Es un gran local que siempre está atestado de coches, unos en lo alto, colgados, otros arrinconados con el capó abierto y el motor al aire y dan un poco la impresión de individuos en el médico con la boca abierta esperando algo, obedientes. Las aceras de los alrededores también están llenas de coches que esperan su turno o que aguardan a sus dueños, ya arreglados. El suelo tiene la famosa capa de suciedad negra, aceitosa, de todos los talleres, como un amortiguador para los zapatos que nunca suenan al caminar.
Aparco afuera, entro. El mecánico (solo hay uno, es el dueño y único empleado, todo a un tiempo) está al teléfono y un señor mayor y calvo con la frente muy salida y unas gafas enormes y el entrecejo muy arrugado, aunque parece permanente, espera que le resuelva algo. El mecánico, impaciente, habla:
— En castellano o en gallego, dice... Vai ó carallo... estos de telefónica son a hostia... ¡EN RUSO!... ¡EN RUSO!... ¡Fálame en ruso, no te jode...!
No puedo evitar sonreír, me doy la vuelta y espero afuera; hay un coche encendido y dentro apesta a tubo de escape. Acaban, acompaña al viejo hasta fuera y me mira y me saluda con un buenas caballero a todas luces demasiado formal que contrasta con el aspecto de borrón que todo taller mecánico tiene, incluido las personas que allí trabajan. Es bajito y se mueve rápido; pienso, no sé por qué, que sería un excelente hombre bala, saliendo de un cañón con un casco y volando muy tieso por encima de la ciudad. Le explico el problema y se queda mirando para el coche con la mano en el mentón. Durante unos segundos acojona como esos presentadores que dilatan la espera del concursante y aspiran a engañarlo un poco, dándole después la sorpresa agradable. No es la primera vez que lo trato y nunca tuve queja de sus amaños, al contrario, pero siempre salgo con la impresión de no acabar de cogerle el tranganillo a la conversación que mantenemos, sobre todo porque parece que nunca nos ponemos de acuerdo en el idioma, saltando del gallego al castellano en cada frase y hasta en la misma, ambos, creando paridas descomunales que le hacen a uno avergonzarse de lo que sale de la boca. Es como si la inercia del idioma que uno supone adecuado casi inconscientemente al contexto y el momento o el individuo no acabasen de concordar. No sería este un caso del llamado bilingüismo armónico, parece, aunque el coche siempre me lo deja perfecto y es barato.
¿Qué más se puede pedir?
8 comentarios:
Pero el gallego ¿normativizado o no? ¿El de Risco o el de Rivas? ¿El de Castelao o el de Toro?
Lingüismo bífido, se le podría llamar a eso.
Si nos dejamos de armonías ideales, siento una cierta satisfacción mestiza cuando un catalán castellanea o cuando un castellano alumbra inconsciente una catalanada, son gajes del bilingüismo coloquial
Pues mira, ni el de Rivas ni el de Toro, eso sin duda, que es un gallego un tanto estratosférico. Si acaso un gallego de paisano, mecánico o no, y que está más cerca del que habla todo dios aquí, y aunque suene raro más cerca de un Risco y un Castelao, aunque a veces pecaban de hiperenxebrismos, que era pasarse en las curvas como el hamilton.
Hablaba de unas frases que eran como abortos o deformaciones genéticas del idioma, de uno de los dos o de los dos, y que hacen gracia y se metieron en el medio de la conversación diciendo aquí estamos, haciendo el ridículo por vosotros...
Vamos, no me refería a la corrección lingüística ni al empleo de un gallego o castellano perfecto; eso no se da aquí, ni uno ni otro. Ya sabéis; los gallegos hablamos nuestro castellano, que se parece al de todos pero que tiene sus cosillas. Eso es lo normal, y que así sea.
Saludos, compañeros.
Mabalot, me encanta tu cuento verídico veraz, la parábola que hace, el retrato.
Donde yo trabajo, en Barcelona, hay una brasileña que casó con un catalán nacionalista hace una año, y lo que habla cuando pretende hablar catalán es un engendro que me produce cefalea y esquizofrenia.
Lo del “jalejo” para mí es como lo que le pasó a Melina Mercury y a sus ojos grises cuando le reclamó al Reino Unido el patrimonio de la Hélade. No voy a empezar con la matraca de los botines de guerra. Pero la pérfida Albión le contestó poco más o menos a la entonces Ministra de Cultura de Grecia: “Si no fuera por Inglaterra, probablemente no quedaría nada de la Grecia Clásica”. Mabalot, prenda, Melina la de los ojos grises le hubiera podido decir a la Dama de Hierro que sin Grecia y la India probablemente Inglaterra no tendría nada. Pero Melina no tenía mi mala leche.
Lo mismo pasa con el jalejo. Los que lo consiguieron mantener con vida a través de los “Séculos Escuros” (¡cuando el gallego había sido la lengua culta donde probaban su fuelle los mejores poetas de Castilla!), fueron los del pueblo llano. El primer impreso masivo en gallego fue en la guerra de la Independencia, cuando se quiso enardecer al pueblo y llamarlo a las armas (y a los palos y a las hoces más bien) contra los regimientos franceses. Ese pueblo hablaba una lengua despreciada por rústica, porque no se escribía, porque no estaba en los juzgados ni en las iglesias ni en las puestas de largo. Ahora, esas gentes son despreciadas por los normativistas, por esa peña de ... ¿subvencionados?.
Probablemente, digo, tu mecánico cuando habla como dices cree que habla en español. Como una aldeana a quien oí decir a su niña: “Pasa diante por ese carrejo que vou te varear co parajuas”. Hablaba en español porque pasaba yo y algo le decía que yo venía de lejos. En todas partes parece que venga de lejos, en realidad.
Yo creo que en poco tiempo todos hablaremos como en los discos de Manu Chao, una mezcla de: un mal inglés de meeting point, un francés de ultramar, un portugués bahiano y un español de chat o con lo que se cueza en RTVE en la peor franja nocturna de Telecinco.
Salve, Mabalot.
Pues en mi casa la mezcla de idiomas también es de aúpa, y nos cargamos la sintaxis frase sí y frase también, sobre todo la enana de dos años y medio que vive rodeada de tres idiomas; imagínate. Claro que prefiero escuchar un castellano bien hablado, y un gallego, pero no siempre puede ser. Yo más bien me refería con este texto, creo, a la INDECISIÓN de hablar un idioma u otro o cambiar a mitad de frase casi; falta de feeling, o como quieras llámalo.
Era eso, más que el "jalejo", que es tan galego como el otro; es más, la gheada, o la seada, están perfectamente acogidos en la normativa y son variantes fonéticas del idioma. había una serie muy popular en la que todos los personajes hablaban así. Mi abuela hablaba con seada; "sapato".
El gallego del paisano, que nadie lo dude, es el MEJOR. El verdadero, lo vivo. El que inventaron los filólogos es una chapuza de meapilas (sí, peña de subvencionados).
No creo que el idioma del futuro sea ese manuchaoísmo que dices, pero sí es así bienvenido sea, lo importante será entenderse. No queda más remedio que aceptarlo, y no tiene porqué ser malo. Impresentable y fósil es un idioma de laboratorio, como cierto gallego o el esperanto. Y eso que aquí se habla mucho en gallego, el de siempre, pero tuvieron que inventar el "grazas" y cosas así que suenan tan mal, por falsas.
Ah! Ya voy entendiendo... A mi me pone un poco nerviosa, ese ir de una lengua a otra. Muy nerviosa.
Los psicólogos y los filólogos dicen que con los niños se puede hablar todos los idiomas que quieras (supongo que habrá un límite) pero que no se deben hablar todos a la vez. Si le hablas tú inglés y la abuela lituano, la criatura irá engrasando sus conexiones neuronales y se supone que reaccionarán como se supone que tendrían que reaccionar en cadena los semáforos. Si lo que les habla la abuela es anglolituano chapurreado, es muy difícil que sus conexiones se asienten bien y que infiera las reglas implícitas. También dicen los psicolingüistas que a los 3 años de edad se define la capacidad para el lenguaje. Quien a esa edad no ha hablado, como Moogly p.e., raramente podrá establecer esas conexiones.
Sí, ya me enteré de lo de "grazas" y otras cosillas. Hay que joderse. Lo mismo pasa con el catalán.
Gracias por recoger mi propuesta del manuchaol o manuchaoísta y devolverme tu opinión. Mi hipótesis es una exageración y no está refrendada por nada, claro. Parto de la idea de que los idiomas crecen por metáforas y por préstamos, a pesar de los prescriptivistas. Y sin embargo, si por mi fuera, Mabalot, hablaríamos hasta latín.
Me encantó tu post.
Uf, se me olvidó decirte que yo hablo inglés como Jar Jar Binks. O como Porky. Sobre todo por teléfono.
Gracias, aaoiue, es un placer hablar contigo. Si fueras vecina de patio me tendrías en la ventana dándole al pico como las viejas.
Un saludo.
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