Duermo nueve horas. Tengo tan buena cara que todos me saludan con una sonrisa un poco exagerada, como esperando alguna broma o algún comentario jocoso de mi parte. Parece que todo el mundo está de buen humor hoy. Intento no defraudarles. O no lo intento; me sale. Todos me parecen buenas personas, y hasta simpáticos, cada uno en su estilo. Dormir hace milagros, pienso. Pero de vez en cuando echo en falta la ebriedad del mal dormido, que me hace más llevaderas algunas horas, como si pasaran un poco de puntillas a mi lado, no queriendo molestar demasiado.
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No entiende todas las palabras, pero yo le leo igual. Muchos cuentos para críos están escritos por pedantes, con una retórica que en una novela normal no toleraríamos. Son cuentos actuales. O versiones actuales de clásicos. Más de una vez, mientras leo, tengo que traducir esas frases literarias absurdas y rancias a un lenguaje normal. Aun así, algunas veces, después de una parrafada, me pregunta; ¿y qué pasó? Es decir; ¿qué es lo que realmente pasó, además de un montón de palabras? Al final del cuento le pregunto algunas cosas sobre lo leído. Se ve que lo entendió. Busca las palabras para explicarse, y vacila, como si esas palabras no fuesen todavía suyas y tuviese que tomarlas de prestado o como si las trajese de muy lejos. Ya puede buscar las palabras sin bailar. Cuando era más pequeña solía moverse mucho al explicar algo. Parecía que estuviese a punto de mearse y todo fuesen contorsiones para evitarlo. Se le desataba el cuerpo al hablar.
Hice la prueba; las cosas de Gloria Fuertes le hacen gracia. Gloria Fuertes, qué se le va a hacer. Bueno, a mí también me hace gracia. Conozco a una señora que se persigna al oír hablar de Gloria Fuertes. Gloria Fuertes es el Bob Esponja de la poesía. No le voy a leer a Vicente Aleixandre. Otros poetas, por ahora, no le hacen tilín. Le recito como un loco. A los dos versos ya me siento Alberti ante un auditorio y se me pone su voz. Da mucho gusto recitar como Alberti. Ese tono. Espero no crearle ningún trauma.
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Los viejos fuman y ven la tele. Un documental sobre dinosaurios. Leo el periódico. Me rodea una nube de humo. En Vigo el gobernador del Banco de España. La conselleira de Facenda sale muy favorecida en la foto. Dan ganas de enamorarse de ella. Me la imagino con la cabeza llena de números y llamándome tonto mientras mueve una mano como espantando una mosca imaginaria y esboza una sonrisa picarona.
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Alguien en Radio 3 dice; ¿qué se puede esperar de un país que ignoró a los Sex Pistols?
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