Molestarse porque existen los best-sellers me parece ridículo. Como lo de la televisión, que si supura fango e ignorancia y silicona y bífidos activos; mientras la cosa no salpique tampoco hace falta indignarse tanto. Y si salpica... todo depende qué salpique. Más que un cabreo con la televisión veo un cabreo con uno mismo a posteriori, pues a pesar de lo que poco que hay que ver insiste el odiador en exponerse a los rayos catódicos (o más bien ahora al encandilamiento de los plasmas) como si fuera una maldición bíblica que no sabe uno cómo sacarse de encima. Un plasma, hasta es bonita la palabra; esas pantallas que dan ganas de bebérselas. Es entendible todo esto; tiene algo de manipuladora la cosa: es una tela de araña visual. Y más si uno va débil, con las fuerzas justas. Entonces se deja vencer; le dice uno al aparato maldito; haz lo que quieras conmigo, dame caca si quieres que yo me apaño.
Como perdida de tiempo hay pocas actividades, o pasividades, tan placenteras, pues hasta mirar por la ventana tiene algo de enriquecedor y de poético. Y para perder el tiempo de verdad hay procurarse el mejor sistema, el que menos produzca, y nada mejor que vegetar ante el televisor encendido. El mismo que se pone hecho un basilisco por el tema de la televisión suele abominar de todo libro catalogado como best-seller, ya un género más. Pero hay que diferenciar entre el best-seller nacido best-seller y el best-seller hecho a sí mismo. Hablo del primero, el que parece confeccionado siguiendo los pasos de un libro de recetas literarias, que es una forma lícita de fabricar libros y que en principio no hace daño a nadie por el mero hecho de existir.
Lo único malo que le ve uno a los best-sellers como fenómeno es que gastan demasiado papel. Si aún fuese reciclado daría hasta igual. Pero una cosa debe quedar clara; NADIE LEE UN BEST-SELLER. Nadie, ni siquiera el autor. Por gusto, al menos. Mucho menos, como es lógico, el que lo compra. Aunque hay gente para todo; habrá algún despistado que se lea, por ejemplo, la segunda parte de Los pilares de la tierra, o La catedral del mar. Pero esos son locos, insensatos, despistados en el mejor de los casos; esos libros no hay que leerlos, son para regalar, a uno mismo o a otro. Son libros para decorar, intercambiables en la estantería por una figurita de porcelana.
Un best-seller sería aquel libro que produce sus efectos beneficiosos sin necesidad de leerlo. A falta de religión creíble y de otros pegamentos sociales que me unan al vecino en una misma sociedad, que le hagan a uno formar parte de algo, un fenómeno social en forma de libro crea esa red de individuos que normalmente son puntos sin conexión, aislados. La televisión también sirve, pero el libro es más agradecido. Dormirá su sueño eterno en la estantería del salón y lucirá su lomo ante las visitas.
Por lo tanto no hay que rasgarse las vestiduras ante los más de 500.000 follets vendidos desde el 28 de diciembre. Más de kilo y medio de papel y cartón y un poco de plástico. Otra cosa es querer leérselo, pero esa, como digo, es una aspiración descabellada, y eso sí que debe cabrear.
3 comentarios:
Te digo lo mismo que a Sanfeliú en su últimno post sobre el mismo tema: aquí estoy yo luchando conmigo mismo para que me salga un best-seller, y no me sale el hijoputa. ¿POR QUÉ? ¿Por qué no puedo escribir así, si estoy poniendo todo el empeño? He llegado a la conclusión de que eso me pasa porque no sé escribir. Lo digo en serio. No va con ironía para significar que escribo tan bien que nunca podría escribir tan mal como los best-séllers. No. Creo que debería poder escribirlo, coño.
¿O no? Tengo un lío que no veas, Mabalot.
A mí el tema que planteas me parece interesantísimo, ese lío. Esto hay que discutirlo a fondo; convoquemos una sesión extraordinaria en El Círculo, a ver si entre todos acabamos de entender algo.
No te sale un best-seller. En principio parece una putada, a todas luces. Pero bastante normal por otra parte; NO HAY ESCRITOR QUE NO QUIERA ESCRIBIR SU BEST-SELLER. Lo que no quiere decir que todos quieran escribir un Código Da Vinci, lo más infame fabricado como best-seller en los últimos años.
Lo que sí destaco es una cosa; hay que diferenciar el buen libro (gustos aparte) que se convierte en best-seller, del paquete de papel timador que se vende como libro y se cuela en muchas casas. Para poner ejemplos habría que conocer el terreno y yo lo conozco de vista, apenas de lectura.
"Vida y destino" es un best-seller, "La carretera" es un best-seller... y hay otras novelas que dan el campanazo, son eficaces sin exigir demasiado... ("La sombra del viento"???)
En fin; hay best-seller bueno, que se puede leer, al que le interese pasar el rato de esa guisa, y un best-seller timo. Repito; ejemplo de esto último, aunque por razones que no me explico (sociológicas, sabe dios...) fue el tema del tío ese Dan Brown. Fijaos; ahora está muerto, muertísimo.
Resumiendo: todo best-seller (campanazo literario) se convierte en tal al ofrecer algo que no tienen otras obras y que cierto público valora. Este tipo de best-seller es impredecible; no se sabe qué va a salir triunfante la próxima vez. Y el best-seller (género) es el que mayormente ocupa una mesa de novedades y no vale ni el papel en el que está impreso.
Tú tienes que escribir el primer tipo de best-seller.
Hay que llevar la discusión al Círculo con nuevas entradas.
Esto me está recordando a un peli de Buñuel y una escena que todos queria interpretar, pero no tenia ni puta idea que habia querido decir, yo se la escuché a F gomez en su casa..........
Si me recuerda bastante un escecena de esas
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