16/10/07

Una de Kureishi

Es lo primero que leo de Kureishi, su tercera novela; se titula Intimidad. Es una novela breve. El narrador /protagonista empieza diciendo que se marcha de casa y no vuelve. Dejará a su mujer, a sus dos hijos, que adora, y su casa, por un apartamento compartido con un amigo que le precede en la aventura de abandonarlo todo. Ni siquiera tendrá su propia cama, que dormirá en el sofá, sobre una cebolla en escabeche que se cayó del plato (el tópico de la falta de higiene en piso de soltero o divorciado) y con la vista en una salchicha saliendo de un cenicero como un puro de carne. Su amigo parece desesperado por encontrar a alguien y es aficionado a los bailes de salón. El infierno son los otros, sobre todo si son un poco pelmas y aficionados a los bailes de salón. El personaje que pinta Kureishi como amigo, como ese lado de la balanza que apoya el abandono de su vida matrimonial, es francamente desalentador, y no parece tener otro objetivo que correr detrás de las señoras, y no en busca de sexo sino de algo más, alguien que le comprenda etcétera. Del otro lado un amigo que es todo lo contrario (los personajes no parecen individuos de carne y hueso, sino cosas que argumentan razones trilladas sobre lo que se supone que representan; cada uno de ellos es el narrador/protagonista llevando la vida que le espera si elige una u otra opción, largarse o quedarse). Defiende el amigo conservador la familia como la única manera de vivir razonablemente. El caso es que la novela es eso; un tipo, escritor de éxito, hasta con amante, y le da vueltas a la decisión que parece tomada; al día siguiente, cuando todos se hayan largado, a la guardería sus hijos y su mujer al trabajo, cogerá sus cosas y no volverá.

La felicidad, ¿dónde está? Este es el libro. En determinado momento dice; “...he pensado en un montón de gente que parece haberse pasado la mayor parte de su vida deprimida, y ha aceptado un estado de relativa infelicidad como si fuese una obligación.” Lo que único que se plantea en el fondo es eso: ¿por qué ser infelices, pudiendo correr detrás de ella, corriendo detrás de ellas, las mujeres, u de otra forma? Y en realidad el problema no es tanto ser feliz o no, como ser infeliz de otra manera que no sea la más convencional. Lo que no parece soportar el protagonista no es su relación, sino haberse convertido en ese señor, en alguien normal. Proyecta todo tipo de sacrificios solo por llevar la contraria a ese forma de vida burguesa. El narrador habla de los sesenta y setenta como de una etapa de liberación, a partir de la cuál ya no es posible seguir manteniendo los mismos esquemas de convivencia, pero no sin cierto escepticismo. Es un exjipi que ha tenido éxito profesional y de puertas afuera éxito en su vida íntima, pero que no, que no es feliz, que no acaba de encontrarse suelto y a gusto. Antes muerto que sencillo, parece decir. Se acuerda de “su etapa socialista”, de las drogas que tanto bien le hicieron, y ahora rechaza lo que es. Parece decir; Díos mío, en lo que me he convertido, es para darme una paliza. Lo que sí parece increíble y decimonónico es que sigue recurriendo al tópico y a la palabra misma; burgués. ¿Conoce alguien a algún burgués? O lo que es lo mismo; ¿conoce alguien a alguien que no sea burgués? Dice en todo caso: “Resulta fácil reírse de la felicidad burguesa, pero, ¿existe otra?”

Presenta una vida matrimonial con su dosis de hipocresía, que él alaba (“Mentir es un acto bondadoso”), pero nos parece uno más de la caterva de personajes con su dosis de angustia existencial de todo a un euro encima, tipo Bill Murray en Lost inTraslaction, suspirando todo el tiempo no se sabe muy bien por qué. Sigue siendo un utopista, un romántico. No hay nada más romántico que un jipi; y un ex-jipi es lo mismo pero como con resaca, malhumorado y con el vientre flojo que le hace rumiar sus esquemas mentales mucho, que en lugar de sandalias ya lleva zapatos italianos y en lugar de pulseras vende otra cosa y se siente por ello un poco culpable.

PD: Se resume la novela (me parece injusto omitir esto) en una frase que apunta muy alto y compensa todos los escarceos del narrador entre el análisis sincero y la pose más ramplona:

"No dejas de querer a alguien sólo porque lo detestes."


3 comentarios:

conde-duque dijo...

Buenas, Mabalot. No he leído nada de este Kureishi.
Estoy de acuerdo con que hablar de burguesía a estas alturas no tiene ningún sentido, ningún contenido real.
Tengo que reconocer que no me he enterado muy bien de lo demás. No lo he entendido del todo.
Un saludo.

Sebastián Puig dijo...

¿Cómo es que no te leo escribiendo reseñas en Babelia, monstruo? Un abrazo.

Mabalot dijo...

Gracias, colegas.
Quizá corte demasiado y dejé trozos en el word necesarios para hacerse una idea más cabal de lo que cuento sobre este libro. Siempre tengo la impresión de escribir para aquí como meter en una latita un montón de sardinas

En fin, será cosa de fabricar menos sardinas de una tacada.

Un saludo, feliz fin de semana a todos.