28/3/08

La embajada

EL HECHO de la que mi mujer haya nacido en otro país hace que a veces se sienta uno un poco embajador, y se dé el gusto de presentarle con total parcialidad las glorias nacionales. Las vergüenzas, en cambio, se notan más sin necesidad de destacarlas. No hace falta que uno las subraye cabreado. Con un poco que se escuche algo la radio y se lean por encima los periódicos y se atienda a las conversaciones de actualidad, y sobre todo, claro, con vivir aquí, van apareciendo todos esos defectos que nos caracterizan según los tópicos y que parece confirmar el día a día. Se presentan como los personajes esperados de una obra de teatro; el cainismo, las dos Españas a garrotazo limpio, o más bien, sucio, y el cerrilismo, la frente poco despejada y la cabeza dura e impermeable a toda idea, el vuelva usted mañana o pasado, o no vuelva, y todos esos salvapatrias repartidos por las cuatro esquinas que con un poco de distancia (muy poca) son ridículos y tiernos, como niños que juegan a los vaqueros y los indios. Y el olor a sacristía, que quiere meterse por debajo de las puertas de las casas: “Esa España inferior que ora y bosteza, /vieja, tahúr, zaragatera y triste; /esa España inferior que ora y embiste, / cuando se digna usar la cabeza, /aún tendrá luengo parto de varones/ amantes de sagradas tradiciones/ y de sagradas formas y maneras; / florecerán barbas apostólicas, /y otras calvas en otras calaveras/ brillarán, venerables y católicas.” (Antonio Machado, El mañana efímero, 1913).

Pero no todo es malo; o lo malo es lo de menos, lo que menos cuenta en realidad. Y después están esos otros milagros que nacen por aquí. Aparece de vez en cuando el genio desastrado, como un genio poco cuidado, que crece a pesar de los pisotones y la falta de agua. Es el genio que va a la taberna y se toma una cerveza, como cualquiera. Que hace su trabajo como el que va a la obra, sin muchos aires de divo. Son esos casos que le hacen a uno presumir de embajada; Así que ese Azcona, dice mi mujer, es el mismo que escribió Plácido, El cochecito (el viejo ese que quiere una silla de ruedas motorizada, “el último grito en vehículos para impedidos”), El pisito, El verdugo (las piernas de Nino Manfredi flaqueando, como si lo fueran a ejecutar a él)...

No todo van a ser guerra civiles y cabras lanzadas desde un campanario.

4 comentarios:

Sebastián Puig dijo...

Suscribo tu entrada de todo corazón. Un abrazo.

Unknown dijo...

El papel de embajador te queda como anillo al dedo. No todo van a ser guerras civiles...hay que alejarse un poco de tanta crispación. Saludos

Unknown dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Mabalot dijo...

Un saludo Rythmduel. Un abrazo, amigo.
Gracias, the sea, no creo que me quede tan bien el papel de embajador pero si es para estas cosas hago lo que puedo.
Saludos.