14/12/08

Un café



En los bares uno está bien y mal. Afuera llueve y hace frío. A veces llueve frío y hace lluvia, de tan bien que se complementan y hasta unen en un solo ente invisible estos dos elementos cabrones, y se cuela a través del jersey, la cazadora y nos lima las esquinas de los huesos poco a poco. El frío húmedo y un poco glacial es al tacto la tiza que chirría en la pizarra.

Veo como se estremecen los viejos cuando ponen un pie fuera. Algunos aprovechan para provocarse un orgasmo, o eso parece. La calle está mojada de agua dura, casi nieve, que brilla mucho con el sol como un suelo de papel de aluminio.

Los bares son un purgatorio. No hay uno que no tenga su cosa mala. El calorcillo nos envuelve, pero también hay una corriente de aire que viene de no sé dónde y nos hace cosquillas en la nariz. Lo peor de estornudar es no acabar de estornudar, o mejor dicho, no empezar. A veces, despistados, estornudamos como verdaderos animales y nos quedamos muy a gusto, hasta que caemos en la cuenta de lo excesivo del estornudo en público y casi sin querer nos entra una vergüenza que encoge el cuello. Una vergüenza de caracoles, de nuestro pasado de caracoles.

Las ventanas mojadas como si estuviésemos en una sauna, o en un submarino, o en la sauna de un submarino. La tele a un volumen que se mete en todo, entre todo, entre lo que uno ve y piensa, entre lo que uno piensa y ya nunca pensará, pues ahí están las voces de siempre para dispersar la mejor idea que tendríamos en esta vida y que ya nunca conoceremos. De los bares y cafeterías yo supongo un pasado menos higiénico pero más tranquilo y acogedor. En realidad tampoco han cambiado mucho, si exceptuamos un par de aparatos que se enchufan y unas luces menos temblorosas y blancas.

Aquí tenemos el café caliente y con sabor a café. Odiarías el café si no fuera por el sabor, que después de tantos años ya te parece hasta necesario. Pero, ojo, sólo el sabor. El efecto estimulante es más un fastidio que una ayuda. Acaban temblándole a uno los párpados y parece que chisca el ojo a cualquiera que nos mire.

De fondo también las voces de los paisanos arreglando el mundo, pero sobre todo arreglándose la necesidad de charlatanear, que es una necesidad tan importante como dormir o follar. Hablar de algo o de nada es el principio de una salud mental aceptable en cualquier individuo. Después de discutir sobre fútbol o de insultar a un ministro en un bar nadie va a casa y se pega un tiro. Si está muy borracho quizá se lo pegue a su mujer, pero eso es otro asunto. El alcohol.

Nunca he podido hacer nada (estudiar, escribir, leer mucho tiempo y a gusto) en bares y cafeterías. Siempre acabo mirando a la gente, que me parecen mucho más interesante que todo lo que tenga entre manos. Puedo también hojear el periódico, casi siempre el periódico que algunos llaman hoja parroquial y que por supuesto es mucho menos interesante que una hoja parroquial (aunque no haya leído una nunca). Los periódicos de los bares siempre parecen un poco sudorosos. Al final del día aparecen hinchados, un poco descompuestos. Si los pesáramos por la mañana, recién llegados, y por la noche, veríamos que hay una diferencia no despreciable. Casi podríamos decir que por la noche, antes perderse para siempre en la basura, incluye más noticias que por la mañana.

9 comentarios:

SeaSirens dijo...

Pues si, se hace ya un poco complicado, tomarte un café sin mala...eso!
de todas maneras, siempre nos quedarán las máquinas de los trabajos...que no se que es peor!

Me gusta leerte. te sigo.

saludos!

conde-duque dijo...

Muy buen texto, Mabalot. La sauna del submarino, nuestro pasado de caracoles, la tele que se mete entre nuestro poensamientos, el peso de los periódicos... Un placer leerte.
En cuanto al jaleo, hay cafés y cafés: en algunos sí se puede leer o escribir, sól habla el camarero con algún parroquiano (sigue la metáfora) y uno se puede esconderen una esquina donde nadie lo veo pero él vea todo (que es el estado perecto). Aunque lo normal es levantar la cabeza de vez en cuando po si suge lo interesane.

conde-duque dijo...

Joder con las erratas... Mi comentario parece escrito por un gangoso; léase con voz de Arévalo. Sorry.

Portarosa dijo...

Me ha gustado mucho, a mí también.

Un saludo.

M. dijo...

Un gran texto, Mabalot, con un final espléndido (esplendidísimo). Aperta!

PD: Bueno, el "po si suge lo interesane" del Conde tampoco le va a la zaga, pero ya en el registro 'arevaliano'.

:D

condonumbilical dijo...

Un bar en invierno es un edredón urbano.

Saludos!

El Viejo Fettes dijo...

Muy bien pensado y escrito, hace sentir muy claramente esas sensaciones.

Mabalot dijo...

Saludos a todos, y gracias moitas por los comentarios.

Miguel Baquero dijo...

Bares, qué lugares, que decían los Gabinete. Magnífico texto. Sobre lo de los periódicos, me llama la atención esa costumbre que se ha impuesto ahora de "encuadernarlos" a una tabla, para que nadie se los lleve. Yo creo que es moderna, sería cosa de investigar.

Y Conde Duque, no te preocupes por las erratas. A mí también me pasa a menudo. En mi caso es porque escribo con dos dedos.