21/7/08

En bañador al borde la autopista


"Si ese día uno hubiera salido a pasear para gozar de la tarde dominical quizá lo hubiera visto, casi desnudo, de pie al borde la Ruta 424, esperando la oportunidad de cruzar. Quizá uno se preguntaría si era la víctima de una broma pesada, si su automóvil había sufrido su desperfecto o si se trataba sencillamente de un loco. De pie, descalzo, sobre los montículos al costado de la autopista –latas de cerveza, trapos viejos y cámaras reventadas- expuesto a todas las burlas, ofrecía un espectáculo lamentable. Al comenzar, sabía que ese trecho era parte de su trayecto –había estado en sus mapas-, pero al enfrentarse a las hileras del tránsito que serpeaban a través de la luz estival, descubrió que no estaba preparado. Provocó risas y burlas, le arrojaron un envase de cerveza, y no podía afrontar la situación con dignidad ni humor. Hubiera podido regresar, volver a casa de los Westerhazy, donde Lucinda sin duda continuaba sentada al sol. No había firmado nada, jurado ni prometido nada, ni siquiera a sí mismo. ¿Por qué, creyendo, como era el caso, que todas las formas de obstinación humana eran asequibles al sentido común no podía regresar? ¿Por qué estaba decidido a terminar su viaje aunque eso amenazara su propia vida? ¿En qué momento esa travesura, esa broma, esa suerte de pirueta había cobrado gravedad? No podía volver, ni siquiera podía recordar claramente el agua verdosa de los Westerhazy, la sensación de inhalar los componentes del día, las voces amistosas y descansadas que afirmaban que ellos habían bebido demasiado. Después de más o menos una hora había recorrido una distancia que imposibilitaba el regreso."

El nadador, John Cheever, editorial Emecé.

3 comentarios:

Sebastián Puig dijo...

No me extraña que hayas publicado el texto. Brutal. Magnífico.

Mabalot dijo...

Sí, amigo, te recomiendo los relatos de este hombre. Son una mina. No es uno o dos sean buenos, es que todos son un placer. En estas vacaciones estoy leyendo todos los relatos de Cheever que no había leído, y releyendo os que ya conocía, como este.

LO que no sé es que tal estará la película; no la vi. Con Burton de nadador.

Portarosa dijo...

Burt Lancaster, ¿no?

Cheever es un escritor genial. Te recomiendo vivamente sus Diarios, Mabalot.

Un abrazo.