Como ya sabréis se titula La manía, y teniendo en cuenta las ochocientas páginas del tomo, y a ello sumadas los otros centones que suman catorce tomos, podéis haceros una idea de a qué manía principalmente se refiere. Como siempre, se lee con gusto, sobre todo cuando apunta a las pequeñas cuitas diarias, en casa, en la carnicería, por la calle, y pasea su espejo allá donde va. Quizá menos cuando aparecen los rifirrafes literarios, que parecen verdaderas pijadas a veces, y que no merecen tantas páginas en mi opinión.
Ayer, antes de dormir, encontré un fragmento de lo que me parece el mejor tono de Trapiello. Es verdad que no hay muchos libros que muevan a la risa, y no me refiero a los llamados de humor, precisamente a esos no, que mueven más a las lágrimas que a otra cosa, pero en estos tomos diarísticos siempre he encontrado ese tono entre cervantino, solanesco y hasta quevedesco a veces, tan sincero y valiente y actual que cada año va uno más rápido al siguiente capítulo de esta novela en marcha para ver lo que hay de nuevo, o simplemente, para volver a lo mismo, que no es moco de pavo.
Copio el fragmento en el que quedé ayer, (página 489, La manía, editorial Pre-Textos, diciembre 2007):
¿A quién no le pasó algo parecido?
"POR razones desconocidas, desconocidas al menos para mí, se le ha machacado a uno el ordenador el archivo donde había ido pasando a limpio el tomo correspondiente a 1996 de este diario (Las inclemencias del tiempo). No había tenido la precaución de sacar copia de ello. Tras una mañana de denodados esfuerzos y unas hechicerías verbales, el amigo X, informático, consiguió recuperar en lenguaje máquina un buen trozo, pero todo revuelto. El resultado podría compararse a lo siguiente: Alguien mete en un saco doce vasijas de barro, a continuación coge un martillo bien gordo y se dedica a pegarles golpes por todas partes, y cuando ha terminado mete una de esas palas pequeñas de chimenea y saca de esa quilma dos o tres paletadas de cascote, que tira a la basura. El resto se lo devuelve a uno y le dice, compóngalo.
Hacía ya años que no sentía uno ganas de ponerse a llorar delante del ordenador. Lo habría hecho como Nietzsche abrazado al percherón de Turín, aunque no me olvidé de propinarle un tanda de golpes brutales y patadas, por haberse conducido tan sin juicio.
Lleva uno dos días dedicado exclusivamente a recomponer algo de todo eso. Los fragmentos son de dos o tres líneas como mucho. Parece que estuviera descubriendo una civilización antigua, o descifrando un alfabeto desconocido, como Champollion."
6 comentarios:
¿Qué tal está "La manía"? ¿Alguna novedad? ¿Víctimas literarias?
Supongo que como siempre, ¿no? En la línea.
Yo en principio esperaré a que lo traigan a la biblioteca, a no ser que un día me carcoma mucho la otra "manía" (la de leer) y me lance a comprarlo. Ya sabes que me gustan mucho estos diarios, pero la verdad es que no tengo ninguna prisa ni ansiedad, y no puedo (físicamente) llenar mi habitación con más libros. En breve me toca mudanza y ya siento pena por los libros que tendré que abandonar, porque tanto chisme no deja espacio para respirar en un hogar.
Hace dos meses (o así) leí "La cosa en sí" (a salto de mata), cuando llegó por fin a la biblioteca. Siempre tiene algún pasaje genial...
Casi siempre me dejo los diarios de Trapiello para el verano, no sin antes haberlos ojeado y haber picoteado aquí y allá. Desde luego que es una de las mejores prosas de este país, además de escribir una poesía muy... no sé cómo decir... limpia tal vez sea la palabra.
Contestando a tu pregunta, a mí si me ha ocurrido alguna vez, claro que con nada de tanta importancia, razón por la cual me sorprendió darme cuenta, casi instantáneamente, de que seguramente no merecía la pena. Resignación y superstición van extrañamente unidas.
Otras veces, si los fragmentos eran breves (no 800 páginas, claro) disfruté de una sensación que os recomiendo: reconstruir un texto de memoria. Pese a lo devastada que uno tenga la memoria, los resultados son sorprendentes.
De todas formas, estas historias de novelas perdidas por culpa del ordenador (el imbécil de Prada se hizo un poco de propaganda con una, y últimamente el algo menos imbécil Sabino Méndez) tienden a acentuar la vanidad de quien dice haberlas perdido, porque supone que todo el mundo lamentará la pérdida y se solidarizará con el genio que perdió un hijo, cuando en realidad a todos se nos ocurre siempre el mismo comentario: si todavía te fías del silicio para conservar las cosas importantes de tu vida, lo que te ocurra es culpa tuya, no un rayo del destino.
Yo tampoco me compré el tomo, que me lo agencié en la biblioteca. Al final va a ser verdad que lo compran cuatro, pero cada uno mira por lo suyo y no lo regalan precisamente (35 euros), además si tuviera todos los tomos necesitaría una estantería sólo para sus diarios. A mí lo que me interesa es leerlo, más que tomar posesión del tomo.
¿Novedades? Es el año en el que escribe "La noche de cuatro caminos", y narra sus viajes y entrevistas con testigos, familiares, etc... Sale a colación la teoría de lo real, o la verdad, en literatura. Para componer su ensayo quiere ser estrictamente fiel a los hecho reales, ocurridos, y rechaza las novelas que mezclan ficción y realidad histórica. Aunque le cae bien Cercas y tiene mucho que ver en su Salamina (sale de personaje y tal) no le convence este tipo de ficción, que mezcla churras con merinas. Dice que este libro se venderá poco; se equivocó, claro. Es un poco paradójico que defienda la entera libertad para sus diarios, ante la Policía Montada de los Diarios, y después se ponga tan exquisito con otras cosas. En fin, un tema para pensar. Alguien, no sé quién, le manda una carta muy interesante sobre el tema; un escritor que cavila sobre esto. Ya la colgaré en el Círculo, para que veáis.
Lo que menos me gustó fue la insistencia en el tema Vila-Matas. Ahora el odio, por ambas partes, es del carajo. Discuten en un taxi, después de una cena en la que Viña-Matas borracho hizo el número etc... No lo cuenta con gracia ni indiferencia, sino afectado, dolido... Me parece que le da demasiada importancia a cosas así. Que si fulano no me leyó el libro d e poemas y tal... Que ya sabemos que casi nadie se lee unos a otros entre escritores. En fin, darle tanta importancia me parece excesivo, a esos temas.
Trapiello sigue siendo grata lectura, aunque quizá sus diarios anteriores eran más el día a día de una persona cualquiera y ahora ya no tanto. No porque vaya a saraos de ministros y duquesas, sino porque ya no saca tanto esos pequeños detalles diarios de un fulano en su mundo, en su pequeño mundo, el barrio etc... o quizá su mundo ya es otro.
Ah... y una denuncia que le meten; por llamar completamente idiota a un supuesto idiota qe le hizo un prólogo a una de las obras de Baroja para Caro Raggio, en el libro Las armas y las letras.
Por cierto, Antonio, creo que este libro te gustaría, sino lo has leído ya. Una pregunta; ¿Qué te parecen este Salón de pasos perdidos? ¿Leíste alguno? ¿No te interesa nada?
Saludos a los tres.
Se me olvidaba; no sabía que había ganado este año el Julio Camba por un artículo en La Vanguardia, creo. Como nuestro querido Jabois.
Jo, pues bien que lo siento, pero este párrafo no me mueve, no a risa, sino a leerlo... No me atrae mucho, que digamos.
(Que diga, por ejemplo, "sacar copia de ello", me tira para atrás, la verdad.)
Un abrazo.
ENTIENDO LO QUE DICES, Porto, tiene expresiones un tanto, cómo diría, afectadas, a veces. Veo que con el tiempo ha ganado en espesura de prosa y perdido en llaneza. Como si fuese menos barojiano y más... valle-inclanesco.
Anda, si lee esto le da un yuyu. En todo caso es difícil encontrar un tipo que contando tan poco sea tan atrayentes sus libros. Fíjate en cómo empiezan sus fragmentos, todos tiran para seguir leyendo, mientras que otros empiezan hablando del tiempo o de no sé qué y en la primera frase tienes ganas de mandarlo al carajo.
En fin, no todo el monte es orégano, eso está claro.
Un abrazo.
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