignorancia del mundo. Una ignorancia universal, por exagerar. Su desprecio era, principalmente, desconocimiento (lo mismo que el racista es un histérico mal informado). En literatura el clásico siempre es visible. El clásico es ubicuo, lo toca todo, se une a todo, lo vemos en toda sopa. Está siempre presente; su influencia llega a todas partes. Don Quijote se incorpora a la literatura japonesa, a la literatura norteamericana. Forma ya parte de ella. No creo mucho en estas denominaciones (literaturas nacionales), pero de alguna forma hay que llamar a la literatura hecha por un japonés, por un norteamericano. La literatura gallega, o hecha por un gallego en idioma gallego, no está presente. No existe.

Existe en su enterramiento académico. Existe en este país, un poco. Existe entre nosotros. Un poco más de lo que se piensa. Fuera de aquí es antropología casi. Interesa al antropólogo, como las tribus de no sé donde interesaban a Marvin Harris.

Si Steiner no conocía la literatura gallega, es que pocos ahí afuera, la conocen. Tengo a Rosalía traducida al japonés. Cambian las palabras y, curiosamente, se mantiene la música. Rosalía es tan grande en japonés como en gallego. Pero esto es anecdótico. Nadie en Tokio conoce a Rosalía de Castro. Sólo existe la literatura gallega para los gallegos. Para el resto de españoles tiene sus curiosidades. ¿Hubo tan pocos escritores de relevancia en este país? No lo creo. Puede que el idioma y la política no nos hayan dejado ver el bosque.

Hace unos meses leía el diario que Bioy Casares hizo sobre Borges. No recuerdo cuantas veces, pero no eran pocas las veces que insistían en lo poco que había dado de sí la literatura española. El desprecio era absoluto. Según ellos, durante los siglos XVIII, XIX y en lo que llevaban del XX la literatura española no había aportado nada interesante. Baroja y Unamuno, sólo, destacaban. Y haciendo un esfuerzo.

Si nos quedamos en el tópico no se salva ni maría santísima. Campos de Castilla, soledad, sequedad, un olmo viejo, la sierra plomiza. Lo mismo pasa con la literatura hecha en gallego, que ya ha aburrido antes de que pudiera aburrir. Se ve bruma por todas partes.

3 comentarios:

Portarosa dijo...

Hola.

(Oye, antes de nada; aquí, "que más cagándonos" te falta un "que".)

Yo no entiendo bien esas ofensas; esos ofendidos, mejor dicho: si es mentira, uno debería recibir comentarios así con tranquilidad, y pensar que peor para él; si es cierto, si es cierto que nuestra literatura, comparativamente, pinta muy poco, ¿qué pasa?
Adoro cosas de la literatura gallega, pero eso no me impide asumir su "tamaño" real. O no debería, ¿no?

¿Se trata de protestar por una injusticia? ¿Era injusto lo que dijo Steiner?

No me cabe ninguna duda que en esas vestiduas rasgadas hay también sensibilidades heridas no literarias. Y creo que a eso se refería él, al menos en parte: al encumbramiento absurdo de cualquier cosa nuestra, solo por serlo.

Un abrazo.

Mabalot dijo...

Veamos. Visto ahora, esta entrada me parece más malhumorada de lo que realmente quería ser. Cierto que esto viene de una discusión y también del ambiente que percibo ahora aquí; una hostilidad hacia el gallego que antes no veía. Entre el BNG y el Galicia Monolingüe se van a cargar lo único en lo que estábamos de acuerdo todos los gallegos: podemos comunicarnos en dos lenguas.

El bilingüismo es tener una conversación y al acabar no estar muy seguro si hablaste en gallego o en castellano, o en ambos. Cierto que eso también puede ser amnesia, pero ya me entendéis.

Leyendo algunos blogs encuentro comentarios despreciativos sobre el gallego. Es penoso, se mire como se mire.

Los "gestores" del gallego cometieron muchos errores. Posiblemente debió tirar más hacia el portugués (y hubo una época en que esto era así; yo estudié gallego-portugués, de mínimos reintegracionistas), y posiblemente se equivocaron al creerse con el derecho de imponerla a la fuerza.

El resultado es la radicalización de las partes. Y la nueva ley sobre la lengua, o proyecto, o lo que sea, es una parida.

Perdona por el rollo.
Un abrazo, Porto.

Portarosa dijo...

Ah, bueno, sobre todo eso estoy bastante de acuerdo.

Y en realidad sobre lo de antes no me parecía que estuviésemos muy lejos.

Buenos días.