20/1/08

Manías

Si pudiésemos dictarle al ordenador escribiría por un tubo. A veces ni por levantarse del sillón. Cuando tengo un lápiz a mano escribo en los bordes de los libros. No son notas sobre el libro; son cosas que se le ocurren a uno leyendo el libro y que no vuelvo a ver delante. Paridas. Lo digo porque después vuelvo alguna vez a ojear algún libro y veo esa letra diminuta como fila de hormiguitas dando vueltas por los márgenes y leo y pienso; paridas, estoy como una cabra. Me da pena manchar los libros, pero no caigo en el prurito enfermo de alguna gente que observa con lupa el libro que se compran, por su tuviese algún rasguño, alguna huella dactilar. Que no son para comer, oiga. Hay gente nerviosa que se olvida de que todos nos vamos a pudrir y ni los libros nos salvarán. Pudrirse es ley de vida, o de muerte, y lo que hoy se compra uno sin un rasguño ni una huella dactilar mañana lo tendrá en sus manos un cerdo que acostumbra a meterse el dedo en la napia mientras lee y a leer mientras hace caca.

Todo el mundo tiene sus manías. Cuando vivía con otros estudiantes los libros rulaban de unas manos a otras. Así leí y descubrí cosas que después serían importantes para uno. Por ejemplo, Carver. Viví con un auténtico fanático de Carver. Cuando salía por las noches no pocas veces volvía a la mañana siguiente con alguna incauta que había caído en sus redes (las hipnotizaba) y un libro de Carver que la pobre había pagado para que el bendito lo analizara con ella en las próximas horas. Escuchaban aquellas chicas con paciencia infinita (y yo creo que algo aterrorizadas) las frases que resaltaba y explicaba a gritos como uno de esos locos que se suben a la banqueta en Hyde Park.

Del paso de los libros de unas manos a otras había un par de cosas que no soportaba; una, que un libro de tapas blandas lo doblasen como si fuera una revista; dos, que lo leyesen en el váter mientras cagaban. Ya se que no se limpiaban con el libro sus caquitas, pero me parecía una cerdada volver a tocar un libro que había asistido a la defecación. Miraba al ejemplar con un poco de pena y otro poco de asco.

4 comentarios:

La de la ventana dijo...

Pues yo no puedo con Carver. He intentado encontrarle el punto, pero nada. Como diría Conde-Duque, sus libros se me caen de las manos.

En cuanto a las manías, yo no puedo con los libros forrados con papel de periódico que la gente lleva en el metro. ¿Qué temen? ¿Que los demás vean que leen best-sellers penosos? ¿O quizás son de esos fanáticos que tratan a los libros como cadáveres embalsamados, temiendo siempre que se estropeen? Basta que vea uno con el libro forrado con un catálogo del Carrefour para que me entren unas ganas locas de saber qué leches está leyendo. Y no paro hasta ponerme a su lado, y mirando por encima de su hombro, leer un poco e intentar adivinar qué libro es.

Cualquier día me van a pegar un sopapo, estoy convencida...

Manías.

conde-duque dijo...

Es que es una guarrería eso de que usen tus libros en el váter.
Sólo vale hacerlo con los de uno mismo.

Miguel Sanfeliu dijo...

Yo tampoco soporto que se abran los libros como si fueran revistas, quizá por lo mucho que sufrí con algunos libros cuyas páginas se despegaban.
Y debo admitir que cuando compro un libro no lo miro con lupa, pero casi. Si hay varios cojo uno de los de abajo porque pienso que lo habrá manoseado menos gente. En fin.
Y de lo de llevarse mi libro al váter, je, ni hablar.
Saludos.

Mabalot dijo...

Cómo mola Miguel;"Y de lo de llevarse mi libro al váter, je, ni hablar."

HaY FRASES que no parecen muy trascendentales pero que me hacen una gracia que ni el Joyce. Es una frase que gestualiza; estoy viendo tu cara, tú expresión cuando la dices, si la dijeras, o cómo tendrías que haberla dicho con el rostro.

Yo también cojo el de abajo, pero es manía aprendida; se lo veo hacer a mi padre con lo que sea y me parece cometer un pecado si cojo el primero.

LO DEL VÁTER ES UNA GUARRADA. Cuántos libros se me quedaron por el camino, como soldados que fueron cayendo. A unos lo eché de menos y de otros ni me acuerdo. A veces es mejor no tener el libro para contrastar el recuerdo de su lectura; a veces es mejor quedarse solo con el recuerdo.

Saludos.