"Mirabeau gritaba tan fuerte que Versalles tuvo miedo. Desde la Caída del Imperio Romano no se había abatido ninguna tormenta parecida sobre los hombres, y sus pasiones se elevaban hasta el cielo en olas temibles. La fuerza y el entusiasmo de veinte pueblos brotaban de Europa, destripándola. Por todas partes se movían los seres y las cosas. Aquí, tormentas de intereses, de vergüenzas y de orgullos; allá, conflictos oscuros, impenetrables; más allá, sublimes heroísmos. Todas las posibilidades humanas confundidas, desencadenadas, furiosas, ávidas de lo imposible, corrían por los caminos y las hondonadas del mundo. La muerte aullaba entre la espuma sangrante de sus legiones dispersas; desde el Nilo hasta Estocolmo y desde la Vendeé hasta Rusia, cien ejércitos invocaron al mismo tiempo cien razones para ser salvajes. Fronteras desfiguradas, fundadas en un inmenso reino del Frenesí, hombres que querían progreso y un progreso que quería hombres, he aquí las inmensas bodas que se celebraban. La humanidad se aburría, quemó algunos Dioses, cambió de vestuario y pagó a la Historia con unas cuantas glorias nuevas."
Semmelweis, Louis- Ferdinand Céline, Marbot Ediciones, 1ª edición marzo 2009.
De grandilocuencia y retórica cansina está lleno el patio, pero esta grandilocuencia, esta prosa de brazos alzados al cielo y escupitajo de medio lado, es única. Y lo raro ya no es que sea única, o perfectamente reconocible como la voz del rabioso Céline, sino que me siga pareciendo necesaria. Vuelvo a Céline como a desintoxicarme de las buenas formas, de los buenos sentimientos, de las buenas intenciones y sobre todo de la turba de maldecidores que veo por todas partes, tan graves y llorones, cagoenlamar.
Ah, este libro es la tesis doctoral en medicina de Céline (París, 1924). Habría que ver la cara que se les quedaría a los del tribunal al escucharla.
2 comentarios:
Si es verdad que la de Celine (¡qué magnífico ejemplo has traído!) es una grandilocuencia desmedida, que a mí, particularmente, me aburre a la página 20 ó 30. Pero hasta esa página estoy de acuerdo contigo es que es una grandilocuencia, una literatura que suena a lata, totalmente necesaria
Céline es uno de esos autores que cuando traje aquí, comentándolo, no era para recomendarlo, en el sentido de "vayan corriendo a leerlo". Es uno de esos autores tan particulares y la conexión con lo que propone es demasiado de tú a tú. Uno de esos autores odiosos o imprescindibles. Sólo en la literatura francesa podría darse este santo.
Hay que leerlo en el momento adecuado. Yo ahora no podría empezar con él.
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