Acabado el temporal vuelven la calma y los pajarillos, que parecen escandalizados por algo. Como la calefacción, hoy, me da dolor de cabeza, abro la ventana. Además no hace frío. De fondo, el sonido a ciudad. Coches, ambulancias o policía, obras, taladradoras. Claro que es un sonido modesto, contenido, de ciudad pueblo. Quizá porque en esta ciudad la aldea llega hasta las puertas de la ciudad, a mí me llegan ambos ambientes. Por un lado, los perros, los pájaros y las voces de las viejas conversando a gritos con una de grelos en la mano, y por el otro el murmullo de la ciudad, la maquinaria de cerebros somnolientos poniendo sellos y levantando aceras.
Antes desayunamos fuera. La cafetería estaba casi a oscuras. De unos cordeles colgaban los periódicos y las revistas, sobre todo suplementos culturales. Leo una entrevista a Francisco Rico. Ella pasa hojas del periódico. Fotos del estropicio que dejó el viento de ayer a la noche, del que no nos enteramos, la verdad. Sólo a las seis de la mañana comprobé al levantarme para mear que no había luz. A tientas fui por el pasillo con los brazos levantados, sobreactuando. El chorro sonoro me confirmó que todo estaba cayendo donde debía. Después ya no pude dormir pensando en que no podía hacer otra cosa que dormir. Dormir o encender una vela y hacer espiritismo.
Como soy un poco desordenado y olvidadizo K. insiste en que apunte todo el rollo de horarios en una agenda o un dietario. Los días que tengo que recoger yo a la niña, los días que ella no va a estar… A mí me vale con enterarme unos días antes de lo que me espera, pero a ella le cabrea esta dejadez. A ella le cabrea que no haya un reloj en cada pared de cada banco, oficina, o sala de espera. Y eso que ella sí lleva reloj, y además el móvil, que es mi reloj. Después es tan despistada o más que yo pero al menos no presume de ello ni le parece un tema que se pueda tomar a pitorreo. Le parece el colmo. Ya tengo la agenda del móvil, le digo, aunque no la uso mucho. Me compra una de esos dietarios con frases animosas para cada día en los chinos. 365 mensajes para empezar con optimismo cada nuevo día, se lee en la portada. Es página día; con la fecha arriba, debajo la frase optimista, y más abajo un recuadro rojo con la clave del día (¿?), el espacio rayado para escribir las actividades diarias y espacios en blanco laterales con las palabras hacer, comprar, contactar. También el estado de la luna y el zodíaco. Echo un vistazo a los días ya pasados y veo mucho mensaje de místico indio, o al menos por sus nombres y frases eso parecen. También Paulo Coelho, Bertold Brecht, Albert Einstein… La que me gusta más de esos días ya pasados y en blanco es una de Séneca: "Hay que contar cada día como si fuese una vida". Me parece un buen lema para el escritor. Yo, que tengo intereses más modestos veo que anoté para hoy: Escribir diario esquemático, sin estilo, sin la obligación de dar algo, sea metáforas o reflexiones profundas. Diario de andar por casa.
Luna nueva para hoy. Eso sí, a lo de la luna no le encuentro ninguna utilidad.
4 comentarios:
Apúntate en la agenda: "No tardar tanto en escribir en el blog".
Y adelante ese diario de andar por casa.
Un abrazo.
Me lo apunto.
Un abrazo. Saludos a la Esfinge.
Empezar el día con una frase de Coelho puede ser terrorífico
Está bien. Lo terrorífico despierta, espabila. Lo digo en serio. Nada peor que enfrentarse al "laburo", sea este cual sea, que tomando al mundo por un vergel...
Un abrazo.
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